domingo, 28 de mayo de 2017

Saul Bellow



Aunque alejado ya de la política marxista, seguí admirando a Lenin y Trotski. Al fin y al cabo, había empezado a oír hablar de ellos en la trona donde me daban de comer mi puré de patatas. Cómo podía olvidar que Trotski era el creador del Ejército Rojo, que leía novelas francesas en el frente mientras derrotaba a Denikin. Que convencía a enormes multitudes con sus deslumbrantes discursos. El atractivo de la Revolución aún seguía fascinando. Además, las más respetadas personalidades literarias e intelectuales se había rendido a ella. Al volver de un viaje de Rusia, Edmund Wilson hablaba de la “luz moral en la cima del mundo”, y fue él quien nos había descubierto a Joyce y a Proust. Su historia del pensamiento revolucionario, Hacia la estación de Finlandia, se publicó en 1940. Cuando ya se había producido la invasión de Polonia, y Francia había caído en manos de los nazis.
Mil novecientos cuarenta también fue el año del asesinato de Trotski. Yo estaba en México por entonces, y una conocida del Viejo, una señora europea a quien yo había conocido en Taxco, me organizó una entrevista. Trotski accedió a recibirnos a mi amigo Herbert Passin y a mí en Coyoacán. Lo abatieron en la mañana de nuestra cita. Al llegar a Cuidad de México, nos encontramos con los titulares. Cuando nos presentamos en su casa nos tomaron por periodistas extranjeros y nos enviaron directamente al hospital. En la sala de urgencias reinaba el desorden. Sólo tuvimos que preguntar por Trotski. Nos abrieron una puerta en una pequeña sala lateral, y allí lo vimos. Acababa de morir. Un cono de vendajes ensangrentados le cubría la cabeza. Tenía las mejillas, la nariz, la barba, la garganta surcadas de sangre y de iridiscentes hilillos de tintura de yodo.
Se cuenta que una vez dijo que Stanlin podría matarlo cuando quisiera, y ahora comprendimos lo que un poder de tan largo brazo era capaz de hacer con nosotros; lo fácil que era para un déspota ordenar una muerte; lo poco que costaba matarnos, el leve dominio que nosotros, con nuestras filosofías de la historia, nuestras ideas, programas, propósitos, voluntades, teníamos sobre la materia de la que estábamos hechos.
Saúl Bellow. Todo cuenta. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2005. p.131
 http://larotativa.nexos.com.mx/?p=232

sábado, 27 de mayo de 2017

Tránsito Amaguaña

 

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Mujeres de Abya Yala: Mama Tránsito Amaguaña (1909-2009)


