Desde hace miles y miles de años, hasta remontarnos a los albores de la humanidad, se ha predicado y practicado el poder de la gratitud, y desde entonces se ha ido transmitiendo a través de los siglos, extendiéndose por los continentes, impregnando una civilización y cultura tras otra. En todas las grandes religiones – el cristianismo, el islamismo, el judaísmo, el budismo, el sijismo y el hinduismo –, la gratitud tiene una importancia capital. Mahoma dijo que la gratitud por la abundancia que recibimos es la mejor garantía de que la abundancia proseguirá. Buda dijo que no tenemos razón alguna para ninguna otra cosa que no sea el agradecimiento y la felicidad. Lao Tse dijo que si te alegras por cómo son las cosas, el mundo entero te pertenecerá. Krishna dijo que él acepta con gozo todo lo que se le ofrezca. El rey David habló de dar las gracias al mundo entero, por todo lo que existe entre los cielos y la Tierra. Y Jesús decía gracias antes de realizar cada milagro. Desde los aborígenes australianos hasta los masais y zulúes africanos, desde los nativos americanos navajo, shawnee y cheroqui, hasta los tahitianos, esquimales y maoríes, la práctica de la gratitud es el centro de la mayoría de las tradiciones indígenas. “Cuando te levantes por la mañana, da las gracias por la luz matinal, por tu vida y por tu fuerza. Da gracias por tus alimentos y por la alegría de vivir. Si no ves razón para dar las gracias, el fallo está en ti.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario