lunes, 18 de septiembre de 2023

Camus

 


En el mediodia del pensamiento, el rebelde rechaza, por lo tanto, la divinidad para compartir las luchas y el destino comunes. Elegimos Ítaca, la tierra fiel, el pensamiento audaz Y frugal, la acción lúcida, la generosidad del hombre que sabe. En, la luz, el mundo sigue siendo nuestro primero y nuestro último amor. Nuestros hermanos respiran bajo el mismo cielo que nosotros; la justicia vive. Entonces nace la extraña alegría que ayuda a vivir y a morir y que en adelante nos negaremos a dejar para más tarde. En la tierra dolorosa es la cizaña incansable, el alimento amargo, el viento duro que llega de los mares, la antigua y la nueva aurora. Con ella, a lo largo de los combates, reconstruiremos e~ alma de esta época y una Europa que no excluirá nada: m el fantasma de Nietzsche que, durante doce años después de s~ hundimiento, iba a visitar el Occidente como la imagen fulminante de su conciencia más alta y de su nihilismo; ni a ese profeta de la justicia sin ternura que descansa, por error, en el sector de los incrédulos del cementerio de Highgate; ni a la momia deificada del hombre de acción en su .ataúd de vidrio; ni nada de lo que la inteligencia y la energia de Europa han proporcionado sin tregua al orgullo de una época miserable. Todos pueden revivir en efecto junto a los sacrificados de 1905, pero con la condición de que comprendan que se corrigen mutuamente y que les contiene a todas un límite en el sol. Cada uno dice al otro que no es Dios, y aquí termina el romanticismo. En esta hora en que cada uno de nosotros debe tender el arco para volver a hacer sus pruebas y conquistar, en y contra la historia, lo que ya posee,  magra cosecha de sus campos, el breve amor de esta tierra; en la hora en que nace por fin un hombre hay que dejar la época y sus furores adolescentes. El arco se quiebra, la madera cruje. En el máximo de la tensión más alta va a surgir el impulso de una flecha recta del trazo más duro y más libre.

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