miércoles, 30 de diciembre de 2020

Jordi Sierra i Fabra

Un médico estudia medicina, le dan un diploma y tiene un punto en el que apoyarse. Un arquitecto igual, un diploma, tal y cual. Un trabajador, un lampista, es un oficio. Lo aprende, es lampista. Pero escritor ni se estudia ni se aprende, se siente. Escribir es algo que sale de dentro, de las tripas. Por tanto, aquel chaval que era yo, dije: «¿Qué puntos tengo yo de apoyo?». No tenía ninguno. No tenía nada a lo que agarrarme. «¿Cómo seré escritor?». Esa novela me hizo pensar en lo que yo creía de la vida y de mí mismo. Entonces me construí, en lugar de tener en la pared algo, me construí un taburete mental de cinco patas. Un taburete, sabéis lo que es un taburete, con cinco patas y me senté encima. Ese fue mi punto de apoyo, mi trono. ¿Cuáles son las cinco patas? Las cinco palabras que han marcado toda mi vida. Amor. Paz. Respeto. Honradez. Y esperanza.

Para mí la paz es esencial. Nunca he entendido la violencia. Nunca. Me supera, me supera. Para mí es algo… Cuando tuve que hacer la mili, obligatoria en aquel tiempo, me negué. Y tuve que sobornar a un militar para no ir al Sidi Ifni, al África, con un uniforme. Para mí los uniformes me dan miedo y las armas las odio. Así que me jugué un consejo de guerra, que me fusilaran, pero me negué. No podía entenderlo, así que no fui. Por tanto, para mí la paz es esencial.

El amor. Hay que enamorarse cada día. Y enamórate de cosas, de una ciudad, de algo. El amor es necesario. Respeto. La gente no se respeta. Fijaos bien, hemos creado herramientas maravillosas como Internet o Twitter o Facebook, y las estamos usando para odiar. Cuando veo en Internet «Las redes arden». No. Arden cincuenta mil descerebrados sin nada más que hacer que meterse con el traje que llevaba Sergio Ramos en la boda o con el peluquín que lleva el otro tío en no sé qué. ¿Eso es importante? Anda ya, por Dios. Por tanto, no hay respeto. Honradez. La cuarta. Vivimos en un mundo… Fijaos la corrupción que hay, el dinero que hay del narcotráfico, ¿adónde va a parar? O sea, un tipo que encima roba a su país o a su partido o lo que sea, y encima se lo lleva a Suiza. La honradez es básica. Dame a una persona honrada y tendré alguien en quien creer.

Y por último la esperanza. ¿Por qué es lo último? Veréis, siento decirlo, no creo en dioses ni en paraísos ni en más allás. No. Creo que somos un accidente cósmico maravilloso, pero mi vida es esto aquí y ahora. Y cada día me levanto con una ilusión tremenda. Hay días en que ni me lavaría porque he dejado el libro el capítulo cuatro y quiero escribir el quinto. Y tengo ganas de ponerme a escribir. Por tanto, mi esperanza es únicamente lo que hago cada día. Estar vivo, tener la ilusión de escribir, de ser feliz, de hacer lo que me gusta y punto. Y sueño. Y mi gran ilusión sería morir con 100 años y escribiendo. Entonces ese taburete, esas cinco patas, esas cinco palabras nacen de leer un libro que me hizo pensar en quién era yo y cómo quería. Y todo el mundo tiene que encontrarlo si lee.

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