martes, 14 de agosto de 2012

Herta Müller


Herta Müller, escritora alemana nacida en Rumanía, es menuda y de aspecto quebradizo. Cuando el periodista le hace una pregunta, se toma un tiempo para pensar y su respuesta es fluida, clara. nítida, sin rehuir ninguna arista. Está en Barcelona porque el CCCB le ha invitado a dar una conferencia con el título La lengua como patria y se le recuerda que otro rumano alemán, Paul Celan, vivió como tragedia tener que escribir poesía en la misma lengua que la de los verdugos de su pueblo judío y que Semprún decía que la patria de un escritor es la literatura, no la lengua. Müller,que vivió la represión comunista, dice que sí, que Semprún tenía razón. “La lengua no es una patria. El título de la conferencia no es decisión mía. Semprún decía que la patria del escritor no es la lengua, sino lo que se dice con ella. Necesitas vivir la hostilidad que se puede ejercer con la lengua, y más aún si esta lengua es la tuya y la entiendes. Esto pasa ahora en Irán, en Cuba, donde las víctimas hablan la misma lengua que sus guardianes. Paul Celan decía que escribir poesía en la misma lengua que los asesinos de su madre era muy complicado. No consiguió resolverlo, porque siguió escribiendo en alemán. Hay otros, como el propio Semprún, que se pasó al francés . Pero no es la lengua la que construye los totalitarismos. La lengua de Hitler era muy pobre y los judíos que marcharon al exilio siguieron hablando alemán, que no era el que utilizaban los nazis, tan vulgar”.
“No sé cómo funcionan ni un banco ni la bolsa. No es mi trabajo”, dijo Herta Müller sobre el papel que desempeña Alemania en la crisis de la Eurozona, “Ahora bien, creo que se exagera cuando se dice que Alemania está oprimiendo a Grecia. Esta crisis nos está superando a todos. La gente no entiende muy bien qué está pasando”.
La escritura de la premio Nobel se desliza de la narrativa al ensayo y a la poesía, con abundancia de metáforas, frases cortas y fragmentos de prosa. “No los veo -dice– como géneros diferentes. Ahora más bien hago collages de textos más cortos. Desde que me dieron el Nobel dispongo de menos tiempo para los textos largos. Me sale de forma institiva. La poesía la veo como una oración para personas no creyentes como yo. Cuando iba a los interrogatorios de la policía, recitaba interiormente poemas. Me daban fuerzas. Fijese que cuando hay dictaduras, la gente lee mucha poesía. E igual en los campos de concentración, en las cárceles. Uno no pierde la fantasía porque tiene miedo a morir. La poesía no sirve para embellecer la realidad, sino para transformarla, para hacer justicia. Yo al principio no leía literatura, me basaba en las experiencias de la vida, pero no encontré las respuestas a mis preguntas en la vida, las encontré en la literatura”.
El uso de las metáforas es uno de los rasgos del estilo de Herta Müller. “Yo nací y me he educado entre la minoría alemana de Rumanía y hablo alemán, pero debajo de mi alemán está el rumano, que es una lengua dura, vulgar, en absoluto ordinaria, cargada de supersticiones, que le da una dimensión rumana a mi alemán. Yo me siento como si no llegara a formar parte de ningún sitio. En mi universo hay un poco de todo y aunque envidio a los escritores que no necesitan las metáforas y tienen una escritura de cristal, transparente, yo las busco porque tengo la sensación de que sólo puedo tocar la realidad cuando hago uso de ellas.”
La escritora ha dado testimonio de los tiempos de represión comunista y sus efectos devastadores en el ser humano y la sociedad. ¿Cuál es la frontera entre el olvido necesario para la conciliación y la necesidad del ajuste de cuentas con la memoria para que, en momentos de crisis como el actual, no se repitan los errores del pasado? “La palabra olvido -dice Müller- es muy compleja. No es lo mismo el olvido de la víctima que no tiene más remedio que olvidar para seguir viviendo, que el olvido del verdugo. Las nomenklaturas de las tiranías siguen existiendo una vez han perdido el poder y dependerá de qué fuerzas mantengan para seguir imponiéndose o no. Las dictaduras dividen a la sociedad. En todo caso es un proceso de debate colectivo y la frontera ha de ser móvil, flexible. Lo que es seguro es que este debate se ha de producir, porque, si no, acabará surgiendo, como sucede en la RDA, Rumanía o España”,
¿Volverá a vivir en Rumanía algún día? Herta Müller dice que no. “La gente no tiene por qué vivir en el lugar donde nació. Cuando me dieron el Nobel, el jefe de la policía secreta, la Securitate de Ceaucescu, me dijo que tenía que darle la mitad del importe del premio, porque la temática de mis libros me la habían dado ellos, la vigilancia, los interrogatorios, la represión.... Ya no queda ni rastro de la cultura de la mínoría alemana en Rumanía. Rumanía es hoy un país donde reina la corrupción, donde la democracia no se ha consolidado aún. la gente es cada vez más pobre y no se sabe hacia donde va. Mucha gente tiene que irse del país porque no tiene otra alternativa”.


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