domingo, 20 de diciembre de 2020

  Cuidado con el poderoso y exclusivo apego hacia otra persona; al contrario de lo que la gente supone, no es una evidencia de la pureza del amor. Un amor así, tan encapsulado ––que se alimenta a sí mismo, sin importarle los demás–– está destinado a derrumbarse. El amor no es sólo una chispa apasionada entre dos personas; hay una diferencia infinita entre enamorarse y seguir enamorado. El amor es, más bien, un estado, un “dar”, un modo de relacionarse en general, y no un acto limitado a una sola persona. Aunque nos esforzamos en la vida por vivir de a dos o en grupo, hay momentos, sobre todo cuando se acerca la muerte, que la verdad irrumpe con escalofriante claridad: nacemos solos y morimos solos. He oído decir a muchos pacientes a punto de morir que lo más horrible que tiene la muerte es que uno debe morir solo. Sin embargo, inclusive en el momento de la muerte, el deseo de otra persona de hacer sentir su presencia con plenitud puede llegar a penetrar la soledad.

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