domingo, 26 de febrero de 2012

Wolfgang Amadeus Mozart

Archivo:Wolfgang-amadeus-mozart 1.jpg
Mozart expresó a veces su indignación contra algunos artistas contemporáneos:
“Tiene uno que indignarse con vosotros, diletantes, porque siempre os ocurre una de estas dos cosas: o no tenéis pensamientos propios y cogéis los ajenos; o tenéis pensamientos propios y no sabéis qué hacer con ellos.”
Siendo Mozart un adolescente, se le acercó un muchacho de su edad y le preguntó cómo se componía una sinfonía. Mozart le contestó que aún debía dejar pasar muchos años de aprendizaje antes de intentarlo. El joven, irritado con la respuesta le objetó: “Pero tú ya componías a los diez años”. Mozart, imperturbable contestó: “Sí, pero no tenía que preguntar cómo”

Una muestra de la prodigiosa memoria musical sería la anécdota ocurrida cuando contaba con tan sólo catorce años, durante un viaje a Roma con su padre. Este pidió a la Biblioteca Vaticana la partitura del Miserere, de Gregorio Allegri, compositor del siglo XV, que sólo se cantaba en Roma durante la Semana Santa . Le denegaron la partitura porque estaba considerada como exclusiva y no se permitía su difusión.
Al día siguiente, el adolescente Mozart acudió a la iglesia donde se ejecutaba la pieza y tras escucharla, volvió a su hotel y la reprodujo totalmente. Sólo necesitó volver al día siguiente para hacer algunas correcciones. La pieza dejó de ser secreta desde entonces.


En cierta ocasión le preguntaron a Gioacchino Rossini:
— ¿Quién es el más grande de los músicos?
— Beethoven —respondió el autor de El Barbero de Sevilla.
— ¿Y Mozart? —insistió quien preguntaba
— ¿Mozart? —dijo Rossini— ¡Ah, Mozart es único!

“...El caso de Mozart se me antoja inexplicable. ¿Cómo, si no, podría manifestarse la Divinidad, a no ser por la evidencia de los milagros que se producen en algunos hombres, que no hacen sino asombrarnos y desconcertarnos?”
(Johann W. von Goethe)


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