sábado, 16 de octubre de 2021




En sus obras, Voltaire se muestra contrario a la intolerancia y el fanatismo, particularmente religioso, y defiende tanto el libre pensamiento como la libertad de cultos, considerando que las guerras religiosas son una expresión bárbara. Siendo deísta, critica tanto el fanatismo católico como el protestante, llegando a estimar que ambos son equiparables en crueldad. Los sucesos de la Noche de San Bartolomé de 1572 lo convencen de ello.

En sus “Cartas filosóficas”, Voltaire elogia a Inglaterra por considerar que ha sabido reconocer las libertades individuales y ha creado un ambiente en el que pueden coexistir diversas religiones, a la vez que ha permitido avances científicos y la difusión de ideas innovadoras. En esta primera obra de 1734, Voltaire valoraba a la tolerancia como elemento indispensable para favorecer la economía, la convivencia armónica, la cultura y la libertad.

Voltaire atribuía a la superstición y el fanatismo grandes males para la humanidad, y dedicó toda su vida a combatirlos. En la Francia del siglo XVIII, ubicaba a la Iglesia amalgamada con el Estado, lo que traía efectos perniciosos para la población. Estudiado el conocido caso de François-Jean Lefebvre, llamado “el caballero de La Barre”, quien en 1766 fue torturado, decapitado y quemado por no haberse quitado el sombrero durante una procesión, Voltaire encontró en él un ejemplo perfecto de lo que puede ocasionar la superstición y el fanatismo. El caso despertó tal interés en él, que dirigió un minucioso informe a Cesare Beccaria, el célebre autor del tratado “De los delitos y las penas”, que serviría de base para lograr la rehabilitación del joven en 1794.

Algo similar ocurrió con el caso de Jean Calas, un comerciante protestante de Toulouse que en 1762 fue torturado en la rueda, estrangulado y quemado por creerse que había asesinado a su hijo por convertirse al catolicismo, aun cuando todo apuntaba a que se había tratado de un suicidio. Interesado en el caso, Voltaire escribió su “Tratado sobre la tolerancia”, logrando la rehabilitación de Calas en 1765.

Al comenzar la obra, Voltaire es fulminante:

El furor que inspiran el espíritu dogmático y el abuso de la religión cristiana mal entendida ha derramado tanta sangre, ha producido tantos desastres, en Alemania, en Inglaterra, e incluso en Holanda, como en Francia; sin embargo, hoy la diferencia de religiones no causa ninguna perturbación en estos Estados; el judío, el católico, el griego, el luterano, el calvinista, el anabaptista, el sociniano, el menonita, el moravo y tantos otros viven como hermanos en esas regiones, y contribuyen por igual al bien de la sociedad.

Voltaire fundamenta sus consideraciones en el derecho natural, afirmando que cualquier supuesto derecho de la intolerancia es absurdo y bárbaro, y resume su argumentación en la premisa “No hagas lo que no querrías que te hiciesen”.

Por lo que hace a su pensamiento político, es necesario mencionar el “Antimaquiavelo”, la obra en la que, junto a Federico II, se dedica a refutar los argumentos maquiavélicos expuestos en “El Príncipe”, rechazando sus premisas por considerarlas nocivas para los gobernantes.

La obra está organizada a manera de análisis de “El Príncipe”, de hecho usando los mismos títulos, pero en cada apartado refuta los argumentos que Maquiavelo esgrime para justificar el uso de la razón de Estado como máxima del actuar político:

Las máximas de Maquiavelo son tan contrarias a la buena moral como el sistema de Descartes lo es al de Newton. El interés lo es todo a los ojos de Maquiavelo, desempeñando el mismo papel que juegan los torbellinos para Descartes. La moral del político es tan depravada como frívolas resultan las ideas del filósofo. Nada puede igualar la desfachatez con la que este abominable político enseña los crímenes más espantosos. Conforme a su manera de pensar, las acciones más injustas y atroces quedan legitimadas en cuanto tengan puestas sus miras en el interés o la ambición.

 https://democresia.es/pensamiento/voltaire-contra-la-supersticion-el-fanatismo-y-la-intolerancia/

No hay comentarios:

Publicar un comentario