Para el hindú, la creación no era el comenzar a existir de la maravilla del mundo. Antes bien era un desmembramiento, una desintegración de la unidad original. Para el hindú la creación no era la expresión de un hacedor racional y benévolo en nuevas y maravillosas formas, sino la fragmentación de la unidad de la naturaleza en innumerables formas limitadas. El hindú veía la creación de nuestro mundo como «la autolimitación de lo trascendente». Nuestro concepto mismo de la creación es totalmente contrario al de los hindúes. En efecto, en lugar de transformar la nada en todo, la creación hindú desintegraba lo que ya existía en innumerables fragmentos imperfectos. El hindú dirigía su mirada a la unidad que existía en el principio y aspiraba a conseguir la reintegración de la naturaleza. Los ciclos del nacimiento y muerte han perpetuado la fuerza desintegradora de la creación.
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