sábado, 15 de diciembre de 2012

El Regalo de la Liebre



Hace mucho, mucho tiempo, una luna completamente calva se asomaba a un claro del bosque. Una liebre solitaria, se apoyaba junto a una roca. 

De repente las orejas de la liebre se levantaron. Un hombre había tropezado en el claro, cayendo cerca de ella. La liebre olisqueó y se acercó un poco, los ojos del hombre permanecían fijos en el pequeño animal. 

"Estás enfermo y cansado." - dijo la liebre. 
"Sí, estoy cansado, pequeña amiga." 

La liebre de un salto se acercó aún más. 

"Pon tu mano sobre mi piel." 

El hombre descansó su delgada mano sobre la espalda del animal. 

La liebre notaba la amabilidad de aquel hombre, sin saber que era realmente Buda. 

"Te has perdido, ¿verdad?." 
"Me he perdido." 
"Si quieres puedo llevarte al borde del bosque." 
"No tengo con qué pagarte.", dijo el hombre 

La liebre contestó: 

"Seré yo quien esté en deuda contigo si caminas a mi lado y me hablas." 

El hombre asintió lentamente. La liebre guió a su nuevo amigo hasta el borde del bosque y, tras una tranquila y amena conversación, ambos llegaron hasta una amplia llanura. 

La luna brillaba completamente blanca sobre ellos.


La liebre miró al hombre y le dijo "Debes tener mucha hambre." 

"Estoy famélico", contestó. 

"Por favor, hazme el honor de cenarme. Estoy rellenita y soy lo suficientemente joven como para no estar dura", dijo la liebre. 

Sin dejar que el hombre respondiera, la liebre preparó un fuego y dijo: 
"Gracias por tu compañía, amigo mío, disfruta de la cena" y saltó al fuego. Pero Buda alargó a tiempo el brazo cogiendo a la liebre y dijo: "Una criatura tan buena no merece morir de esta forma. Hagamos que el mundo mire hacia arriba y te vea, amiga mía, la liebre en la Luna, y recuerde tu compasión por un viajero perdido y hambriento"

Y desde este día, la Luna brilla con la forma de una amable liebre. Los viajeros errantes encuentran esperanza y ánimo cuando la ven en el cielo. 

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