miércoles, 27 de enero de 2021

René Favaloro



¿Cómo evitar el estrés?
-Es muy difícil, ahí se me rompen todos los esquemas. Cómo le va a decir a un obrero, con todas las dificultades que soporta hoy en día, que se desenchufe durante el fin de semana. Asimismo, el estrés no es el único valor, porque si no yo hubiese tenido ya por lo menos diez infartos. Hace 40 años que vivo estresado, todos los días 10 o 12 horas de trabajo y sigo operando. Tiene que ser el estrés junto con las demás cosas, el estrés por sí solo no basta. El estrés más el cigarrillo, más el colesterol, más la vida sedentaria, etcétera.
-¿Un médico se acostumbra a ver morir a un enfermo?
-Lo diría de esta manera: el cirujano vive luchando contra la muerte, así que convive con la muerte. Cada muerte es su derrota. Si la muerte triunfa, el cirujano perdió. El día que el cirujano se acostumbre a la muerte, que tire el bisturí y no trabaje más, no debe acostumbrarse a la muerte. Yo me gradué en el 48, di mi tesis en el 49 y venía operando en el hospital hacía tres años. Debo llevar más de 40 años de cirujano y debo confesar que sufro hasta el tuétano la muerte de cada uno de mis pacientes. Para mí es una derrota total. Si es en la sala de cirugía, peor todavía. Por suerte son rarísimos los pacientes que se mueren. Ahora bien, al final, el cirujano tiene una actitud muy particular ante la muerte. Como ha visto morir a tanta gente, pierde el temor a su muerte. Yo, por ejemplo, no tengo ningún temor a mi muerte. Me muero mañana tranquilo, la agarro de la mano y me voy. Tenemos que acostumbrarnos a nuestra muerte.
-¿A qué le teme en la vida?
-Le tengo miedo a esta civilización terriblemente tecnificada y al mismo tiempo tan pervertida. Tengo miedo de que los jóvenes no tengan ilusiones ni sentido de un futuro mejor.
Referente de la medicina mundial, investigador y docente, revolucionó la cirugía cardiovascular con el desarrollo de la técnica del bypass coronario y además realizó el primer trasplante de corazón en la Argentina. De una ética y conducta intachables, escribió: "Es indudable que ser honesto en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar. Yo no puedo cambiar, prefiero desaparecer". Estas fueron la últimas oraciones de una de las cartas que dejó, antes de suicidarse, víctima del sistema y agobiado por la crisis que atravesaba la Fundación Favaloro, en 2000.

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