jueves, 5 de marzo de 2020

Jim Harrison

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Poco después de publicar su último libro, The Ancient Minstrel (compuesto por tres novelas), el escritor Jim Harrison (Míchigan, 1937 – Patagonia, 2016) fallecía a los 78 años. Conocido, sobre todo, por ser el autor de Leyendas de pasión, Harrison abordó temáticas norteamericanas y sociales en sus obras. En The Ancient Minstrel se hace alusión a sí mismo y habla de un viejo escritor en Montana que riñe con su ex mujer, con la que aún comparte casa, sobre los dardos y el éxito de la literatura. En Eggs, una mujer de Montana recuerda su estancia en Londres con sus abuelos recolectando huevos en la granja. Años más tarde, siendo ya madre, intenta hacerlo ella misma. Y en The Case of the Howling Buddhas el retirado detective Sunderson, un personaje recurrente en la obra de Harrison, es contratado como investigador privado para hacer un seguimiento a una extraña secta que alcanza el satori (la iluminación budista) aullando junto a un aullador de monos en el zoo. A través de la inteligencia y el humor Harrison, en palabras de la crítica americana, demuestra por qué era uno escritores más importantes. El autor, célebre por Leyendas de pasiónera un empedernido lector de libros de cocina, incluyendo a Mario Batali, Anthony Bourdain y Gabrielle Hamilton. Aquí está la última entrevista que ofreció al New York Times.
Pregunta.- ¿Qué libros tiene en su mesilla de noche?
Respuesta.- Desafortunadamente no leo novelas cuando estoy escribiendo por la tendencia a la imitación del cerebro. Así que me llevo bien con algunos misterios europeos y mucha poesía.
P.- ¿Cuál fue el último buen libro que leyó?
R.- Releí Poesía Reunida de Antonio Machado tras la muerte de mi mujer. Visité su tumba en Collioure, Francia, donde la gente le deja poemas y flores y también estuve en el hotel donde murió; no es nigromancia sino reverencia. Se crea una actitud un tanto religiosa hacia tu propio arte, es una especie de llamada en lugar de un trabajo. Ahora me encuentro en un estado ocasional de sorpresa que me ha aportado mi vida como escritor, al contrario de lo que pensaba. Fue un impacto brutal hasta los 40 y entonces rechacé ofertas para impartir clases de escritura. Creo que debemos permanecer fuera de la academia aunque a veces rozamos el periodismo. Entré en el universo de las novelas con Leyendas de pasión. Mi agente de entonces me dijo que «nadie ha leído novelas» pero parecían avivar la curiosidad. La mayor cantidad de emails la recibí fue después de publicar The Woman Lit by Fireflies en el New Yorker.
P.- ¿Qué escritores, novelistas, guionistas, críticos, periodistas, poetas, vivos admira?
R.- Leo obsesivamente a Michael Ondaatje, Louise Erdrich, Colum McCann, Sherman Alixie, Guy de la Valdene y a mi viejo amigo Tom McGuane. Puedo leer no-ficción en cualquier momento y ahora en mi mesilla de noche tengo un libro espléndido sobre las Bahamas de Chris Dombrowski llamado Body of Water. También soy un empedernido lector de libros de cocina como los de Mario Batali, Anthony Bourdain y Gabrielle Hamilton, entre otros.
P.- Cuéntenos acerca de su cuento favorito
R.- Recientemente he sido mordido por los cuentos de Lucia Berlin. Nunca he sido un fan de los cuentos y tan solo he publicado uno mío. En mi pasado cercano mi pasión fue por la obra de Isak Dinesen.
P.- ¿Y su poema favorito?
R.- Supongo que mi poema favorite es Leaves of Grass de Walt Whitman y mi temprana adicción por Rimbaud y Apollinaire (me alegré mucho cuando mis poemas fueron publicados en Francia el año pasado).
P.-¿Cuál es su héroe o heroína de ficción favorito? Y, ¿su villano o antihéroe preferido?
R.- Mi héroe ficcional favorito era Heathcliff en Cumbres Borrascosas de Emile Brönte. También me encanta el personaje que creé, Dalva. Mi antihéroe favorito es Staverogin en The Possessed. Hay muchos villanos en A Thousand Splendid Suns de Khaled Hosseini.
P.- ¿Qué tipo de lector era de pequeño? ¿Con qué libros o autores congeniaba mejor?
R.- De pequeño era un lector obseso, como lo eran todos en mi familia durante el invierno con mi padre. Creo que tenía 8 años cuando leí Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano de Edward Gibbon. Más Adelante mis padres nos compraron un set de 12 volúmenes titulados My Book House que tuvo mucha influencia en mí. Hablé sobre ello con Robert Duncan, que para su deleite, también lo leyó pronto.
» La lectura juvenil puede ser un procedimiento melancólico. Tu ingenuidad te hace creer todo lo que lees. Luego ese sentimiento se vuelve humorístico. «El niño lisiado pintó en su bota de vaquero. Por desgracia, dentro había una pequeña serpiente de cascabel que le mordió y lo mató lentamente. Su perro intentó revivirlo y la serpiente mordió fatalmente al perro en la nariz. Ahora hay dos amigos tocados por la muerte en el porche». Ese tipo de cosas. Sin embargo mi niñez lectora fue placentera a pesar de que perdí mi ojo izquierdo a los 7 años cuando una niña me arrojó un vaso a la cara. Esto conllevó un esfuerzo mayor en la búsqueda de alternativas reales en los libros. A los 21 años mis personas favoritas, mi padre y mi hermana, murieron en un accidente de coche y esto sirvió de combustible para escribir totalmente sin compromiso. Si la gente a la que quieres puede morir en un accidente te niegas a dar un paso atrás en tu trabajo.
P.- ¿Qué libro leído en el colegio tuvo el mayor impacto en usted?
R.- Recuerdo que en séptimo hice un proyecto en el que tuve que leer todos los libros de Willa Cather, que eran maravillosos.
P.- ¿A qué escritor, vivo o muerto, le gustaría conocer?
R.- Siempre quise conocer a Gabriel García Márquez, que tenía una naturaleza exultante. Me pregunto qué haría su espíritu tan pendenciero.

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