miércoles, 16 de enero de 2013

José María Torres

"Tiré a la basura mis trofeos de karate y me reinventé"


Tengo 50 años. Nací en Súria y vivo en Alella. Estoy casado. Fui karateca de elite. Fundé con mi hermano una empresa de telefonía en la nube. Estoy casado y tengo cuatro hijos, de 19 a 3 años. Voto cada vez al político que me convenza. Creo que cada uno es su propio dios

El arte de la paz
Torres no se ve a sí mismo como empresario convencional, prefiere decir que se dedica a imaginar imposibles, como el proyecto de Numintec: hace diez años empezó a explotar el cloud computing (computación en nube), pionero servicio de telefonía para empresas. La máquina de café de su empresa (www.numintec.com) destina la cantidad de dinero que recauda al mes -doblada por la empresa: total, unos mil euros mensuales- a un comedor social del Raval, y Torres se ilusiona ahora con la producción de una película, mientras escribe El arte de la paz en los negocios, libro sobre cómo aplicar al negocio el objetivo del karate: vencer sin combatir.



De haber luchado con Bruce Lee, ¿hubiese ganado?

Sí. Bruce Lee era actor, no karateca de elite: ¡jamás compitió! Como Chuck Norris, al que le 


pregunté.

¿Qué le preguntó?


"¿En qué competición fuiste campeón, si no te he visto en ninguna?". Me confesó que era


 todo mentira, un personaje. Como las películas de Van Damme: basura.

¿Qué debe tener un buen karateca?


Disciplina, capacidad para entrenar muchas horas. Y dominar el miedo.

¿Se pasa miedo?


Cuando te enfrentas a un nórdico gigante...

¿Quién ganaba?


He sido dos veces campeón del mundo, cinco veces campeón de Europa y diez veces 


campeón de España.

¿Y todo eso gracias a la disciplina?


A los 14 años me levantaba a las cinco para entrenarme, antes de ir al colegio cada mañana. 


Y a mediodía, y de noche.

¿Cómo empezó?


Vi entrenarse a mi hermano mayor, y me gustó. Al empezar anuncié: "Quiero ser campeón del 


mundo". Todos se rieron.

¡Qué convicción!


Me entrené y me entrené sin excusas..., y a los 18 años fui campeón del mundo.

¿Qué dijeron sus padres?


No lo aprobaban: mi padre trabajaba en la mina, mi madre en una fábrica textil, ¡y el karate no 


da dinero!

¿Qué le dio el karate, a cambio?

Espíritu de sacrificio. Y viajé, pude ver mundo, fortalecí mi voluntad. Y hasta estuve en un 


templo chino con un monje shaolin...

Los de 'Kung-fu'...


El monje, concentrándose, decía poder encajar cualquier golpe sin dolor. "¿Puedo 


golpearle?", pedí. Le di... y quedó doblado.

¿Quién ha sido su ídolo en el karate?


Dominique Valera, un francés que era el mito en mi época... Y mi hermano.

¿También era bueno?


Muy bueno. Llegué a la primera final de mi vida, en el campeonato de Catalunya júnior... ¡y me 


lo encontré enfrente!

¿Y qué tal?


Los jueces nos amonestaron a los dos por falta de combatividad: él quería que ganase yo, y 


yo no quería ganarle...

¿Qué le atrajo del karate?


Que te forma física y psíquicamente: su objetivo es mejorarte como persona, te enseña el 

sacrificio y el respeto: te enseña a ser.

¿Qué fue lo más duro de su carrera?


Terminarla. Muchos deportistas de élite, al retirarse, sin sus días de gloria, se hunden.

¿Y usted?


Fui un tiempo responsable de seguridad de artistas: Don Siegel, Nicolas Cage...

Siegel también es karateca, ¿no?


Ejem... Me saludó con una reverencia de respeto cuando le explicaron mi palmarés. A Nicolas 


Cage tuve que darle una patadita.

¿Por qué?


Como responsable de su seguridad, le obligué a volver al hotel, él quiso retarme y... le rocé la 


cabeza con mi pie, y se calmó.

¿Sigue dedicándose a la seguridad?


No. Mi hermano me propuso asociarme con él para fundar una empresa de telefonía en la 


nube y competir contra las multinacionales, arrancar de cero, sin capital...

¿En qué consiste esa telefonía?


Ahorra a las empresas la inversión en centralitas, las deslocaliza, las hace más seguras y 


agiliza la conectividad telefónica.

¡Nada que ver con su vida anterior!


He sabido reinventarme. Para no cargar lastre en mi nueva vida, tomé una decisión: ¡tiré a la 


basura todos mis trofeos y medallas!

¿En serio?


¡Eran cientos! Lo metí todo en cajas, y las tiré a un contenedor. ¡Incluida la medalla al mérito 


deportivo del gobierno español!

Vaya... ¿Era necesario?


Hay que ser flexible, adaptarse y empezar de cero, ¡olvidarte de lo que fuiste! Si un alto 


ejecutivo se queda en paro, ¡que sepa convertirse en camarero sin sentirse frustrado!

Difícil.


Imprescindible. Las artes marciales enseñan a ser así. Y a tener valor y tener palabra.

¿Qué es tener valor?


Dominar los miedos. ¡Ahora la gente está dejándose dominar por los miedos!

¿Y qué tal le ha ido con su hermano?


¡Tenemos ya 44 empleados! Trabajando duro, como nuestros padres. Mi padre vendía hielo 


por las tardes, después de la mina...

¡Enhorabuena por esos empleos!


Empresarios que se compraron coches y yates iban bien..., hoy están arruinados. Nosotros lo 

reinvertimos: queremos crear más empleos. No me seduce el dinero, no es un valor absoluto, 

¡está sobrevalorado!

¿Y qué le seduce?


Me hace feliz inventar proyectos: convoco cenas de empresarios, financio películas...

¿Películas?


¡El primer largometraje interactivo! Entrarás en la sala con el móvil, participarás en la trama, te 


bajarás su videojuego... Y yo haré un cameo como profesor de karate, ja, ja...

¿Cuál es ahora su sueño?


El que me enseñó el karate: seguir construyéndome, mejorándome. No tener: ¡ser!

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