Martes 2 de marzo de 2010 por CEPRID
Mailer Mattié
CEPRID
Alegre, altiva y rebelde
La historia del movimiento indígena en los países andinos, está tejida con los hilos de la vida de hombres y mujeres que han tenido el valor de seguir siempre hacia adelante. Oprimidos, humillados, ignorados y reducidos a condiciones absolutamente indignantes de supervivencia, mantuvieron la certeza de que la justicia y la libertad sólo se alcanzan luchando con honestidad. Resistiendo en medio de la brutal violencia, confiaron en la tenacidad de sus pueblos y en la fuerza de sus culturas como instrumentos pacíficos para defender sus derechos y sus territorios. Quisieron legar así a las nuevas generaciones un camino abierto para mejorar el mundo en Abya Yala (la tierra viva, el continente americano), en medio de las montañas y los bosques sagrados, donde reposa el espíritu de los antepasados y la memoria de sus luchas y sufrimientos. Tránsito Amaguaña –Mama Tránsito la llamaba su gente, en referencia a su fuerza e inteligencia- tuvo sin duda ese valor, esa certeza y esa confianza.
Quienes la conocieron afirman que fue altiva, alegre, honesta, franca, dulce, explosiva, rebelde y su voz sonaba siempre fuerte y segura. Murió el 10 de mayo de 2009, cuatro meses antes de cumplir cien años, mientras dormía en su humilde casa de La Chimba, hermosa comunidad andina kayambi de 360 familias situada en la Provincia de Pichincha, cuya capital es la ciudad de Quito (1). En estos páramos, en la mitad del mundo, al amparo del volcán nevado Cayambe de 5790 metros de altitud, se forjó la lucha de los pueblos indígenas en Ecuador, siendo Mama Tránsito una de sus principales protagonistas. Hija de Mercedes Alba y Vicente Amaguaña, cambió su nombre Rosa Elena cuando, aún muy joven, se inscribió -por hambre y por necesidad, como afirmó en una oportunidad- en el recién fundado Partido Comunista, pasando a ser conocida públicamente como Tránsito. De origen kayambi, vivió toda su vida en Pesillo, la región donde nació, actualmente el territorio que comprende la Parroquia de Olmedo constituida por seis comunidades indígenas, incluyendo La Chimba. Pesillo, en efecto, fue un centro comunitario habitado hace unos mil quinientos años por poblaciones autónomas karankis y kayambis de lengua kichwa. La resistencia contra la dominación inka se mantuvo allí hasta el año 1515 y en 1534 llegaron los colonizadores españoles. En la región prevalecieron los sistemas del concertaje y de hacienda, caracterizados por la intensa explotación del trabajo indígena, inclusive hasta la primera mitad del siglo XX. Los pobladores actuales conservan la memoria de la opresión, la violencia y la esclavitud de la vida en las haciendas; la principal referencia del tiempo se asocia, de hecho, a los diversos cambios en la propiedad de la tierra: hablan del tiempo de los padres (frailes), del tiempo de los arrendatarios y del tiempo reciente de las cooperativas.
El territorio de Pesillo fue administrado a partir de la colonización española por frailes dominicos, jesuitas y mercedarios, a quienes se les concedió autoridad para esclavizar a los indígenas y explotar sus ancestrales territorios, mientras imponían la fe mariana. El Estado ecuatoriano en 1908 expropió a la Iglesia católica, dividiendo las tierras en cinco grandes haciendas que entregó luego a arrendatarios. El nuevo régimen asignó a los campesinos indígenas en usufructo un pequeño lote de tierra –el huasipungo- (2) para la subsistencia, a cambio del trabajo de toda la familia en el mantenimiento y la producción de la hacienda. Posteriormente, la Reforma Agraria en 1964 distribuyó una parte de esas tierras entre los mismos huasipungueros, vendiendo el Estado el resto a cooperativas campesinas mediante créditos. Durante los años ochenta, las cooperativas saldaron las deudas y las tierras se dividieron entre sus miembros, de tal modo que cada familia recibió algunas hectáreas para uso propio. Las cooperativas dieron paso así a la comunidad actual, caracterizada por la pequeña propiedad privada de la tierra, la gestión colectiva de recursos como el agua y el mantenimiento de mecanismos de ayuda mutua y reciprocidad.
En La Chimba, Mama Tránsito criaba cerdos y cuyes y ejercía de curandera en compañía de su nuera Guillermina Cerón, quien la cuidó durante sus últimos años. No poseía tierras en la comunidad y sus escasos ingresos provenían de una pensión mensual que le asignó el gobierno en 2003, cuando recibió el prestigioso premio nacional Eugenio Espejo. En esa oportunidad declaró públicamente: “¡Bonitico el gobierno, es la primera vez que se acuerda de mí (...). Pero mi verdadero premio es el avance de mis hermanos, de mis hermanas, de todo mi pueblo!.” En el año 2002 impulsó la fundación de la Asociación Agro-Artesanal que lleva su nombre, cuyo objetivo es fomentar los huertos organizados por mujeres que incluyen el cultivo de plantas medicinales, alimentos tradicionales y la conservación de semillas. En agosto de 2009, los Presidentes de Ecuador y Bolivia Rafael Correa y Evo Morales, en compañía de la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchu, inauguraron en La Chimba el Centro Cultural Comunitario Tránsito Amaguaña, construido donde estuvo su casa y al lado del lugar donde había sido enterrada meses antes. Además de un homenaje a su memoria, el Centro es también un espacio de documentación sobre la historia del movimiento indígena ecuatoriano.
