sábado, 1 de junio de 2013

Yoga

Reír en la adversidad:

el yoga de la risa

Pocas ganas de reír podrían tener los ciudadanos de un país  sumido en una violencia creciente, aparentemente imparable. El estado de temor, tristeza y pesimismo se contagia con facilidad; el estrés aumenta y, por tanto, las enfermedades.

¿Cómo sentirnos contentos cuando en cada noticia que escuchamos o leemos existe un motivo para deprimirse?

Empecemos con algo relativamente fácil: riamos sin motivo. No hacen falta comediantes albureros ni videos chuscos. Concentrémonos en respirar profundamente y desahogar todas nuestras emociones en una risa retumbante y descontrolada.

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Por Diego Mendiburu
Fotografías: Eduardo Loza
Nathan Mansbach estaba harto. “Espero no tener que volver a verlo”, le decía la mayoría de sus pacientes antes de abandonar el consultorio.
Como todo buen cirujano dentista, este hombre delgado, de frente amplia y nariz aguileña, se había tenido que acostumbrar a ser visto como una figura temida por aquellos que lo buscaban para aliviar un dolor de muelas.
“En mi próxima vida seré masajista, para que la gente quiera regresar conmigo”, se decía hace unos años.
Pero no tuvo que esperar a nacer de nuevo para escuchar palabras más suaves. “Gracias por la experiencia”, “Hasta la próxima cita”, se despiden de él ahora. Y es que Mansbach hoy cambia la vida de las personas sin anestesia o bisturí. Se ha vuelto un verdadero maestro de la risa.

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Difícilmente se le verá gritando al mesero que le entregó una cuenta equivocada. Sabe que tiene que guardar lo compostura, pues él es, ni más ni menos, el embajador del yoga del risa en México.
Si el mesero se rehúsa a enmendar la errata, Nathan Mansbach respirará profundo, se disculpará y se levantará de la mesa rumbo a los sanitarios. Ya que esté solo, inhalará tanto aire como sus entrenados pulmones le permitan, entonces lanzará una carcajada desbordada. Luego otra. Y otra. Tantas como sean necesarias. En las paredes del baño rebotará la risa estentórea de esta persona que, pareciera, ha perdido la razón.
En realidad estará siguiendo, al pie de la letra, el método que recomienda a otros: reír descontroladamente, sin razón o motivo, porque la risa, aunque sea simulada, crea en las personas un estado mental positivo que les permite afrontar las circunstancias difíciles de la vida.
“En la medida que el ser humano pueda reír más —asegura Mansbach— la humanidad y el universo estarán mejor”. Esa es la filosofía detrás del yoga de la risa, una práctica cada vez más conocida a nivel mundial, y que en México comienza a ser impartida por cientos de instructores certificados por Madan Kataria, el médico indio que la inventó.

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Madan Kataria escribía un artículo para una revista médica titulado “La risa, la mejor medicina”. Había encontrado investigaciones científicas que daban cuenta de los efectos benéficos que tiene la risa en el cuerpo.
Decidió comprobar lo leído, así que la mañana del 13 de marzo de 1995 salió de su casa en Mumbai, India, y fue al parque más cercano, invitando a todos los que se cruzaban por su camino a integrarse a su “club de la risa”. Las personas reunidas comenzaron a contar los mejores chistes que se sabían y, entre risa y risa, ya eran más de 50 personas las que se carcajeaban alrededor del doctor Kataria.
Pasaron dos semanas y la colección de chistes de Kataria se había terminado. La gente que formaba el club comenzó a contar chistes ofensivos, hiriendo los sentimientos de los demás. “Mejor cerrar el club que permitir ese tipo de bromas”, le dijeron un par de participantes. Pero Kataria no se quería dar por vencido. Pidió que le dieran un día para encontrar una solución a su peculiar dilema.
Y la encontró.
Kataria descubrió que el cuerpo no puede diferenciar entre una risa fingida y una genuina, causada por un chiste o una situación cómica. Ambas tenían los mismos efectos positivos en el cuerpo, por lo que al día siguiente pidió a sus pupilos que actuaran como si se estuvieran riendo de verdad. Escépticos, comenzaron a hacerlo. Y entonces la risa, primero falsa, se comenzó a contagiar y se convirtió en verdadera. Las carcajadas cesaron hasta pasados 10 minutos.
Al ser un practicante de yoga, Kataria decidió entonces combinar ejercicios de respiración profunda con simulaciones de risa.
Así nació el yoga de la risa.
Actualmente existen clubes de la risa en 50 países. En México hay 27, con maestros certificados por Madan Kataria; Nathan Mansbach, el cirujano dentista, es el fundador del primero de ellos: la Escuela Mexicana de Yoga de la Risa.

