domingo, 19 de agosto de 2012

Arancha Merino

"Somos como rebaños, nos dan miedo los cambios"

La experta en gestión emocional renunció a una carrera de éxito para entender el comportamiento humano y encontrar la verdadera felicidad

Aunque deseaba ser psicóloga, estudió Ciencias económicas y empresariales, más por imposición que por devoción – “Los psicólogos no se hacen ricos”, me decían-. Y tras una dilatada y exitosa carrera profesional como directora financiera de una importante multinacional, una enfermedad se cruzó en el camino de Arancha Merino. “Lejos de derrumbarme, decidí entender por qué con tan sólo 34 años tenía que debatirme entre la vida y la muerte”, comenta en su libro Haz que cada mañana salga el sol (Alienta Editorial). Y decidió dar un cambio radical a su vida. La autora es especialista en el conocimiento y la gestión de las emociones, imparte cursos y seminarios de desarrollo personal, forma a docentes, padres e hijos. “Las crisis son oportunidades, pero cada uno elige el tipo de vida que quiere llevar. En la mía no hay límites, ni imposibles”, comenta en su blog.

- ¿Qué le llevó a dedicarse a la gestión de las emociones?
- Estudié una carrera que no elegí para acontentar a mi familia y amigos y cumplir las expectativas de los demás. Pero cuando no elegimos por nosotros mismos, nos sentimos insatisfechos. Al cumplir 40 años me pregunté: “¿Realmente esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida? Sé que puedo hacer otras cosas…”.

- ¿Y qué le interesa más?
- A mí siempre me ha apasionado el comportamiento humano: ¿Por qué hoy eres mi amiga y mañana estás criticándome por la espalda? ¿Por qué esa persona me envidia pero luego no quiere hacer lo que yo hago? ¿Por qué nos quedamos enganchados al resentimiento cuando alguien nos hace daño?

-¿Qué le llevó a abandonar su exitosa carrera profesional?
- Pasé por un cáncer que me hizo reflexionar mucho hacia dónde quería dirigir mi vida, mis ganas de vivir eran más fuertes que nunca y quería hacer algo que realmente me satisficiera.

- El cáncer fue crucial para su vida…
- Fue determinante. Nunca vi la enfermedad como un castigo, sino como una oportunidad para darme cuenta que algo estaba haciendo mal. No busqué culpables, pero pensaba “¿por qué me pasa esto? ¿Qué hay en mí que haya podido crear esta enfermedad a esta edad?”.

- ¿De qué se dio cuenta?
- De que no era feliz, que seguía complaciendo los deseos de los demás, que no era yo misma, que me había puesto una máscara. En el fondo somos como rebaños, nos dan miedo los cambios.

-Pero no fue fácil cambiar…
- Cuando empezaba a tener mis dudas, a manifestarlas, encontraba reticencias por parte de los demás – “quédate donde estás”, “adónde vas a ir”, “si no sabes hacer otra cosa”, “con la edad que tienes…”- Eran dudas reales y me lo planteé muchas veces. Después de la enfermedad continué trabajando e, incluso, adquirí nuevas responsabilidades.
- Pero…
- Fue cuando me di cuenta que no podía continuar de esa manera: cada vez estaba más insatisfecha, ya no sabía cómo cubrir mi vacío existencial ni qué comprarme o qué viaje hacer para olvidarme que no estaba haciendo realmente lo que quería.

- Intentaba cubrir sus necesidades existenciales con cosas materiales…
- Es una de las razones de que se eleven los porcentajes de consultas psicológicas. Tenemos dos partes en nuestra persona: la social y la personal. Cuando damos importancia a la primera parte, nos volvemos más vulnerables a lo que digan los demás de nosotros porque vivimos de cara a ellos, nos convertimos en esclavos, somos manipulables y no podemos ser felices, nos quejamos y culpamos.

- ¿Y qué fue lo que siguió?
- Dejé la multinacional y dije: voy a vivir mi vida. Empecé de cero con 41 años, pero también con mucha experiencia y sabía hacia dónde quería ir. También cayeron muchos amigos por el camino.

- ¿Qué es lo que aprendió de la lección?
- Crecemos pensando que la felicidad viene de fuera, por eso intentamos conseguir puestos importantes y, por ejemplo, tener un buen coche y una buena casa para demostrar que somos felices. Pero la realidad es que si no hay un equilibrio entre la parte social y personal, no vamos a encontrar el bienestar.

- ¿Cómo se consigue la felicidad?
- Conociéndote a ti mismo, queriéndote, apreciándote y viendo realmente lo que tienes dentro. La felicidad está en el interior: cuando estás en paz contigo mismo, lo que digan los demás no te va a perturbar, pero para llegar a ese estado tienes que revisar muchas cosas. Para conseguirlo, tenemos las emociones. Si no estás seguro, no vas a poder ser feliz; si no te desarrollas, no evolucionas; si no hay justicia en tu vida, tampoco lo conseguirás; si no sacas tu creatividad, no te valoras y no te reconocen los demás.

- ¿Pero a veces mirar hacia dentro puede ser doloroso?
- Sí, pensamos que no podremos soportar lo que vamos a ver y preferimos no mirar. Las máscaras nos las empezamos a poner de pequeño, entre los cinco y siete años, cuando creamos nuestra personalidad. Pero hemos magnificado nuestras deficiencias y no es para tanto.

- Nos ponemos máscaras para protegernos.
- Es incierto. Utilizamos tan mal las emociones y nos llevamos tantas desilusiones que cuando nos toca hacerlo bien, no nos atrevemos. Si entregas lo mejor de ti a una persona manipuladora y que te quiere utilizar, vas a pensar que el amor te hace débil y vulnerable y no vas a querer amar; vas a castigar a los que te van a ofrecer un espacio seguro y te van a dar su cariño y te vas a distanciar de ellos porque una vez alguien te hizo daño porque no supiste poner límites. Conociendo bien las emociones, perdemos esa vulnerabilidad y nos podemos quitar la máscara.

