lunes, 17 de agosto de 2020

Buda

La ética Budista (Shila)

El propósito de la ética en el budismo es el de ofrecer un modelo de cómo actuaríamos si estuviéramos constantemente en contacto con lo mejor de nosotros mismos. 

Se trata del principio del no dañar a ningún ser vivo así como del cultivo del amor universal indiscriminado. No son mandamientos, impuestos al hombre por una autoridad o poder externo. No hay un juicio.

El criterio budista no es teológico sino psicológico. Según la tradición Budista las acciones son correctas o incorrectas dependiendo del estado mental a partir del que se realizan.

Existen dos tipos de acciones: hábiles y torpes, así la ética budista es más una cuestión de inteligencia.
Las acciones torpes se definen como aquellas que tienen su raíz en la avaricia o deseo egoísta, en el odio y la aversión y en la confusión mental o ignorancia.

Las acciones hábiles están basadas en la amabilidad y claridad, son aquellas que se encuentran libres de avaricia, odio e ignorancia, y que están motivadas por la generosidad, por el amor y la comprensión. 
Se trata de  actuar a partir de lo mejor que hay en nosotros, desde nuestra más profunda comprensión e intuición. 

El Buda actuará inevitablemente de cierta manera debido a que es parte de la naturaleza del ser iluminado.
Los preceptos no son una simple lista de normas. Nos sirven como puntos de referencia y pautas de entrenamiento.

Ejemplo de tres personas que se abstienen de robar. Uno no lo hace por miedo a la policía. La segunda la tentación está allí pero logra controlarla. La tercera persona ha eliminado el deseo.

Hay tres tipos de acciones: del cuerpo, habla y mente.
Los cinco preceptos son prácticamente universales en todas las escuelas del budismo y se consideran la práctica de la ética mínima para un budista.

LOS CINCO PRECEPTOS
Con acciones de amor y bondad, purifico mi cuerpo
Me comprometo a no tomar la vida de nadie.
Con generosidad sin limite, purifico mi cuerpo
Me comprometo a no tomar lo que no me pertenece.
Con tranquilidad, sencillez y contento, purifico mi cuerpo
Me comprometo a no tener una conducta sexual dañina.
Con comunicación veraz, purifico mi habla
Me comprometo a no decir mentiras.
Con conciencia clara y lúcida, purifico mi mente
Me comprometo a no consumir intoxicantes.

No son reglas. 
Adoptamos los preceptos con el fin de instruirnos; hacemos todo lo posible para conseguir entender que el ir en contra de ellos conduce a la infelicidad y al sufrimiento, tanto nuestro como de otros. 
Son para ayudarnos.

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