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“El yoga de la risa es un concepto único de risa incondicional, según el cual cualquier persona puede reír sin razón alguna, sin necesidad de depender de chistes, humor o comedia”, explica Mansbach desde su consultorio dental en Lomas de Chapultepec.
Ha tomado clases de yoga clásico durante más de ocho años y en una ocasión, cuando viajó a Estados Unidos para asistir a un curso de yoga terapéutico —especial para personas con problemas de salud, con dolor de espalda o padecimientos crónicos— fue invitado a una clase de yoga de la risa.
“Fue una experiencia totalmente transformadora —asegura—. Se me abrieron las puertas del cielo”.
De niño era juguetón, travieso y sonriente, y con el paso el tiempo se fue volviendo solemne y muy serio, como le sucede a todos los adultos, dice. “Comenzamos a perder nuestra capacidad de reír, caemos en el estrés, el enojo y en emociones no positivas”.
Así que desde aquella ocasión en que empezó a reír como histérico, manoteando y pateando el piso sin control, se fijó la meta de convertirse en un maestro instructor de yoga de la risa.
En cuanto Madan Kataria anunció su primer viaje a Estados Unidos, Mansbach hizo maletas, resuelto a ser su alumno. Luego de obtener la certificación del maestro, el cirujano dentista regresó y fundó la Escuela Mexicana de Yoga de la Risa.
“La técnica del yoga de la risa es una mezcla de respiraciones profundas, estiramientos, ejercicios de risa simulada y el cultivo de una actitud y espíritu lúdico y alegre —explica Mansbach—. Esta mezcla proporciona múltiples beneficios a la salud, principalmente aumentando el suministro de oxígeno y reforzando el sistema inmunológico. También provee energía”.
“Imaginemos que nos vamos a bañar con un jabón de la risa —sugiere Nathan en una clase de yoga de la risa—. Nos está cayendo el agua y estamos divertidos”, describe y comienza a emitir unas risillas juguetonas.
“Ahora sí, enjabonémonos con el jabón de la risa”, propone, y súbitamente la gente recorre con sus manos todo su cuerpo al tiempo que ríe incontrolablemente.
Una clase de yoga de la risa generalmente se lleva a cabo en grupo, siguiendo las instrucciones del maestro o líder certificado, como les llaman. En la mayoría de los ejercicios los participantes se mueven y establecen contacto visual permanente. Así, viéndose a los ojos, se contagian la risa, que de comenzar como una simple farsa se transforma en una real epidemia.
Lo primero es el calentamiento, que consiste en aplaudir mientras se grita “¡jo jo jo ja ja ja!”; luego emiten balbuceos y sonidos sin significado alguno, a los que siguen ejercicios de respiración profunda. El momento culminante son los juegos como el del “jabón de la risa”, u otros como “la bebida de la risa” o “el teléfono de la risa”. Al final hacen meditación de la risa: sentados, con las piernas cruzadas al frente, desahogan las últimas carcajadas de la tarde.
Tanto éxito ha tenido esta especie de terapia que ya tiene sus hotlines: marque un número y del otro lado del auricular escuchará una carcajada con la cual podrá hacer comparsa.
Tal como hace el médico Doherty Hunter Patch Adams en Estados Unidos y otros países, maestros del yoga de la risa imparten clases en el Instituto Nacional de Cancerología, en el DF. Incluso, Mansbach planea junto con Kataria un estudio para medir los efectos de la risa en gente que recibe terapias para combatir el cáncer. Por otro lado, a las cárceles del Distrito Federal ya acuden entrenadores para convertir a reclusos en líderes certificados.

