miércoles, 30 de octubre de 2013

Aung San Suu Kyi

Aung San Suu Kyi y su trágica historia de amor

ROMANCELa ganadora del Premio Nobel de paz, es conocida por su lucha a favor de la democracia en Birmania. Pero detrás de la figura pública hay una gran historia de amor. Una nueva película cuenta cómo esta mujer tuvo que elegir su país a costa de su familia.

Aung San Suu Kyi y su trágica historia de amor. Aung San Suu Kyi, interpretada por Michelle Yeoh, fue una devota ama de casa. Tuvo que abandonar a su esposo Michael Aris y a sus hijos para defender a su país del régimen militar que lo rigió de 1962 a 2011.
Aung San Suu Kyi, interpretada por Michelle Yeoh, fue una devota ama de casa. Tuvo que abandonar a su esposo Michael Aris y a sus hijos para defender a su país del régimen militar que lo rigió de 1962 a 2011.
Romeo y Julieta son los mártires del amor por antonomasia. Envueltos en circunstancias difíciles, pusieron sus sentimientos sobre todas las cosas y pagaron el máximo precio por mantenerlos. Como esos personajes shakesperianos, Aung San Suu Kyi y Michael Aris son los protagonistas de una de las
más apasionantes aunque trágicas historias de amor de los últimos tiempos. Sus vidas llegaron al cine bajo la dirección del cineasta Luc Besson en la película Amor, honor y libertad, que se estrenó en Colombia la semana pasada.

Hace 21 años, Oslo fue testigo de una de las más conmovedoras ceremonias de los usualmente estoicos premios Nobel de paz. Un adolescente se acercó al podio para recibir el homenaje en nombre de su madre que no pudo asistir al evento. Era Alexander, hijo de la activista birmana Aung San Suu Kyi, en ese entonces, aislada y bajo arresto domiciliario en su natal Rangún. Su esposo, el académico británico Michael Aris, presente también en la ceremonia, le cedió al muchacho el honor de recibir el galardón. Quería que su esposa tuviera la posibilidad de oír su voz en un radio de onda corta.

Suu y Michael se conocieron en Inglaterra mientras cursaban estudios universitarios, pero tras graduarse, él se fue a Bután como tutor de los hijos de la familia real de ese país, y ella partió a Nueva York para trabajar en la ONU. Sostuvieron un largo noviazgo a través de cartas en las que ella, como presintiendo lo que les deparaba el destino, le escribió: "A veces temo que las circunstancias nos separen justo cuando seamos más felices. Pero ese temor es inútil: si nos queremos como sé que podemos hacerlo, estoy segura de que el amor y la compasión triunfarán".

En 1972, Suu, con un título en Política y Economía de la Universidad de Oxford, renunció a la vida profesional, se casó con Michael y se convirtió en una devota ama de casa. Sin embargo, siempre tuvo sus raíces presentes. Hija del general Aung San, prócer de la independencia birmana y asesinado por la junta militar que se tomó el poder en 1962, (y luego le cambió el nombre al país por Myanmar) le aclaró al británico que si algún día su país la llegaba a necesitar, ella debía regresar. Pero eso no ocurrió. Los dos hijos de la pareja se volvieron la razón de ser de la joven esposa, que pasaba sus días realizando labores domésticas y ayudando a su marido con el trabajo académico.

Pasó 16 años felizmente casada, hasta 1988, cuando recibió una llamada de Rangún para informarle que su madre había sufrido un derrame cerebral. Ella viajó a su ciudad solo para encontrar un país devastado y oprimido donde no había espacio para la opinión ni para los derechos civiles y supo que debía actuar. En su primera aparición pública, bajo la bandera de su partido Liga Nacional para la Democracia (LND), dijo a los asistentes: "Siendo la hija de Aung San, no puedo ser indiferente a la situación de mi país". Pero los militares la vieron como una amenaza y la detuvieron en su casa sin opción de un juicio.

En ese momento empezaron las dificultades para el matrimonio de Aung San Suu Kyi. La distancia, las separaciones prolongadas y la preocupación de no saber cómo estaba el otro hacían insufrible la relación. Además, también estaban sujetos a dos de los seis grandes sufrimientos de la vida según el budismo: estar separado de aquellos que se ama, y estar obligado a vivir con quienes no se ama.

Fueron 11 años extenuantes en los que Michael solo pudo ver a su esposa en cinco ocasiones. Cualquiera en esa situación hubiera renunciado. Pero no ellos. Rebecca Frayn, guionista de Amor, honor y libertad, quien conoció y entrevistó a la activista, la describe como "una gigante moral en empaque pequeño", le dijo a SEMANA:"Michael Aris fue un hombre brillante que se mantuvo firme al lado de Aung San Suu Kyi. Mientras ella estuvo arrestada, él trabajó con tenacidad tras bambalinas para asegurar su libertad y seguridad". Así, desde que la junta inmovilizó a Aung San por defender y difundir principios democráticos, Aris no descansó. El británico usó su conocimiento, sus conexiones y todo lo que estuvo a su alcance para darle visibilidad a la causa de su esposa y evitar que la asesinaran. Fue él quien llevó su caso a la Casa Blanca, la ONU, el Vaticano y el comité noruego del premio Nobel.

Llegó un punto en que la lucha de Aung San se convirtió en la suya. Por eso, cuando le diagnosticaron cáncer y ella le dijo que regresaría al Reino Unido a estar con él, Aris se negó categóricamente. De hacerlo, ambos hubieran perdido la batalla que libraban desde hacía casi una década. Barbara Victor, autora de The Lady: Nobel Laureate and Burma´s prisoner y quien vivió en Birmania mientras escribía el libro, explicó a esta revista: "Hay cierto misterio en cuanto a por qué ella abandonó todo; no muchas personas dejarían a sus familias. Pero yo entrevisté a Michael y a otros familiares. Nadie dijo una palabra sobre la partida de Aung San. Todos apoyaron su decisión".

Michael no alcanzó a ver el resultado de su lucha. El cáncer de próstata se agravó y murió el día de su cumpleaños en 1999. Tras enterarse de la gravedad del estado de su esposo, Suu, como él la llamaba, le hizo un video en el que hablaba de lo maravilloso que había sido el tiempo que pasaron juntos, de sus hijos y su inquebrantable amor por él. Pero Aris murió dos días antes de que llegara la cinta, y la junta, esperando que Suu Kyi se rindiera y se devolviera a cuidar a su marido, jamás le concedió otra visa al académico. La última vez que vio a su esposa fue en la navidad de 1995.

Aunque su amado se había ido, la viuda continuó más resuelta que nunca con su causa. Rebecca Frayn dice que, "ella creció muy consciente del legado de su padre y sentía la necesidad de terminar lo que él había empezado". Pero ya no solo se trataba del prócer de la independencia, o del anhelo de cambio para Birmania, sino también de honrar la memoria del hombre que estuvo siempre al lado de Aung San Suu Kyi y que murió luchando por una causa ajena.

Los esfuerzos de Michael no fueron en vano. En 2010, Aung San Suu Kyi recuperó definitivamente la libertad. Así mismo, otros prisioneros políticos salieron de prisión. Incluso este año, la fundadora del partido LND se lanzó al parlamento y ganó un escaño. El triunfo de la pareja, luego de dos décadas, se está materializando.

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