Parece ser que Joseph Haydn y Mozart, que eran buenos amigos, se habían reunido con otros conocidos para comer en Viena. Durante la comida, los presentes elogiaron la gran capacidad interpretativa tocando el piano de los dos compositores. Entonces, Mozart propuso espontáneamente un divertimiento: «Ahora veréis: voy a escribir aquí mismo una pieza que ni siquiera el gran Haydn podrá tocar.» Haydn aceptó el reto y se jugó una caja de botellas de vino espumoso. Mozart cogió papel y lápiz, y, en pocos minutos, escribió la pieza. Haydn se sentó al piano y empezó a tocar, aparentemente sin problemas. Pero, de repente, se detuvo y dijo: «Esto no se puede tocar: tengo la mano derecha en un extremo del teclado y la mano izquierda en el otro, y aquí en medio hay una nota que se debería tocar al mismo tiempo. Esto es imposible.» Entonces Mozart exclamó con tono victorioso: «¡He ganado! La pieza se puede tocar perfectamente.» Se sentó al piano, empezó a tocar y cuando llegó al punto donde Haydn había sido incapaz de seguir, Mozart tocó la nota del medio con la punta de la nariz.
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