“El hombre moderno no comprende hasta qué punto su “racionalismo” (que ha destruido su capacidad de responder a símbolos e ideas numinosos) lo ha puesto a merced del “inframundo” psíquico. Se ha liberado de la "superstición" (o eso cree él), pero en el proceso ha perdido sus valores espirituales hasta un grado peligrosamente positivo. Su tradición moral y espiritual se ha desintegrado, y ahora está pagando el precio de esta ruptura en la desorientación y disociación mundial”.
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