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La mayor cualidad del yoga de la risa, asegura Mansbach, es que brinda la capacidad de poder reír aun en las circunstancias más adversas.
“Nosotros estamos muy ubicados en el aquí y el ahora, el presente, y mientras el cuerpo esté bien y estemos con vida vamos a tratar de ejercitar la alegría y la actitud positiva. Aunque no estemos contentos, hacer los ejercicios del yoga de la risa sí produce efectos positivos, porque al realizarlos el cuerpo manda mensajes al cerebro y causa toda una secreción de químicos —endorfina, dopamina y serotonina— que automáticamente nos hacen sentir mejor”.
Ante el estado de pesimismo que se vive en el país, Mansbach aconseja ejercitar la risa continuamente.
“Los mexicanos sabemos reírnos de la muerte, de nosotros mismos, pero hoy la gente está más asustada, más deprimida y ve más incierto su futuro, y eso se refleja en el estado físico y emocional. ¿Qué hacer? En el yoga de la risa el consejo es mantener la actitud positiva”, comenta el cirujano dentista.
Como ejemplo del poder de la risa, Mansbach comparte una anécdota extrema. Una instructora en Brasil se cayó de un segundo piso de un edificio y tuvo una fractura expuesta. Llegó a un hospital público y tardaron más de cuatro horas en atenderla. Todo ese tiempo que estuvo en la sala de espera se la pasó haciendo ejercicios del yoga de la risa para secretar endorfinas y así mitigar el dolor.
El doctor Madan Kataria no quiere que el yoga de la risa quede en mera promesa: impulsa la realización de experimentos científicos para demostrar los beneficios de esta disciplina. Ya puso la primera piedra para la Universidad de la Risa en India. La idea es que en cada continente exista una, y que sean lugares a los que acuda la gente a reírse y a tomar cursos, mientras que especialistas en distintas áreas se dedican a la investigación.
Así, el yoga de la risa traerá beneficios a todos… o a casi todos. Porque a Mansbach —admite entre risas— lo está matando de  estrés.
“Empecé a hacerlo de corazón, pero cada vez me quita más tiempo. En los últimos dos años he estado durmiendo dos horas al día porque ejerzo mi profesión, me voy a practicar yoga, me pongo a contestar correos y a buscar información sobre el yoga de la risa e imparto clases y cursos los fines de semana… Al menos —se consuela— en estos dos años no me ha dado gripa”. ¶
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Beneficios del yoga de la risa

  • Pone de buen humor. Ayuda a transformar el estado de ánimo de las personas en cuestión de minutos, gracias a la secreción de ciertos químicos en el cerebro, conocidos con el nombre de endorfinas. La gente permanece alegre a lo largo de todo el día y ríe con mayor frecuencia.
  • Es un excelente ejercicio aeróbico que reduce simultáneamente el estrés físico, mental y emocional. Aporta más oxígeno al cuerpo y al cerebro.
  • Mejora la salud. Fortalece el sistema inmunológico, lo cual redunda en la prevención de enfermedades, y contribuye al tratamiento de diversos padecimientos.
  • Mejora la calidad de vida. La risa es una energía que nos conecta positivamente con otras personas y refuerza nuestras relaciones.
  • Ayuda a mantener una actitud positiva ante circunstancias difíciles. La risa crea un estado mental positivo que nos permite encarar situaciones o personas negativas. Nos brinda optimismo para afrontar
    tiempos duros.

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