Acepta a la gente como un hecho objetivo. Aunque las interacciones con los demás son la principal fuente de confusión emocional, no tiene por qué ser así. El problema es que los juzgamos a toda hora, deseamos que sean lo que no son. Queremos que cambien. Deseamos que piensen y actúen de cierta manera, muy a menudo como nosotros. Y como esto no es posible, al ser cada persona distinta, nos sentimos desilusionados y molestos. Ve a los demás como fenómenos físicos, tan neutrales como los cometas o las plantas. Simplemente existen. Se presentan en todas las variedades, y eso vuelve la vida rica e interesante. Trabaja con lo que ellos te dan en lugar de resistirte e intentar que cambien. Haz del acto de comprenderlos un juego divertido, como resolver adivinanzas. Todo esto forma parte de la comedia humana. Sí, las personas son irracionales, pero tú también. Vuelve tu aceptación de nuestra naturaleza tan radical como puedas. Esto te tranquilizará y te ayudará a observar a la gente de forma más desapasionada, a entenderla en un nivel más profundo. Dejarás de proyectar tus emociones en los demás. Todo esto te dará más equilibrio y serenidad, más espacio mental para pensar.
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