No os intereséis demasiado por adquirir cosas nuevas, sea vestidos o amigos. Remozad los gastados; volved a los viejos. Las cosas no cambian; somos nosotros los que cambiamos. Vended vuestras ropas y conservad vuestras ideas. Dios se ocupará de que no necesitéis de la sociedad. Si yo fuera confinado a un rincón de una buhardilla toda mi vida, como una araña, el mundo seguiría siendo igual de grande para mí en tanto conservara mis pensamientos. El filósofo decía: «De un ejército compuesto por tres divisiones, uno puede prender al general y provocar la desbandada; pero no es posible quitarle los pensamientos al hombre más abyecto y vulgar».
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