Escribió cartas y entradas de su Diario hasta que se volvió demasiado débil para continuar. Alarmaba a sus amigos su apariencia consumida y estaban fascinados por su tranquila aceptación de la muerte. Cuando su tía Luisa le preguntó en sus últimas semanas si estaba en paz con Dios, Thoreau respondió: "No sabía que nos hubiésemos peleado" La luz que ciega nuestros ojos
es nuestra oscuridad. Sólo amanece el día para el que estamos despiertos. Y quedan
aún muchos por abrírsenos. El sol no es sino la estrella de la mañana.
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