viernes, 18 de septiembre de 2020

Matthieu Ricard

 En un registro más grave, Raphaele me contó que, en su primer viaje al Tíbet en 1986, conoció a un hombre que había sufrido - miento. Pese al horror de su relato, me resultaba imposible descubrir el menor rastro de odio en sus ojos, rebosantes de bondad. Esa noche, mientras me dormía, me pregunté cómo un hombre que había sufrido tanto podía parecer tan feliz». Así pues, quien experimenta la paz interior no se siente ni destrozado por el fracaso ni embriagado por el éxito. Sabe vivir plenamente esas experiencias en el contexto de una serenidad profunda y vasta, consciente de que son efímeras y de que no tiene ningún motivo para aferrarse a ellas. No decae cuando las cosas toman un mal giro y debe hacer frente a la adversidad. No se hunde en la depresión, pues su felicidad reposa sobre sólidos cimientos. La conmovedora Etty Hillesum afirma, un año antes de su muerte en Auschwitz: Cuando tienes vida interior, es indiferente a qué lado de las verjas del campo estás [... Ya he sufrido mil muertes en mil  campos de concentración. Estoy al corriente de todo. Ninguna información nueva me angustia ya. De una u otra forma. lo sé  todo. Y sin embargo, la vida me parece hermosa y llena de sentido. En todos y cada uno de los instantes"

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