Infancia en el huasipungo
Mama Tránsito nació el 9 de septiembre de 1909 en la hacienda de Pesillo –aunque nunca tuvo documentos para probarlo-, un año después de que el gobierno liberal de Eloy Alfaro (1906-1911) implementara la Ley de Beneficencia o Ley de Manos Muertas, con el fin de expropiar a los frailes mercedarios e incorporar la tierra y la mano de obra indígena al mercado. Durante el período 1908-1913, sin embargo, el propio Estado asumió su administración, hasta que finalmente las tierras fueron dadas en arrendamiento. La hacienda de Pesillo quedó entonces dividida en tres predios: Pesillo, Moyurco y La Chimba, aunque más tarde fueron reagrupadas de nuevo y entregadas a un solo arrendatario.
Los frailes habían sido patrones brutales y crueles, aunque la situación de opresión se mantuvo bajo el dominio de los nuevos arrendatarios. La infancia de Mama Tránsito transcurrió, pues, en medio de la miseria y el sufrimiento. Sus padres eran huasipungueros y vivían en una choza insalubre en los predios del huasipungo; trabajaban ocho días a la semana curtiendo pieles, cuidando un rebaño de 1700 ovejas y prestando sus servicios (huasicamías) a mayordomos y capataces a cambio de papas, cebada y trigo. Entregaban, además, una décima parte de su producción de subsistencia a la Iglesia, que seguía manteniendo una fuerte influencia en la región. La hacienda tenía grandes extensiones de bosques y pastizales y producía -para el mercado nacional y exportación- lana, quesos, pieles, cereales y leguminosas. Poseía también su propia cárcel, puesto que el maltrato a los indígenas era permanente. Siendo niña, Tránsito Amaguaña presenció muchas veces los golpes que recibió su familia, tal como ella misma contó en repetidas ocasiones. Las mujeres huasicamas, además, tenían obligatoriamente que trabajar junto al marido en las labores del campo, y no se les permitía llevar consigo a los niños pequeños; así, Tránsito pasó los primeros cinco años de su vida al cuidado de una tía, privada de la alimentación materna. Al cumplir 9 años de edad, asistió a la escuela durante seis meses, cuya función principal era inculcar en los pequeños la obediencia y la sumisión a los patrones, bajo amenazas y golpes. En una entrevista, ella misma rememoró esta época: “Ese tiempo era amargo, era tiempo de gamonales (patrones), tiempo de ricos (...). A gusto de ellos maltrataban, a gusto de ellos pisoteaban (...) ¡Qué señoras! ¡Qué mayordomos!, eran para hacer sufrir y golpeaban (...). El escribiente nos obligaba a decir en la escuela: bendito alabado amo, bendita alabada patroncita”. (3) Cumplido el corto período de adoctrinamiento, comenzó enseguida a trabajar como servicia, atendiendo a los patrones, cortando leña, lavando ropa, cuidando animales, recogiendo la cosecha y llevando productos de la hacienda a otros lugares para la venta y el trueque. A los 14 años, intentando protegerla de la habitual violencia sexual, la madre concertó su matrimonio con José Manuel Alba, un hombre de 25 años dado a la bebida que la golpeó desde el primer día de convivencia. El alcohol y la miseria, en efecto, hacían estragos entre los hombres, así que fueron las mujeres en muchos casos quienes lograron mantener la fortaleza y la resistencia frente a la opresión, transmitiendo asimismo los valores culturales ancestrales a sus hijos. De su padre, por ejemplo, Mama Tránsito dijo alguna vez: “Papá era humilde. Era medio tontito, medio shunshito, medio sordito, medio sin cabeza. Él sólo quería tomar chicha y bailar, nada más”. (4) Su madre, al contrario, se convirtió pronto en una de las principales cabecillas de las rebeliones que más tarde tuvieron lugar en Pesillo.
Después que el Estado expropió a la Iglesia, los mismos frailes se encargaron de crear falsas expectativas a los indígenas en relación a la recuperación de sus tierras ancestrales. El nuevo sistema de arrendatarios –como era de esperar- no produjo cambios positivos y los trabajadores comenzaron a organizarse clandestinamente, hasta que en 1919 estalló la primera revuelta en la hacienda de Pesillo. Un año antes, el gobierno de Alfredo Baquerizo (1916-1920) había prohibido el encarcelamiento por deudas con los patrones y el pago del trabajo en especie, normas que fueron ignoradas por los arrendatarios, llevando a los indígenas a la rebelión. El mismo gobierno, sin embargo, envió tropas para reprimir el levantamiento con el resultado de 30 personas asesinadas; los trabajadores, no obstante, consiguieron que el salario se les pagara en dinero. Tránsito Amaguaña había participado junto a su madre y su hijo pequeño en las actividades previas a la insurrección, enfrentando al mismo tiempo la exacerbada violencia de su marido, quien finalmente se marchó. En este contexto, pues, se gestó toda su indignación, su desobediencia y la rebeldía que habrían de acompañarla el resto de su vida.
