sábado, 5 de diciembre de 2020

Michael Onfray



Mortales, limitados, padeciendo sus obligaciones, los humanos, obsesionados por la completez, inventan una potencia dotada exactamente de sus cualidades opuestas: con sus defectos volteados como los dedos de un guante, fabrican cualidades ante las cuales se arrodillan y luego se prosternan. ¿Soy mortal? Dios es inmortal. ¿Soy finito? Dios es infinito. ¿Soy limitado? Dios es ilimitado. ¿No lo sé todo? Dios es omnisciente. ¿No lo puedo todo? Dios es omnipotente. ¿No estoy dotado del don de la ubicuidad? Dios es omnipresente. ¿He sido creado? Dios es in creado. ¿Soy débil? Dios es todopoderoso. ¿Estoy en la tierra? Dios está en el cielo. ¿Soy imperfecto? Dios es perfecto. ¿No soy nada? Dios es todo. Etcétera.

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