domingo, 11 de febrero de 2018

Nicanor Parra

Había pasado los 103 años y Nicanor Parra ya tenía que morir. La noticia fue devastadora porque ya nos habíamos habituado a la idea de su inmortalidad. El consenso ante su obra ha sido cada vez más rotundo y hasta hace apenas unas horas era uno de los más grandes poetas vivos de nuestro tiempo.
Su máxima creación: la antipoesía. Con ella, Parra fue capaz de interpretar algo inexpresado de la existencia y del mundo, que acercó profundamente la poesía a la vida y cuya consecuencia final es tan desestabilizadora, tan contraria, que hace de él la mayor figura crítica que ha producido la poesía escrita en castellano.
Parra se encargó de aniquilar primero lo “artístico”, lo literario con la invención de la antipoesía. Su Poemas y antipoemas, publicado de 1954, amenazó lo que se entendía por “superior” en la literatura. En 1972, con la publicación de Artefactos, demolió los emblemas de la cultura, entre otros el libro: la edición consistía en una caja con cientos de tarjetas postales destinadas a colarse por debajo de las puertas de las casas. Parra quería eliminar cualquier idea de jerarquías y llevaba a la poesía por las rendijas de los hogares, como se llevan los panfletos políticos, los catálogos comerciales y el menú del día. El alto lirismo estaba para él en el mismo plano que la pornografía, la política y el chiste.
  La misión de la antipoesía fue liberar a las palabras obreras, aquellas que cotidianamente fundan la vida de los seres humanos, de la sumisión que les imponen las palabras sagradas. La utopía de los antipoemas de Nicanor Parra, su sueño final, fue el fin de los propietarios, vale decir: el fin de la soledad.
Nicanor Parra ha muerto. Viva Nicanor Parra.
 https://www.nytimes.com/es/2018/01/24/nicanor-parra-ha-muerto-viva-nicanor-parra/

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