Indiando y luchando
Comprometida con el incipiente movimiento indígena, Tránsito Amaguaña comenzó a participar en las reuniones del Partido Comunista, fundado en 1926 como Partido Socialista del Ecuador (PSE). En febrero de ese mismo año ocurrió un nuevo alzamiento en la región, cuando los patrones de la hacienda Changalá se apropiaron de las tierras que algunas comunidades mantenían en propiedad desde la época colonial. Conocida como la rebelión de Changalá (5), impulsó el liderazgo de Jesús Gualavisí (6) fundador del PSE; fomentó también la colaboración entre la izquierda y el movimiento indígena, un episodio excepcional en la historia política de América Latina. Gualavisí, contando con el apoyo del Partido, creó entonces en Cayambe, en 1926, el primer sindicato indígena campesino del Ecuador, al que se unieron poco tiempo después el Inca en Pesillo, Tierra Libre en Moyurco y Pan y Tierra en La Chimba. Bajo su respaldo, los trabajadores de las haciendas exigieron a los arrendatarios aumento de salarios, jornada de ocho horas, domingos libres y supresión de los diezmos, servicias y huasicamías, declarándose en huelga a comienzos de 1931. (7) En marzo, soldados del Ejército llegaron a la hacienda de Pesillo, incendiaron las casas y los animales y golpearon a los huasipungueros. Los líderes de la huelga, entre ellos Mama Tránsito, tuvieron que huir y refugiarse en otros lugares. Se marchó a Yanawaico, en Cayambe, donde permaneció durante quince años “indiando y luchando”, como solía decir. A partir del conflicto de 1931, estrechó también su amistad con la histórica líder indígena Dolores Cacuango Quilo (1881-1971) (8) -Mama Dulu, nacida en la hacienda de Moyurco, cuando aún los frailes mercedarios eran sus dueños-.
En compañía de Mama Dulu, la vida política de Tránsito Amaguaña se intensificó, orientada principalmente a la lucha por las reivindicaciones de los trabajadores del campo y la devolución de los huasipungos a los indígenas expulsados de Pesillo en 1931. Contó muchas veces que fueron juntas en varias ocasiones a Quito para negociar con el gobierno, caminando desde los páramos de Cayambe: “Juntas hemos vivido, juntas hemos comido, juntas hemos dormido, juntas hemos andado”. Con Jesús Gualavisí y Nela Martínez, entre otros, fundaron en 1944 la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI), siendo Dolores Cacuango su primera Secretaria General. La FEI exigió por primera vez públicamente el derecho a la tierra, la regulación de la jornada de trabajo y de los salarios en las haciendas, servicios de salud, educación bilingüe y vivienda. En 1945, ambas mujeres impulsaron igualmente la creación de cuatro escuelas bilingües castellano/kichwa en Cayambe; la primera se estableció en Yanawaico, al lado de la propia casa de Mama Dulu y más tarde se fundaron las de La Chimba, San Pablo Urco y Pesillo. Las escuelas seguían los programas oficiales, agregando contenidos concernientes a la cosmovisión indígena; dirigidas por maestras voluntarias que tenían el kichwa como lengua materna se enseñaba, además de asignaturas básicas, el cultivo de la tierra, tejidos, música y danzas tradicionales, autogestionándose en parte a través de la venta de su propia producción agrícola y artesanal. Años más tarde, la dictadura militar de Castro Jijón (1963-1966) prohibió el uso del kichwa en los programas de educación y clausuró las escuelas de Cayambe, al considerarlas “focos comunistas de sedición”.
En 1946, después de 15 largos años de ardua lucha, la FEI logró finalmente que el gobierno de Velasco Ibarra, en su segunda administración (1944-1946), autorizara la devolución de los huasipungos. En las haciendas, asimismo, se instauró la jornada de 8 horas, el descanso durante los fines de semana, la supresión de las servicias y del trabajo gratuito de las mujeres. En 1961, MamáTránsito viajó a Cuba, donde afirman algunas personas que aprendió a leer y a escribir. En 1963 visitó la URSS y al regresar al país, tras una estancia de cuatro meses, fue apresada y acusada de tráfico de armas, siendo liberada poco tiempo después gracias a la intervención del ex Presidente Galo Plaza (1948-1952). Entre 1962 y 1963 murieron sus padres y sus hijos, Daniel y Mesías. En 1964 participó activamente en la promoción y formación de las cooperativas, en el marco de la Reforma Agraria; en esa época se unió a Alberto Tarabata, quien murió años más tarde. Había compartido antes también su vida con Manuel Túqueres, quien tenía un huasipungo en La Chimba; Túqueres la abandonó pronto y tuvo que marcharse entonces con sus hijos a vivir en una choza en las laderas del volcán Cayambe. En una de sus últimas entrevistas expresó: “Yo ahora no tengo ni tierra ni nada; ni soy cooperativa ni nada”. Murió pobre, sin honores nacionales y libre, derrotada apenas por la vejez.

