sábado, 1 de mayo de 2021


Cuando, en 1963, nació su hijo discapacitado, Kenzaburo Oé se fue a Hiroshima a empaparse de dolor humano. Todavía hoy, sus ojos miran muy lejos cuando piensa en aquello. “Hikari sufrió una operación a vida o muerte –nos cuenta ahora, ante una taza de te humeante, en el sofá de su casa de Tokio-, pues había que extirparle un bulto de color rojo brillante, tan grande como una segunda cabeza, adherido a la parte posterior de su cráneo”. El resultado de la intervención fue una discapacidad mental irreversible. La reacción de Oé fue entonces viajar a Hiroshima para explorar el sufrimiento. Un irrefrenable impulso interno le empujó a conocer los efectos de la bomba atómica de 1945, y a entrevistar a los supervivientes del infierno. De ahí surgieron sus "Notas sobre Hiroshima". “Fue el viaje más extenuante y depresivo de mi vida. Pero, al cabo de  una semana de estar allí, encontré la llave para salir del profundo pozo neurótico y decadente en el que había caído: la profunda humanidad de sus gentes. Quedé impresionado por su coraje, su manera de vivir y de pensar. Aunque parezca raro, fui yo el que salí de allí animado por ellos, y no al revés. Vinculé mi dolor personal al de aquellos hombres y mujeres, decidí resistir y luchar como ellos. Me sentí impelido a examinar mi completa condición humana, reexaminé mis ideas y asumí un sentido moral de la existencia. Desde aquel día, miro el mundo con los ojos de las gentes de Hiroshima. Tras esa visita inicial, he regresado en múltiples ocasiones. A menudo he sido golpeado por las noticias de que alguno de mis nuevos amigos había muerto, a consecuencia de las secuelas de la explosión. Muchos de ellos no querían publicidad, ni que se les recordara continuamente su condición de víctimas, necesitaban poder construir una nueva vida sin la presencia constante de aquel horror. Pero Hiroshima, para mí, no se acabó con aquel libro, es una presencia que me acompaña constantemente, y que hay que ser a la vez ciego y mudo para silenciar. He asistido a muchos funerales, entre ellos el de la viuda del poeta Sankichi Toge, quien escribió versos excelentes sobre la miseria de la bomba atómica y sobre la dignidad de la gente que decidió resistir a los contratiempos. Su viuda se suicidó tras el shock que le produjeron los actos vandálicos contra un monumento con la inscripción de un poema de su marido. Toge escribió:

‘Devuélvanme a mi padre, devuélvanme a mi madre /

Devuélvanme a mi abuelo y a mi abuela; /

Devuélvanme a mis hijos y a mis hijas. /

 

Devuélvanme a mí mismo. /

Devuélvanme a la raza humana. /

 

Mientras esta vida dure, esta vida,

Devuélvanme la paz /

Que nunca se acabe’”.


https://www.las2orillas.co/entrevista-al-nobel-japones-kenzaburo-oe/
 

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