- ¿A qué se refiere cuando habla de maltrato sutil?
- Lo identifico con esa forma que la sociedad nos hace comportarnos. El maltrato sutil va poco a poco pero nos hace mucho daño porque perdemos nuestra esencia: la libertad de ser como realmente elijamos en cada momento.

- ¿Cuál es el peor error que cometen los padres en la educación de sus hijos?
- Cuando somos pequeños con toda mejor voluntad y cariño, nos quieren proteger de un mundo cruel y horroroso, y para que no seamos vulnerables nos envían mensajes como “el amor es de débiles”, “no digas determinadas cosas”, “pon a los demás antes que a ti mismo”. Todo esto es falso y nuestra respuesta también. De pequeño lo necesitamos para defendernos, pero una vez somos mayores no nos hace falta.

- ¿Qué opina de la perfección?
- No existe y si existiera, sería muy aburrida y muy monótona. Creo en un mundo diverso, en que podamos confundirnos, aprender de nuestros errores, donde no exista el fracaso, porque no es más que una pérdida de expectativas. Entonces, ante una pérdida de expectativas la emoción que corresponde es la tristeza, que nos ayuda a aprender y evitar sentirnos fracasados.

- ¿En qué consiste la gestión de las emociones?
- Todo el mundo tiene un poco de miedo a la gestión de las emociones porque lo relacionan con “el control”, pero se refiere a lo contrario: es sencillamente entender que cada emoción requiere un estímulo y cada situación de nuestra vida va a requerir una emoción: utilicémosla sabiamente para conseguir beneficios. Por supuesto, parte de la base de la observación de los estímulos. De pequeños las aplicábamos de manera natural.

- Póngame un ejemplo de la importancia de saber gestionar bien las emociones.
- Ante las pérdidas, en vez de responder con tristeza lo que hacemos es reaccionar con rabia. Si te digo que tienes que ir a una entrevista de trabajo a las 12 del mediodía, pero te encuentras un accidente en la carretera y llegas media hora tarde y le dan el puesto a otro, ¿cómo reaccionarás? La mayoría reaccionaría con rabia y esta emoción nos hace perder los papeles, volvernos agresivos, amargarnos y amargar a los demás. Es una mala gestión de la emoción.

- ¿La buena emoción cuál sería?
- La tristeza. “Pérdida” equivale a “tristeza”, no es la depresión, la negatividad ni el fatalismo, es una emoción muy importante: nos hace tomar conciencia de que algo está pasando en la vida, algo estamos perdiendo, nos hace parar y reflexionar para que esas mismas circunstancias no se repitan.

- Las emociones se confunden…
- También sucede que sentimos rabia en vez de tristeza, pero cuando nos toca sentir rabia – porque alguien nos manipula, nos miente, nos traiciona- nos quedamos callados y pensamos: “Bueno, a lo mejor he sido yo”, “es que si le digo algo, qué va a pensar de mi”, y luego le criticamos a las espaldas. En este caso la emoción correcta era rabia; si te mienten o traicionan, ponte en tu sitio, hazte valorar, que el otro entienda que no toleras los engaños. Pero si te callas, te sientes culpable. Y cuando te sientes culpable y estás en ese estado mucho tiempo, se llega a la depresión.

- ¿Qué son las emociones falsas?
- Sustituir lo que sería adecuado y conveniente, por lo que no lo es. Si hay una amenaza, toca sentir miedo, pero si en vez de eso, sientes amor, eso te llevará a convertirte en una persona débil y vulnerable que se acabará decepcionando. Las falsas emociones crean disfunciones emocionales. Hay personas con más tendencia al resentimiento, la envidia, al sentimiento de culpa, a la inconsciencia o temeridad, y siempre fallarán en estos estímulos.
- ¿Cuántas sensaciones negativas pasan cada día por nuestra cabeza?
- Tenemos más de 100.000 pensamientos negativos al día, entre los inconscientes y los conscientes. Un pensamiento se convierte en una emoción y ésta a su vez en un sentimiento, que es lo que te empuja a actuar. Y lo que pensamos es lo que creamos. Si pienso que algo es imposible, mi emoción será “impotencia” y eso me hará sentir impotente y, al final, no voy a poder hacer nada. No todos los pensamientos negativos nos conducen a emociones falsas, podemos reconducirlas.

- ¿El hecho de tener muchos pensamientos negativos quiere decir que algo va mal?
- Parece que nos resulta más fácil pensar en negativo que en positivo. Es que las emociones son contagiosas. Los sentimientos negativos es lo que más se contagia. Si llegas a la oficina contenta y hay un grupo de personas que está enfadado y gritando, es muy difícil que contagies tu positivismo, lo fácil es lo contrario.

- ¿Cómo evitar contagiarnos de las sensaciones negativas?
- Tenemos que evaluar las personas de las que nos rodeamos. Si hay una persona cerca que está siempre quejándose, que va de víctima por la vida, aléjala de tu vida o ponle límites si tienes que trabajar con ella. Entonces, escapa y huye de todo lo negativo: no te acuestes viendo las noticias, lee un libro agradable o charla con tu pareja, practica ejercicio, vitalízate, rodéate de personas positivas y generosas, que hay muchas.

- Y al día siguiente…
- Haremos que cada mañana salga el sol. Es tan fácil como proyectar tus deseos en tu mente y ver tus deseos como si fueran realidad. Conozco muchas personas que han superado cosas increíbles y han conseguido cosas maravillosas, sencillamente han creído en ellas.


 

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