Tristan Tzara



los dientes hambrientos del ojo
cubiertos de hollín de seda
abiertos a la lluvia
todo el año
el agua desnuda
oscurece el sudor de la frente de la noche
el ojo está encerrado en un triángulo
el triángulo sostiene otro triángulo

el ojo a velocidad reducida
mastica fragmentos de sueño
mastica dientes de sol dientes cargados de sueño

Irena Sendler


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El ángel de Varsovia, Irena Sendler (1910-2008)

En 1999, un grupo de estudiantes de Kansas que realizaban un estudio sobre el Holocausto judío se toparon por casualidad con el nombre de una mujer polaca y un dato junto al mismo: Irena Sendler, que así se llamaba, había salvado ni más ni menos que a 2500 niños del gueto de Varsovia durante la ocupación nazi. Salía a la luz, más de medio siglo después, la imagen de una ancianita a la que muchos de aquellos niños, ahora convertidos en adultos, reconocieron en los medios de comunicación. La historia de Irena Sendler fue la historia de una mujer valiente y con unos valores puros. Al margen de ideales políticos y religiosos, Irena se jugó de la vida para salvar a seres inocentes de una muerte segura.

Irena Sendler nació el 15 de febrero de 1910 en Otwock, Varsovia, en el seno de una familia católica. Desde bien pequeña, Irena convivió con la solidaridad y el amor y respeto a los demás. Valores que aprendió de su padre, Stanisław Krzyżanowski, un médico que falleció cuando ella sólo tenía siete años al contagiarse del tifus que sufrían sus pacientes y a quienes muchos de sus colegas no habían querido atender por miedo a contagiarse.

Irena decidió dedicar su vida a los demás y se hizo enfermera. En 1939, cuando Alemania invadía Polonía, Irena, que trabajaba en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia, trabajaba duro en los comedores comunitarios de la ciudad. 

Un año después, la situación se volvió aún más complicada con la creación del gueto de Varsovia. A pesar de que Irena se había educado en la fe católica, igual que su padre, tuvo siempre simpatía por los judíos a los que no dudó en ayudar, a pesar del peligro que aquello podía conllevar para su propia vida. 

Irena se unió entonces al Consejo para la Ayuda de Judíos, conocido como Zegota, como miembro del cuerpo sanitario para encargarse de paliar los casos de enfermedades contagiosas. Ante la amenaza de una epidemia de tifus, los nazis fueron permisivos con las personas que entraban en el gueto para intentar frenar la enfermedad. 

Además de ayudar a otras enfermeras no judías a introducirse en el gueto, Irena pronto vio se dio cuenta de que aquel espacio controlado y vigilado sólo podía ofrecer un futuro oscuro para sus habitantes. Así que decidió buscar la manera de sacar del gueto al menos a los más pequeños. Era una decisión terrible para las madres que debían desprenderse de sus hijos pero en muchas ocasiones era la única manera de salvar sus vidas. Muchos de sus padres terminarían falleciendo en los campos de concentración a los que los judíos del gueto de Varsovia fueron trasladados.

La manera más sencilla de sacar a los niños del gueto era mediante las ambulancias que trasladaban a los más graves a los hospitales de fuera del espacio controlado. Pero pronto tuvo que buscar otros métodos para hacerlo. Desde colocarlos dentro de bolsas de basura hasta en ataúdes, cualquier idea era bienvenida. 




