martes, 9 de mayo de 2023

Eduardo Galeano



 La muerte de Enkidu derrumbó a Gilgamesh, y lo aterró. Descubrió que su valiente amigo era de barro, y que también él era de barro. Y se lanzó al camino, en busca de la vida eterna. El perseguidor de la inmortalidad vagó por estepas y desiertos, atravesó la luz y la oscuridad, navegó por los grandes ríos, llegó hasta el jardín del paraíso, fue servido por la tabernera enmascarada, la dueña de los secretos, alcanzó el otro lado de la mar, descubrió al barquero que sobrevivió al diluvio, encontró la hierba que daba juventud a los viejos, siguió la ruta de las estrellas del norte y la ruta de las estrellas del sur, abrió la puerta por donde entra el sol y cerró la puerta por donde el sol se va. Y fue inmortal, hasta que murió.

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