martes, 5 de febrero de 2013

Voltairine de Cleyre

 
Escritora anarquista y feminista estadounidense, considerada precursora del feminismo individualistaUna referencia en temas tan actuales como la objeción fiscal a los gastos militares, los modelos de feminidad y la lucha contra la esclavitud sexualSus obras e incluso su nombre han estado muy cerca del olvido más absoluto, teniendo que pasar más de 50 años para que sus escritos fueran rescatados, coincidiendo precisamente con los movimientos feministas.
Voltairine de Cleyre nació el 17 de noviembre de 1866, justo después de acabar la Guerra de Secesión, en un pueblo llamado Leslie, Michigan. Era la mayor de dos hermanas nacidas de un inmigrante francés llamado Hector de Claire, que trató de ganarse la vida como sastre y su esposa, Harriet.
Su padre, que en su juventud en el norte de Francia había leído y admirado profundamente las obras de Voltaire, decidió llamar a su primera hija como el eminente autor francés. Le enseñó a leer y escribir tanto en francés como en inglés y advirtió que Voltairine tenía una gran inteligencia y un talento inusual para el trabajo escolar de todo tipo.
En 1878, cuando Voltairine tenía 12 años, su padre se encontró frente a una oportunidad inesperada: si estaban dispuestos a mudarse a Port Huron, un pueblo maderero y astillero a unas 120 millas al este, podría ganar muchísimo más dinero, al ser allí sus servicios de sastrería, más necesarios y apreciados. El problema es que su mujer no le acompañaría, por encontrar la atmósfera bucólica de un pueblo granjero más de su gusto que un bullicioso puerto. Y así fue como Harriet permaneció en Leslie con Adelaida, su hija menor y Hector se trasladó a Port Huron con Voltairine, acordando con su mujer, que esto sería lo mejor, dadas las circunstancias. Con lo que Hector ganaba en Port Huron, podía mantener dos casas y podía ejercer su influencia autoritaria frente a lo que él llamaba la naturaleza “inquieta” de Voltairine y su marcada tendencia a la “obstinación”.
Al año, su padre decide matricular a Voltairine en un convento de alto nivel, el Convento de “Nuestra Señora de Port Huron”, en Canadá. Hector parece desear dar a su hija intelectualmente dotada la mejor escuela que podía permitirse, pero está claro en las cartas que escribió a su esposa que también creía que unos años detrás de los muros del convento curarían a Voltairine de lo que él consideraba la “imprudencia e impertinencia, muy prominentes en ella”. Además, escribió en otra carta, ” el convento le refinaría, y así tendría modales y sabría cómo comportarse y abandonaría la pereza, un amor por la indolencia, que era también amor por basura como libros y estudios de Historia”. También esperaba que “le daría idea de las propiedades del orden, las reglas, las regulaciones, el tiempo y el trabajo, que como sabes ella necesita”.
Voltairine se resistió a la decisión de su padre, escapándose del convento, cruzando a nado el río Port Huron hacia la casa de su madre, antes de cometer el error de contactar a unos amigos de la familia, de los que esperaba que le ofrecieran algo de comer y un lugar donde pasar la noche. Por el contrario, éstos informaron a  su padre y le enviaron de vuelta al convento. Destacó en sus estudios y se graduó con honores cuatro años más tarde, a los 17, pero internamente no se rindió nunca. El tiempo que pasó encerrada en aquel convento desarrolló en ella el convencimiento de que las religiones se fundamentaban en la represión. Mientras estaba allí escribió:
“he visto a los intelectos más brillantes, intelectos que podrían haberse convertido en relucientes estrellas de las galaxias del ingenio, sometidas bajo el peso de las cadenas, constantemente ninguneadas y menospreciadas, dejadas perder…”
A los 19 años dejó el convento convertida en una atea convencida. Se traslada a vivir con su madre y empezó a escribir en una revista semanal librepensadora llamada “The Progressive Age”. Enseguida se unió al equipo editorial, y tan pronto como sus ingresos fueron suficientes como para sostenerse, dejo la casa materna y se fue a vivir al oeste de Michigan.
Sus artículos en “The Progressive Age” le llevaron a dar conferencias y en pocos meses, recorría el oeste de Michigan enseñando sobre Tom Paine y ateísmo, entre otros asuntos. Su biógrafo, Paul Avrich, señala que “siendo una antigua alumna en un convento, era una oradora especialmente eficaz, ya que podía hablar por experiencia propia, igual que los esclavos fugitivos que realizaban las reuniones abolicionistas antes de la Guerra de Secesión”.
Los discursos de Voltairine llevaban a más discursos y a oportunidades de escribir para otras publicaciones. De acuerdo con Sharon Presley, coeditor de una reciente antología de textos de Voltairine, estas otras publicaciones incluían The Freethinkers Magazine, Freethought y The Truth Seeker.
A medida que crecía su reputación, sus discursos, incluyendo frecuentes viajes para la “American Secular Union”, una organización librepensadora nacional, le llevaron a muchos estados del Medio-Oeste y del Este”. Entre los muchos asuntos que se trataban habitualmente en los círculos librepensadores estaban el matrimonio, la sexualidad, el control de natalidad, los derechos de las mujeres, las relaciones raciales, la relaciones de trabajo (…) y la relación del individuo con el estado”.