De los 2500 niños a los que pudo salvar de una muerte segura, Elzbieta Ficowska fue uno de los casos más conocidos. En aquel terrible 1942, era solamente un bebé de escasos meses cuando se le fue administrado un narcótico y la colocaron en una caja con agujeros que pusieron escondido en un cargamento de ladrillos. Sus padres murieron en el gueto y la pequeña Elzbieta fue criada por Stanislawa Bussoldowa, una conocida de Irena. Una cuchara de plata con la fecha de su nacimiento y su apodo, Elzunia, grabados fue el pequeño objeto que mantuvo a Elzbieta unida a sus raíces. Y es que Irena siempre quiso que los niños a los que salvó no perdieran nunca sus orígenes y su verdadera identidad. Para eso llevó un exhaustivo registro que enterró en el jardín de una vecina por si ella fallecía.

El 20 de octubre de 1943 las cosas se complicaron para Jolanta, nombre en clave de Irena, quien fue detenida por la Gestapo. En la prisión de Pawiak fue sometida a terribles torturas con las que los nazis no consiguieron sonsacarle el paradero de los niños a los que había estado ayudando a escapar del gueto. 



Condenada a muerte, Irena pudo escapar de la prisión gracias a un soldado quien la ayudó a escapar y su nombre fue apuntado en la lista de ejecutados. Hasta el fin de la guerra, continuó con su labor bajo un nombre falso.

Una vez terminada la guerra, Irena desenterró las listas con los nombres de los niños y la entregó al Comité de salvamento de los judíos supervivientes.

Irena Sendler se casó y tuvo tres hijos y aun tuvo problemas con el régimen socialista que se instauró en Polonia.

Tras décadas de vida anónima, cuando su fotografía fue publicada en los periódicos fueron muchos los hombres y mujeres que reconocieron en aquella mujer a la enfermera que salvó sus vidas durante la ocupación nazi de Polonia.

La Orden del Águila Blanca de Polonia, título de Justa entre las Naciones de organización Yad Vashem de Jerusalén o su candidatura al Premio Nobel de la Paz fueron algunos de los reconocimientos a una mujer quien nunca pensó que su labor humanitaria descubierta muchos años después levantara tanto revuelo. Para ella fue lo que tenía que hacer. 

Irena Sendler falleció en Varsovia, el 12 de mayo de 2008. Tenía 98 años.

 http://www.mujeresenlahistoria.com/2014/09/el-angel-de-varsovia-irena-sendler-1910.html

Leo Tolstoy

 

Tolstoy facts
Tolstoy was a vegetarian.
He was excommunicated from the Russian orthodox church in 1901.
As a young man, Tolstoy abandoned his university studies and ran up large gambling debts.
In the early 1860s, after a trip to Europe, Tolstoy returned home and founded 13 schools.
The title for ‘War and Peace’ was borrowed from the title of a manuscript by French anarchist Pierre-Joseph Proudhon that Tolstoy reviewed.
Tolstoy served as a second lieutenant in an artillery regiment during the Crimean War.
 http://blog.europeana.eu/2013/09/tolstoy-novelist-and-anarchist/

John Steinbeck



John Steinbeck nació en Estados Unidos en 1902 y fue un importante narrador del realismo social americano. Debido a diferentes cuestiones trabajó en sitios paupérrimos que lo llevaron a entrar en contacto con las clases más humildes y con las personas que más sufrían las consecuencias de la Gran Depresión. Entre sus obras más famosas podemos citar “Tortilla Flat”, “De ratones y hombres” y “A un dios desconocido”. También fue el guionista encargado de adaptar el libro de Edgcomb Pinchon para la película “¡Viva Zapata!”.
Entre las numerosas obras de Steinbeck que fueron llevadas al cine se encuentra “Las uvas de la ira”; dirigida por John Ford en 1940 y que recibió dos Oscars (al mejor director y a la mejor actriz secundaria, Jane Darwell).
El origen de esta novela fueron una serie de reportajes que hizo Steinbeck a pedido del diario The San Francisco News. En los mismos entrevistó a siete granjeros que habían emigrado desde el Medio Oeste hacia California a causa de la conocida como sequía bíblica. Estos reportajes se recogen en el libro “Los vagabundos de la cosecha” y adquieren todo su potencial en “Las uvas de la ira”.
Steinbeck consigue indagar en el fondo de la conciencia humana y se pone en la piel de esos miles de inmigrantes, comprendiendo sus penurias y el florecimiento de sus mayores instintos.
 https://www.poemas-del-alma.com/blog/especiales/las-uvas-ira-john-steinbeck

