miércoles, 14 de diciembre de 2022

Robert Greene

 


En lo tocante a operar con esa autoridad interior, consideremos a Leonardo da Vinci nuestro modelo. Su lema en la vida era ostinato rigore. Cada vez que recibía un encargo, excedía con creces la tarea, examinando cada detalle para volver su trabajo más realista y eficaz. Nadie tenía que decirle que lo hiciera. Era sumamente diligente y duro consigo mismo. Aunque sus intereses eran de lo más variados, cuando acometía un problema particular lo hacía con absoluta concentración. Tenía una misión personal: servir a la humanidad, contribuir a su progreso. Impulsado por esa autoridad interior, rebasó todos los límites que había heredado: ser hijo ilegítimo con escasa dirección o educación al principio de su vida. Una voz así nos ayudará por igual a nosotros a salvar los obstáculos que la vida ponga en nuestro camino.


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