lunes, 4 de marzo de 2013

Camilo José Cela



                            Como amante de la lengua, de las lenguas, de todas las lenguas,
preconizo que juguemos a sumar y no a restar, que apostemos al alza y no a la baja,

que defendamos la libertad de las lenguas y sus hablantes,

soñemos con la igualdad de propósitos y troquemos la fraternidad de los juegos florales

y los discursos de artificio y su escenografía caduca e inoperante,

por la justicia de la implacable erosión semántica,

esa ilusión que acabaría perfeccionando al hombre en paz.

No usemos la lengua para la guerra, y menos para la guerra de las lenguas,

sino para la paz, y sobre todo para la paz entre las lenguas.

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