lunes, 24 de marzo de 2014

Gitta Sereny

Gitta Sereny, "la cazanazis arrugada."

Por: | 11 de noviembre de 2013
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¿Los verdugos tienen derecho a ser tomados en cuenta por los periodistas? Para Gitta Sereny (1923-2012) era fundamental hacerlo. Fue ella quien desentrañó los horrores de los nazis y de los delitos de sangre cometidos por menores de edad.

Sereny, hija de una actriz alemana y de un aristócrata húngaro, educada en un colegio inglés, asistió en 1934 a un congreso nazi en Núremberg y, al ver el desfile militar, quedó deslumbrada por los movimientos precisos y el entusiasmo de los soldados. A lo lejos observó a Hitler. La apoteosis era desbordante.
Cuatro años después, cuando Gitta Sereny era enfermera de una organización benéfica católica, volvió a ver al Führer. Pero ya no quedó tan impresionada. Porque había conocido el horror expandido por él y los suyos. Ella se ocupaba de niños huérfanos y, ante los traumas que padecían los críos, comenzó a cuestionarse cómo era el carácter de los hombres que los habían producido. 
“Antes de que fuera demasiado tarde, pensaba yo, era esencial penetrar en la personalidad de al menos una de esas personas vinculadas íntimamente a este Mal absoluto. (…) ello quizá nos enseñaría a entender mejor hasta qué punto el mal en los seres humanos es fruto de sus genes y hasta qué punto es fruto de su sociedad y su entorno”, escribió en Desde aquella oscuridad. Conversaciones con el verdugo Franz Stangl, comandante de Treblinka, publicado en español por la editorial Edhasa, un libro donde recoge sus largas conversaciones con ese comandante de los campos de exterminio.
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Habló con él, en alemán, durante más de 70 horas. “El motivo por el que concedí que Franz Stangl podía ser un sujeto apropiado para el proyecto que deseaba llevar a cabo era que, comparado con los otros a quien había observado durante sus respectivos juicios, parecía menos primitivo, más abierto, serio y triste: el único hombre con un expediente tan horrible como el suyo que manifestaba cierto asomo de conciencia”, dijo la periodista. Stangl murió al siguiente día de su última entrevista y enseguida ella se fue a revisar archivos y a buscar gente involucrada en la historia que le había contado. “Las acciones de una persona jamás pueden juzgarse independientemente de los elementos externos que perfilan e influencian su vida”, concluyó.
Hizo un ejercicio similar con Albert Speer, el arquitecto y ministro de armamento de Hitler y quien llegó a ser el número dos del partido, con quien conversó entre 1977 y 1981. Y en El trauma alemán (Península) recopiló una serie de relatos autobiográficos que sintetizan la historia de los nazis en Europa con la intención de dejar claro que “el mal y la violencia pueden estar entre nosotros y estallar en cualquier momento.”
Gitta sereny pasó sus últimos días en un piso de Londres, al lado de su marido, el fotógrafo Don Honeyman, llevando con orgullo del mote de “la cazanazis arrugada.”

 http://blogs.elpais.com/periodista-en-serie/2013/11/gitta-sereny-la-cazanazis-arrugada.html

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