sábado, 21 de noviembre de 2020

Joe Dispenza

 Se nos ha dicho que nuestros cerebros están en gran parte cableados con circuitos inalterables, que estamos poseídos por una especie de neuro-rigidez que se refleja en el tipo de comportamiento inflexible y habitual que a menudo vemos. La verdad es que somos maravillas de flexibilidad, adaptabilidad y neuroplasticidad que nos permite reformular nuestras conexiones neuronales para producir los comportamientos que queremos. Tenemos mucho más poder para alterar nuestros cerebros, comportamientos, personalidades, y en última instancia, nuestra realidad que lo que se había pensado anteriormente. Considera a los individuos en la historia que se elevaron por encima de sus circunstancias actuales, se enfrentaron a la embestida de la realidad que se les presentó, e hicieron cambios significativos.


El Movimiento por los Derechos Civiles no habría tenido efectos tan trascendentales si Martin Luther King, Jr. no hubiera creído en la posibilidad de otra realidad, a pesar de todas las pruebas que lo rodeaban (leyes de Jim Crow, espacios separados pero iguales, y poderosas mangueras para incendios). Aunque el Dr. King, en su famoso discurso, lo llamó un "sueño", lo que realmente promovía y vivía era un mundo mejor donde todos eran iguales. ¿Cómo fue capaz de hacer eso? Vio, sintió, escuchó, vivió y respiró una realidad diferente en su mente que la de los que le rodeaban. Fue el poder de su visión lo que convenció a millones de la justicia de su causa. El mundo ha cambiado debido a su capacidad de pensar y actuar más que las creencias convencionales.

King no sólo mantuvo su sueño vivo en su mente, sino que vivió su vida como si su sueño ya se estuviera desarrollando. La idea estaba tan viva en su mente que había una buena posibilidad de que su cerebro "pareciera como si la experiencia ya hubiera ocurrido".

La neurociencia ha demostrado que podemos cambiar nuestros cerebros con sólo pensar de manera diferente. Utilizando el concepto de ensayo mental (imaginar repetidamente la realización de una acción), los circuitos de nuestro cerebro pueden reorganizarse para reflejar nuestras intenciones. En un estudio, las personas que ensayaron mentalmente los ejercicios para los dedos de una mano dos horas al día durante cinco días mostraron los mismos cambios cerebrales que las personas que realizaron físicamente esos movimientos. Para la perspectiva, cuando estamos realmente enfocados, el cerebro no distingue entre el mundo interno de la mente y el ambiente externo.

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