En fin, sabéis que hemos creado cohetes capaces de llegar hasta Marte y soltar un pequeño robot que se dedica a dar vueltas por el planeta rojo para hacer fotos. Hemos visto las fotos, y aunque antes pensábamos que podía haber vida tal como la conocemos en ese planeta, nos hemos dado cuenta de que no. Si habéis visto las fotos, no dan muchas ganas de vivir allí. ¿No es raro que la criatura más inteligente que ha caminado sobre la faz de la Tierra, esté destruyendo su único hogar?
Tenemos intelecto, pero en realidad no somos tan inteligentes. Hemos perdido la sabiduría. Tomamos decisiones basándonos en: «¿Cómo me ayuda esto a mí, a mi familia, ahora, en la próxima junta de accionistas, en mi siguiente campaña política?». Y no pensamos en cómo nuestras decisiones afectarán a las generaciones futuras. Me parece que hay una desconexión entre este cerebro tan listo y el amor y la compasión, el corazón humano. Y estoy convencida de que solo podemos alcanzar nuestro potencial humano cuando la cabeza y el corazón están en armonía.
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