Una de las grandes paradojas de la vida es que el tomar conciencia de uno mismo causa ansiedad. La fusión erradica la ansiedad de manera radical al eliminar la toma de autoconciencia. La persona enamorada, que ha ingresado en un estado de arrobamiento y unión con la otra persona, no se torna autoreflexiva porque el yo solitario que se cuestionaba (y la consiguiente ansiedad de la soledad) se disuelve en un nosotros. Así, se termina la ansiedad pero hay una pérdida del sujeto. Esta es precisamente la razón por la cual a los terapeutas no nos gusta tratar a un paciente que se ha enamorado. La terapia y la condición de fusión por enamoramiento son incompatibles porque el trabajo terapéutico requiere una autoreflexividad cuestionadora y una ansiedad que en última instancia servirán de guía a los conflictos internos. Además, como sucede con todos los terapeutas, me resulta difícil establecer una relación con un paciente que se ha enamorado.
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