Los primeros exploradores que aprendieron lenguas africanas interrogaban a los nativos sobre si eran felices y estos no entendían la pregunta. Aquel concepto no existía en su visión del mundo, pero sí que comprendían claramente lo que significaba la alegría. Buscar la felicidad supone que aquí y ahora eres infeliz, y eso significa que algo va mal o se está haciendo mal, o que no quieres ver ni reconocer las maravillas que te rodean. La norteamericana Pearl S. Buck, premio Nobel de Literatura en 1938, decía con una lucidez maravillosa que «muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras esperan la gran felicidad». ¡Ahí está la clave! No sabemos qué forma tiene el edificio de la felicidad, pero lo que está claro es que se construye con los ladrillos de la alegría. Si la dejamos entrar, puesto que está en todas partes, nos elevamos sobre nosotros mismos y ampliamos nuestro horizonte.
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