lunes, 31 de octubre de 2022

 En una ocasión, un matrimonio de campesinos fue a la Universidad de Harvard. Ambos se sentaron frente al rectory le dijeron:

    —Queremos poner una placa con el nombre de nuestro hijo que ha muerto.
    —¡Señores! —respondió el rector—. ¿Ustedes creen que yo tengo tiempo para poner una placa para su hijo muerto? Si yo pusiera la placa de todos los hijos muertos que pasaron por esta universidad, esto sería un cementerio.
    Pero ellos volvieron otro día para explicarle:
    —No queremos una placa, nos gustaría levantar un edificio.
    —¡Ustedes están locos! —replicó el rector—. Eso valdría diez millones de dólares. —Y los echó de su oficina.
    Según la historia, ese matrimonio de campesinos de apellido Stanford fue el fundador de la Universidad de Stanford. Si ese director hubiese sabido negociar y desarrollar la conversación en una atmósfera de paz, todo ese dinero hubiese sido invertido en Harvard.
    

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