La “American Secular Union”, contrató como profesora a Voltairine que, al principio de su carrera, ponía su acento en la separación de la iglesia y el estado y aparecía como una joven estrella naciente en el movimiento librepensador, un movimiento ecléctico que incluía ateos, agnósticos y deístas, así como pensadores religiosos, que compartían un desdén por el dogma religioso como fuente de verdad o autoridad, un rechazo de los milagros bíblicos y la divinidad de Jesús, un compromiso activista agresivo a favor de la separación de iglesia y estado y una insistencia en que el progreso humano depende del ejercicio de la razón de cada individuo incluso respecto de las cosas consideradas más sagradas.
A partir de 1880 se verá fuertemente influenciada por Thomas Paine y sobre todo por Mary Wollstonecraft. Dos experiencias marcaron su personalidad: un discurso del abogado Clarence Darrow sobre el socialismo, que supuso su primer encuentro ante la problemática obrera y la ejecución de los anarquistas de Chicago, acusados del bombardeo de Haymarket en 1886. Como para muchas personas de su generación, la injusticia de Haymarket supuso la consolidación de su anarquismo. Ocho hombres fueron juzgados si bien no fueron los responsables. Aún así, se les consideró culpables, siendo el veredicto el producto de testimonios perjuros, un jurado presionado, un juez parcial y la histeria pública. 
A pesar de las peticiones de clemencia y las apelaciones a tribunales superiores, cinco de los acusados fueron condenados a muerte y los otros a largas penas de prisión. Uno de los cinco condenados a muerte se suicidó en su celda la noche antes de la ejecución prevista. Los cuatro restantes condenados fueron ahorcados como estaba previsto. Finalmente, en 1893, después de siete años tras las rejas, se otorgó oficialmente un indulto a los tres anarquistas de Haymarket restantes por parte del gobernador de Illinois, John Peter Altgeld, que acabó con su propia carrera política al hacerlo. 
En realidad, el tribunal condenó a los hombres por propugnar una idea: la idea de que la vida humana sería mejor sin el Estado, una idea que se creía que había influido en quienes hubieran lanzado esa fatídica bomba a la policía de Chicago. Los cuatro ejecutados murieron por haber cometido los que George Orwell llamaría, muchos años más tarde, un “crimen de pensamiento”. 
La ejecución horrorizó a Voltairine de Cleyre, más aún porque ella misma, aún no convertida a la causa anarquista en el momento en que tuvo lugar la revuelta, había pedido precisamente que esa pena se les impusiera a los sospechosos del caso. Al ver los titulares del periódico: “Anarquistas lanzan una bomba a la multitud en el Haymarket de Chicago”, se unió al grito de venganza. “Tendrían que colgarlos”, declaró, palabras de las que se arrepintió el resto de su vida. “No me perdonaré nunca esa frase ignorante, vergonzosa y sedienta de sangre”, confesó en el catorce aniversario de las ejecuciones, “aunque sé que los muertos me habrían perdonado, aunque sé que quienes les aman me perdonan. Pero mi propia voz, tal y como sonó esa noche, resonará en mis oídos hasta que muera: reproche y vergüenza amargos”.
Cualesquiera que puedan haber sido sus motivos, puede decirse que una vez que Voltairine se unió a la causa libertaria, se convirtió en una de sus defensoras más conocidas. Era una prisionera de 14 años en un convento cuando Benjamin R. Tucker publicó Liberty e inauguró el primer movimiento libertario, y una década después, estaba escribiendo para Tucker. En 1890 conoció a Emma Goldman, que llegó a decir de su persona: “La mujer anarquista más dotada y brillante que América alguna vez produjo”.
Algunos de sus ensayos son realmente clásicos olvidados. En su ensayo “In Defense of Emma Goldman and the Right of Expropriation”, – En defensa de Emma Goldman y del derecho de expropiación, de 1894-, se identifica ya con el anarcoindividualismo de la tradición norteamericana: “Miss Goldman es comunista y yo soy individualista. Ella desea abolir el derecho a la propiedad mientras que yo deseo mantenerlo”.
Su ensayo “Anarchism and American Traditions”, apareció originalmente en 1908 y 1909 en las páginas de Mother Earth, la revista anarquista de Emma Golman. En el aborda asuntos tales como las formas en que está implícito el anarquismo en los escritos de los Fundadores de Estados Unidos, lo absurdo de la educación pública como piedra angular de una sociedad libre, o el problema de la extendida indiferencia por la libertad. 
Sin embargo, debemos señalar que el problema más importante de una obra como “Anarchism and American Traditions” es que no es en ningún sentido una obra original. No expone ideas que la autora no haya aprendido de otros. La realidad es que, como observa Eugenia DeLamotte, “de Cleyre no fue uno de los grandes teóricos originales del anarquismo a nivel general, aunque muchas de sus conferencias son síntesis brillantes y coherentes de ideas obtenidas de sus amplias lecturas sobre teoría anarquista”.
