A los 21 años, Galielo se encontraba un día muy aburrido en misa en la iglesia de su ciudad natal. En un momento especialmente monótono del sermón empezó a divagar, dando su atención a diferentes aspectos del edificio. Al fijarse en las lámparas notó que realizaban una oscilación que les llevaba el mismo tiempo sin importar si eran movimientos amplios o cortos; uso su pulso para corroborar esta idea. Tiempo después se valió de este principio para construir el primer reloj de péndulo.
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