Una vez me dijo que una persona no puede reclamarse poeta. ¿Todavía piensa así?
Absolutamente. Nadie puede. De lo contrario, se corre el riesgo de escribir sobre el quinto elemento. Sí, algo que explota de forma inesperada. Me gusta mucho la idea de ciertos psiquiatras acerca de controlar los modos y tiempos de la inspiración poética: la poesía es intemporal, sobre todo aquella que se volverá eterna. La poesía conoce, de antemano, su propia eternidad. Aquel que lleva consigo este tipo de poesía sabe que escribe para la eternidad y no puede eludir esta tarea.
La poesía negada, el no poder hacer poesía, entonces, ¿es un sufrimiento físico?
Naturalmente, sí. Si me perdonas la comparación, es como decirle a un futbolista que permanezca inmóvil, detenido, en espera de estallar. Desgraciadamente, las curas de un cierto tipo de médico me han dejado inerte, mientras que cuando estuve en el hospital, el neurólogo me ha liberado, me dio todo el espacio que necesitaba. La condición fundamental de la poesía es la libertad, la alegría. La poesía es júbilo, es transferencia. No se puede hacer poesía en un lugar donde se ha restringido la propia residencia del ser. La poesía es total. Es innegable que en ella hay un punto de encuentro con el dolor, pero no un dolor psiquiátrico inútil. Bartolini dice: «El manicomio es un dolor inútil». Y tiene toda la razón, es este dolor inútil el que crea la poesía aterradora.
https://liberoamerica.com/2017/09/02/alda-merini-la-poesia-conoce-de-antemano-su-propia-eternidad/
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