Pese a que en algunos textos posteriores lo rechazará, prefirió sostener lo que se denomina anarquismo sin adjetivos. No es claro si esto significó un acercamiento al anarcocomunismo, como sostuvieron Emma Goldman y Rudolf Rocker. Según las propias palabras de Voltairine “No soy ahora, y nunca he sido, una comunista.”
Su ensayo Sex Slavery – La esclavitud sexual- , publicado póstumamente en 1914, constituye una condena a las ideas de belleza femenina del momento. El ensayo se refiere sobre todo a las leyes sobre el matrimonio que segun Voltairine  “permiten a los hombres violar a sus esposas sin consecuencias”; ella consideró al matrimonio como “la aprobación de todo tipo de bestialidades”.
Su anarcorfeminismo fue una lucha contra los ideales de belleza establecidos que hacían deformar los cuerpos de las mujeres. Luchó contra las prácticas educativas sexistas y también contra la violencia doméstica y las violaciones dentro del matrimonio.
Su naturaleza era la de una asceta. Emma Goldman escribió “su acercamiento a la vida y a los ideales era la de los santos del viejo testamento que castigaban sus cuerpos y torturaban su alma por la gloria de dios”. Pero ella no tenía nada de religiosa. Con el pasar de los años,
evolucionó del anarquismo no violento, que defendía la acción directa, cercano al sindicalismo revolucionario de la International Workers of the World, a la defensa de la violencia cuando “en determinados momentos históricos, los actos de violencia eran el único medio de oposición a la explotación y a la tiranía”.

De Cleyre confiaba en la clase obrera americana. “ella siempre se esforzó por dirigirse a la clase obrera y criticó a los anarquistas que, como Emma Goldman, se dirigían a los intelectuales y a las clases burguesas”. ( Georgakas).
“Me resulta absolutamente horrible“ -escribía- “encontrar que el anarquismo se ha convertido en un capricho para los intelectuales”.  
En la revista Mother Earth de Goldman declaraba: “camaradas, hemos caminado en una dirección… Nuestra tarea debe estar siempre entre los pobres, los abandonados, los hombres y las mujeres que realizan el duro y brutal trabajo del mundo”.
La mayoría de sus conferencias se realizaron en el este y el medio-oeste de los Estados Unidos, pero también viajó a Inglaterra, Escocia y Noruega. Viajó en dos ocasiones a Europa de gira propagandística y en Inglaterra hizo contacto con los círculos de exiliados rusos, españoles y franceses. Hizo amistad con destacados militantes, como Kropotkin, Louise Michel, Sébastien Faure, Jean Grave, etc.. y en Londres conoció a muchos de los anarquistas españoles, procedentes del castillo de Montjüich. Max Nettlau que conoció a Voltairine en Londres, opinaba que ella era “la perla de la literatura anarquista”. Apoyó la revolución mexicana y especialmente el pensamiento y la acción de Ricardo Flores Magón, dando conferencias y recaudando fondos para libertarios mexicanos. 
Entre 1889 y 1910 vivió en Philadelphia, entre las comunidades de inmigrantes judíos pobres, que se convertirían posteriormente en el principal distrito electoral anarquista de U.S.A. Daba clases de inglés y música y también aprendió a hablar y a escribir el Yiddish. 
En 1892 fue una de las fundadoras de la Ladies Liberal League (Liga Liberal de Damas), una organización de librepensadores que trataba temas feministas (sexualidad, aborto, sexismo, etc.), y temas sociales (criminalidad, socialismo, anarquismo, etc.), también participó en la creación del Club de Ciencia Social, grupo anarquista de discusión y de lectura, y en 1905 abrió, con otras compañeras anarquistas (Natasha Notker, Perle McLeod, Mary Hansen, etc.), la Biblioteca Revolucionaria, que prestaba obras radicales a los obreros suscritos por una módica cantidad.
Su vida personal fue trágica. De naturaleza enfermiza y depresiva, intentó suicidarse al menos en dos ocasiones. Conoció a Dyer D. Lum con el que mantuvo una relación intelectual y emocional hasta el suicidio de este. El 12 de junio de 1890 tiene un hijo, Harry, engendrado con el librepensador James B. Elliot. Pero, Voltairine rechazó vivir con el padre  y éste se lo llevó a Filadelfia. Madre e hijo tuvieron muy poco contacto, pero Harry bautizó a su primera hija con el nombre de su madre.
En 1902, un estudiante celoso le disparó. “A pesar de que se recuperó” -escribió Georgakas- “su salud se vio seriamente afectada. Consecuentemente con su carácter, rechazó presentar cargos contra su agresor recomendando que este fuera tratado en un sanatorio mental y no en una prisión”. El ataque la dejó dolor crónico del oído y una infección de la garganta que afectaron a su capacidad de hablar o de concentrarse.
En 1912, cuando estaba en el momento más exitoso como escritora y oradora, enfermó, muriendo en Chicago el 12 de junio, a los 46 años. Fue enterrada en el cementerio de Waldheim en Chicago, junto a los sepulcros de los anarquistas de Haymarket, cuya injusticia había inspirado su vida.

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