martes, 20 de agosto de 2013

Federico García Lorca

En la madrugada del 18 de agosto de 1936, Federico García Lorca fue fusilado junto a un olivo en la carretera que une las localidades de Víznar y Alfacar. Se trataba del final de una historia llena de rivalidades políticas en la ciudad en la que habitaba "la peor burguesía de España", como dijo el poeta.
“El mundo está detenido ante el hambre que asola a los pueblos. Mientras haya desequilibrio económico, el mundo no piensa. Yo lo tengo visto. Van dos hombres por la orilla de un río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio el aire con sus bostezos. Y el rico dice: ‘¡Oh, qué barca más linda se ve por el agua! Mire, mire usted el lirio que florece en la orilla’. Y el pobre reza: ‘Tengo hambre, no veo nada. Tengo hambre, mucha hambre’. Natural. El día que el hambre desaparezca, va a producirse en el mundo la explosión espiritual más grande que jamás conoció la humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la gran revolución. ¿Verdad que te estoy hablando en socialista puro?” [Entrevista en La Voz, Madrid, 7 de abril de 1936]

El cielo es de ceniza - Federico Garcia Lorca.

El cielo es de ceniza.
Los árboles son blancos,
Y son negros carbones
Los rastrojos quemados.
Tiene sangre reseca
La herida del ocaso,
Y el papel incoloro
Del monte está arrugado.
El polvo del camino
Se esconde en los barrancos,
Están las fuentes turbias
Y quietos los remansos.
Suena en un gris rojizo
La esquila del rebaño,
Y la noria materna
Acabó su rosario.

El cielo es de ceniza,
Los árboles son blancos.

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