martes, 27 de octubre de 2020

Albert Camus



La rebelión metafísica es el movimiento por el cual un hombre se alza contra su situación y la creación entera. Es metafísica porque discute los fines del hombre y de la creación. El esclavo protesta contra la situación que se le crea como hombre. El esclavo rebelde afirma que en él hay algo que no acepta la manera como le trata su amo; el rebelde metafísico se declara frustrado por la creación. Para el uno y el otro no se trata únicamente de una negación pura y simple. En ambos casos, en efecto, encontramos un juicio de valor en nombre del cual el rebelde niega su aprobación a la situación que le es propia. .;¡ El esclavo alzado contra su amo no se preocupa, advirtámoslo, de negar a ese amo como sl!r. Le niega como amo. Niega que tenga el derecho a negarle a él, esclavo, en tanto que exigencia. El amo deja de serlo en la medida misma en que no responde a una exigencia que descuida. Si los hombres no pueden referirse a un valor común, reconocido por todos en cada uno de ellos, entonces el hombre es incomprensible para el hombre. El rebelde exige que este valor sea claramente reconocido en él porque sospecha o sabe que sin ese principio el desorden y el crimen reinarían en el mundo. El movimiento de rebelión aparece en él como una reivindicación de claridad y de unidad. La rebelión más elemental expresa, paradójicamente, la aspiración a un orden. Línea por línea, esta descripción se ajusta al rebelde metafísico. Este se alza sobre un mundo destrozado para reclamar la unidad. Opone el principio de justicia que hay en él al principio de injusticia que ve practicado en el mundo. Por lo tanto, no quiere, primitivamente, sino resolver esta contradicción, instaurar el reinado unitario de la justicia si puede hacerlo, o de la injusticia si se le apura.

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