jueves, 19 de enero de 2023

Rutger Bregman



 Medio siglo después de la huelga, la Gran Manzana parece haber aprendido la lección. «En Nueva York todo el mundo quiere ser basurero», decía un reciente titular de periódico. En la actualidad, los encargados de mantener limpia la megaciudad ganan un salario envidiable. Después de cinco años en nómina, pueden llegar a cobrar hasta 70.000 dólares netos, al margen de horas extraordinarias e incentivos. «Hacen que la ciudad funcione —explicaba un portavoz del Departamento de Recogida de Basuras en el artículo—. Si dejaran de trabajar, aunque fuera durante poco tiempo, todo Nueva York quedaría paralizado.» 282 El periódico también entrevistó a uno de los empleados. En 2006, el ayuntamiento llamó a Joseph Lerman, que entonces tenía veinte años, para informarle de que había sido escogido para un puesto de recogedor. «Me sentí como si me hubiese tocado la lotería», recuerda. Hoy en día, Lerman se levanta a las cuatro todas las madrugadas para recoger bolsas de basura durante turnos de hasta doce horas. A sus conciudadanos les parece de lo más lógico que esté bien pagado por su tarea. «En serio —dice sonriendo el portavoz municipal—, no es por nada que a estos hombres y mujeres se los conoce como los héroes de Nueva York.»

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