Elena Poniatowska

Las voces de Elena Poniatowska
Javier Aranda Luna
C
uando Elena Poniatowska decidió participar en actos de campaña con Andrés Manuel López Obrador y se desató una campaña de odio en su contra, en 2006, le comenté a su amigo Carlos Monsiváis que ese ambiente, ahora sí, le iba a costar a Elena.
–Si me estás diciendo que ya valió, te equivocas. Elena saldrá fortalecida, siempre gana. Elena es emocionante, representa lo mejor del país.
Monsiváis tenía razón. Ocho años después del torbellino de insultos que se multiplicaron en medios electrónicos, columnas políticas a modo, insultos callejeros, amenazas de muerte, no existe escritor mexicano de referencia más conocido que ella. Dentro y fuera del país, si nos atenemos a las constantes conferencias a las que la invitan a Estados Unidos y al Premio Cervantes que acaba de recibir.
Mucho se ha hablado de la quema en efigie de Octavio Paz en un plantón frente a la embajada de Estados Unidos, pero el ataque más virulento y reiterado contra un escritor en este país durante el último medio siglo ha sido el que sufrió Elena Poniatowska por poner sus cartas políticas sobre la mesa cuando apoyó la campaña de López Obrador. Algo no tan común en una cultura más proclive a socorrer al ganador que a hablar claro.
Si uno revisa la bibliografía de Elena Poniatowska se podrá dar cuenta de que ha seguido al pie de la letra el consejo de su amigo Gabriel García Márquez: hacer periodismo para no perder tierra, para conocer la vida menuda, donde se encuentran las grandes historias entre lo cotidiano y lo insólito.
No todos sus libros son periodísticos. No todos son crónicas, reportajes o entrevistas. Amanecer en el Zócalo, La noche de Tlatelolco o Todo México son claros ejemplos de lo que Octavio Paz encontró en la prosa de Poniatowska: el dominio del sutil y difícil arte de escuchar. Para escribir, Elena escucha. Sus libros son textos habitados por muchos.
Algo similar hizo Françoise de Chateaubriand con sus Memorias de ultratumba. Consignó todo lo visto y escuchado. Escribió como un ejercicio de memoria y constancia de vida y renovó, de paso, la prosa francesa.
Allí están el imperio napoleónico y su derrumbe, la Revolución francesa, la construcción de América, el oído y los ojos del soldado, el estadista y el escritor que atrapa con prosa magistral parte de la historia contándonos su historia personal.
Ignoro si Elena Poniatowska ha querido contarnos su historia con sus testimonios, entrevistas, crónicas, cuentos y novelas, pero resulta claro que no sólo ha querido ser testigo de la historia, sino protagonista. No debe extrañarnos. En los años 40 del siglo pasado sus padres estuvieron en la resistencia francesa. Ella conduciendo una ambulancia y él como capitán del ejército.
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La escritora dialoga con el monarca, acompañada por sus nietasFoto Notimex
En toda su obra la historia y su historia están presentes. La revolución, desde la mirada de Jesusa Palancares que luchó por un país diferente y justo y murió en la miseria y olvidada por la justicia; la masacre estudiantil de 1968, que fue el detonante de nuestra democracia en La noche de Tlatelolco, texto escrito con muchas voces que nos muestran desde distintas perspectivas ese golpe de barbarie. También están los testimonios del temblor de 1985; la lucha de los ferrocarrileros en El tren pasa primero; el México que ahora nos parece inverosímil de los años 20 enTinísima, o el de los 50 en Paseo de la Reforma.
Hace tiempo escribí que la prosa de Poniatowska algo debe tener que tantas emociones provoca. Y ese algo es, me parece, la vida que transcurre en sus líneas. En ellas están la indignación y la vocación de lucha, el otro México, el profundo y el de las élites, el arte y sus vértigos que alumbran, la infancia y su lógica absurda por perfecta, las historias personales que retratan a muchas, las voces sin rostro a quienes poco se escucha, la pasión de unos cuantos que hicieron de las causas perdidas en la ciencia o la política, vocación, causa de vida, batalla por lo que no habrán de ver y disfrutarán los que llegarán mañana.
Si algunos escritores, como Monsiváis, se valieron de la prosa para razonar en la plaza pública, Poniatowska ha hecho de la prosa un auditorio, un coro, para encontrar respuesta a sus incertidumbres. Por eso siempre toca tierra y no pierde la perspectiva de la vida en discusiones de salón o de pasillo. Pero ese ejercicio resultaría efímero si sus textos carecieran de imágenes memorables, como aquella de Jesusa Palancares rescatando a pedazos su vida o esas otras donde retrata a una Tina Modotti atenazada por la pasión amorosa y política.
Uno de los mitos más nocivos en el mundo del arte es el que exige su asepsia política. De las obras y sus creadores. Como si La divina comedia no encerrara una crítica brutal contra politicastros y papas como Nicolás III o Anastasio II y los evangelios no tuvieran otro fin que el proselitismo.
¿Dejaremos de ver la creación de Miguel Ángel por su alto contenido religioso? ¿Al Greco por sus vírgenes y cristos? ¿A ciertos murales de Diego por la exaltación del comunismo? ¿Dejaremos de leer Piedra de sol por su contenido político cuando nos recuerda los bombarderos sobre el cielo de Madrid en 1947?
La vida con banderas o sin banderas es vida. La que milita por la vida misma hechiza, nos atrapa con sus sortilegios, es emocionante. Si los libros de Elena Poniatowska hechizan o causan rechazo es porque están vivos. Qué más da que causen una cosa o la otra. Los libros se miden por la emoción que provocan.
http://www.jornada.unam.mx/2014/04/24/opinion/006a1pol

