Tertuliano, un teólogo que vivió en Cartago alrededor del año 200 de nuestra era, escribió a propósito del cristianismo: Certum est, quia impossible (Es cierto porque es imposible). Los humanistas son menos lúcidos, pero su fe es igual de irracional. No niegan que la historia sea un catálogo de sinrazones, pero su remedio es simple: la humanidad debe ser (y será) razonable. Sin esa fe absurda — del más puro estilo «tertuliano»— , la Ilustración es un evangelio de desesperación.
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