En cuanto a la poesía, es una esencia, no una forma. Yo encuentro tanta poesía –desolada, solitaria, final– en un cuadro de Hopper como en una película de Visconti, un grabado de Eduardo Sanz o, a veces, en el gesto de una mano, en una mirada. Como toda esencia, la poesía es irreductible: no se puede definir. No hay poesía en todos los poemas –hay más mala poesía publicada que buena y está bien que así sea: si toda fuera buena, no podríamos distinguirla de la que no lo es– pero a veces la hay también, y mucha, en otras formas de expresión.
Para mí, la poesía es percepción y emoción, asuma la forma que asuma (verso, palabra, relato, escena, composición musical). Pero no cualquier percepción ni cualquier emoción. Se trata de una percepción no vulgar, de una emoción no vulgar. La poesía exige un refinamiento de los sentidos y de la inteligencia. Como se trata de una percepción, tenemos que ser muy humildes: yo he escuchado decir que hay poesía en un gol de Ronaldinho, y para quien lo dice, eso es poesía. La poesía está en la mirada de quien contempla, no en la cosa en sí. Está en la percepción, no en el objeto.
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