viernes, 21 de junio de 2019

Philip K Dick

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Cuando los protagonistas de VALIS finalmente se encuentran con Dios (o lo que aparenta ser Dios), le preguntan cómo puede haber justicia en un mundo en el que el gato de Kevin, el lado cínico del escritor, murió atropellado. La muerte del gato es una de las constantes a lo largo de la novela autobiográfica; podría decirse que es uno de los temas centrales, probablemente debido al hecho de que una de las mascotas del escritor, un gato con el que tenía una intensa relación, murió de cáncer luego de las experiencias místicas del escritor.
Y lo que aumenta todavía la importancia es que PKD creía que la muerte estaba relacionada directamente con ese SIstema VAsto de INteligencia VIva: Philip K. Dick sospechaba que su gato había enfermado de cáncer debido a la fuerte radiación emitida por Valis (la misma radiación que, en la novela, causa que una versión ficcionalizada de Brian Eno asesine involuntariamente a Dios).
La preocupación de Dick por la muerte de su mascota es comprensible cuando sabemos de su amor por los gatos. Más allá del hecho conocido de que durante años el escritor se alimentó en parte con comida para gatos, la Exégesis contiene una anécdota que da cuenta de la relación entre ellos. En una ocasión, Dick –con frecuentes problemas de salud-- no soportaba el dolor de estómago –en determinado momento, el gato se subió al regazo del escritor y comenzó a ronronear. Inmediatamente, el dolor empezó a desaparecer y Philip K. Dick supo que el gato lo estaba curando.
 http://pijamasurf.com/2014/08/los-gatos-tambien-pueden-estimular-tu-excentricidad-o-asi-fue-con-burroughs-y-otros/

Charles Bukowski

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La relación misteriosa y sutil entre un gato y aquel que puede quererlo y alimentarlo (pero nunca es su dueño), por algún motivo extraño relacionado seguramente con la naturaleza felina, no hace más que profundizarse cuando la parte humana del vínculo se dedica a escribir. De Mark Twain a Hemingway y de Cortázar a Murakami, la relación es tan importante que Osvaldo Soriano llegó a decir que "un escritor sin gato es como un ciego sin lazarillo".
No son pocas las veces que los gatos hacen el salto a las páginas y se convierten en musa y protagonista –es el caso de Beppo, el gato de Borges con nombre de personaje de Lord Byron, que tiene un poema en su haber. Pero hay ocasiones en las que la profundidad del silencio con el que caminan sobre superficies sobre las que ningún mamífero con sistema nervioso debería transitar y el recorrido misterioso, claro, de su mirada hasta llegar a la mirada de aquel que nunca debe considerarse dueño de un animal tan arrogante son retratados con surrealismo etéreo y precisión absoluta –la mejor combinación posible al tratarse de gatos domésticos, esos animales que de acuerdo a Neil Gaiman nos protegen de los demonios de la noche. Estos son algunos retratos.