En otras palabras, las emociones negativas son un llamado a la acción. Cuando las percibes, es porque deberías hacer algo. Las emociones positivas, por el otro lado, son recompensas por haber realizado la acción apropiada. Cuando las experimentas, la vida parece sencilla y no hay nada más que hacer, que disfrutarlas. Entonces, como todo lo demás, las emociones positivas se diluyen, porque inevitablemente surgen más problemas. Las emociones son parte de la ecuación de nuestras vidas, pero no son la ecuación completa. Sólo porque algo se siente bien no significa que sea bueno. Sólo porque algo se siente mal no significa que sea malo. Las emociones son simples señalizaciones, sugerencias que nuestra neurobiología nos proporciona; no son mandamientos. Por ese motivo no siempre deberíamos confiar en nuestras emociones. De hecho, creo que deberíamos crear el hábito de cuestionarlas.
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