Su nombre es sinónimo de fuerza, coraje, rebeldía. Como mujer y
como indígena fue una de las dirigentes claves en la sublevación
emprendida por Fernando Daquilema en contra del gobierno de García
Moreno y por la reivindicación de sus derechos colectivos.
Manuela León demostró fiereza y aplomo en la batalla. Por eso, fue
fusilada el 8 de enero de 1872, una vez que la insurrección había sido
aplacada.
La revolución de Daquilema
Fernando Daquilema, nacido en Yaruquíes en 1845, encabezó una
sublevación de miles de indígenas en contra del cobro de los diezmos y
la exigencia de mano de obra para la ejecución de obras públicas.
Daquilema, con 25 años, fue coronado Rey, en un vano intento por
recuperar el imperio inca.
El historiador Carlos Ortiz Arellano en el libro “Cien figuras de
Chimborazo”, arma una cronología de los hechos, basada a su vez en la
investigación de Julio Tobar Donoso y otros documentos.
El levantamiento comienza en Yaruquíes, la tarde del 18 de diciembre
de 1871, con el ajusticiamiento de tres comisionados que pretendían
reunir gente para trabajar en la construcción de las vías. Los indígenas
se ubican en los cerros de Cacha, mientras se preparan el primer
informe oficial para el gobierno.
Los levantados cobran la vida de diez personas más, entre ellos
Rudecindo Rivera y David Castillo, quienes cumplían la función de
diezmeros.
El 19 de diciembre, el gobernador Rafael Larrea Checa envía 50
hombres hacia Yaruquíes, pero regresan a la ciudad ante el considerable
número de alzados, uno de los cuales fallece en los iniciales
enfrentamientos. Mientras tanto, una facción de indígenas se ubica a la
altura de Balbanera.
El 21 del mismo mes, se unen a la insurrección los pueblos de Licto y
Cicalpa, y el presidente Gabriel García Moreno decreta el estado de
sitio a la provincia de Chimborazo, el cual rige hasta el 13 de marzo de
1872.
Los insurrectos avanzan hasta Punín, donde incendian 14 casas, bajo
el mando de Manuela León. Las acciones se mantienen hasta el 24, cuando
llegan refuerzos desde Quito.
La tranquilidad vuelve a la zona el 3 de enero de 1872, cuando los
“sublevados expresan arrepentimiento ante las autoridades (y se) afirma
que Fernando Daquilema (…) se entregó a los soldados en Cacha”.
Inmediatamente comienza el proceso contra los participantes, y por supuesto, los primeros en investigación son los cabecillas.
Manuela León y Julián Manzano son ejecutados el 8 de enero.
En los primeros días de enero, se inicia el proceso contra los cabecillas y participantes de la sublevación.
El 26 de marzo el Consejo de Guerra, por unanimidad, condena a la pena de muerte a Fernando Daquilema.
El presidente de la República revisa el expediente, y finalmente, el 8
de abril, la sentencia se cumple. Daquilema es fusilado en la plaza de
Yaruquíes.
El letrero colocado es revelador, e irónicamente similar al que permaneció sobre la cruz de Jesús:
“Ajusticiado por el Ministerio de la Ley por haber recibido el
calificativo de Rey y haber sido el cabecilla principal de la sedición
de 1871”.
La participación de Manuela
Manuela León nació probablemente en 1840, en la comunidad de Poñenquil del pueblo de Punín, según ha investigado Ortiz Arellano.
Manuela integró el movimiento de Daquilema y participó en el incendio de 14 casas en Punín, el 21 de diciembre de 1871.
La etnóloga Marcela Costales, en su libro “Mensajeras Cósmicas”, se pone en la piel de la dirigente y narra:
En 1871 recibimos en Poñenquil con alborozo, con lágrimas, con fe,
con delirante entusiasmo, la grande, la esperada noticia de que se
iniciaría la rebelñion indígena de Cacha. Pacífico Daquilema de 41 años y
su mujer Juliana Paguay de edad casi similar a la mía, mis vecinos,
tomaron la voz del alzamiento y reclamaron el lugar de nuestros
cabecillas. Con toda la reciedumbre que me había dado los años, los
trabajos forzados en las carreteras nacionales, los tributos y la
ofensas diarias, me sumé al grupo de Pashi, “el uto”, llamado así por le
faltaba un dedo de la mano derecha.
Manuela León se enfrenta a los soldados, con tal fiereza que vence y
da muerte al jefe de las milicias, teniente Miguel Vallejo. De este
encuentro, se cuenta que León saca con su tupo los ojos de la víctima.
No obstante, el delirio del triunfo dura poco, y los dirigentes son
capturados. El Consejo de Guerra juzga a la rebelde y la condena a
muerte. Manuela es ejecutada junto con Julián Manzano. Lo intrigante es
que en el expediente constaba el nombre de Manuel León y no de Manuela.
“… el levantamiento de una parte de la raza indígena contra los
blancos en la provincia de Chimborazo, a fines de 1871, movimiento que,
producido por la
embriaguez y la venganza, y manejado con varios actos de salvaje
ferocidad, fue contenido fácilmente por la fuerza armada, castigado
severamente por la justicia en algunos de los más culpables y
completamente apaciguado y extinguido por el perdón concedido a los
otros delincuentes”.
Gabriel García Moreno. Mensaje al Congreso en agosto de 1872. Publicado en “El Nacional”, 1873
https://digvas.wordpress.com/2010/05/10/manuela-leon-la-rebelde/
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