Robespierre

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Robespierre: “El gobierno revolucionario debe a los buenos ciudadanos toda la protección nacional; a los enemigos del pueblo no les debe sino la muerte”.”

23 JULIO, 2007
Robespierre: “El gobierno revolucionario debe a los buenos ciudadanos toda la protección nacional; a los enemigos del pueblo no les debe sino la muerte”.”
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Maximilien Robespierre (apodado “El Incorruptible” por su dedicación al proceso revolucionario que encabezó junto a otros célebres pensadores de su época y por su pasión por la virtud) fue uno de los más importantes líderes de la Revolución Francesa de 1789 que inauguró la modernidad política en Europa. Influyó particularmente en el Comité de la Seguridad Pública, que gobernó durante el período en el que los revolucionarios consolidaron su poder, etapa comúnmente denominada como “El Terror”. Pero fue la misma maquinaria del nuevo poder republicano burgués que ayudó a poner en marcha, entre tantos avances y retrocesos de este efervescente momento de la historia moderna, la que terminó guillotinándolo el 28 de julio de 1794 (10 de Termidor). Dentro del ámbito de la legalidad burguesa que su acción política y su obra teórica contribuyeron a instaurar, no hay dudas que fue un auténtico revolucionario por la pasión con que actuó, por su convicción, por su valentía para llevar adelante los principios en los que creía.
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Infancia y juventud
Maximilien François Marie Isidore de Robespierre nació el 6 de mayo de 1758 en Arrás, Francia. Fue hijo de François de Robespierre, abogado, y de Jacqueline-Marguerite Carraut, hija de un cervecero de Arrás; fue el mayor de cinco hermanos. El último de estos hermanos falleció al nacer y provocó la muerte de la madre poco después. Tras la muerte de su esposa, el padre abandonó a los hijos y se dedicó a vagar por el mundo, quedando aquellos a cargo de su abuelo y de sus tías. Robespierre, por edad, también tuvo que cuidar a sus hermanos.
Maximilien fue enviado al colegio de Arrás. En 1770 ganó la codiciada beca para entrar en el liceo Louis le Grand (Luis el Grande), en la ciudad de París. Allí iniciaría su admiración por la república Romana y la retórica de Cicerón, Catón y otros clásicos. Entre sus compañeros se encontraban Camille Desmoulins y Stanislas Fréron.
Completó sus estudios de Leyes con distinciones y fue admitido como abogado en 1771 en el tribunal de Arrás. Su vida en Arrás sería tranquila, dedicándose a actividades literarias que le llevarían a ingresar en la Academia de Arrás en 1773 y a recibir al año siguiente un premio de la Academia de Metz por una composición en que respondía a la pregunta de “¿deben los crímenes de los padres perjudicar a sus hijos?” Sus siguientes ensayos no tendrían tanto éxito, pero compensaría esos fracasos con su popularidad en la sociedad literaria y musical de Arrás, conocida como “Rosati”, de la cual Lazare Carnot también era miembro.
Inicios en la política
Robespierre decidió presentarse a las elecciones a los Estados Generales de abril de 1789, haciéndose conocido en su localidad por su panfleto Adresse à la nation artésienne. Si bien los principales oligarcas de la provincia se presentaron para la elección, el 26 de abril Robespierre fue electo como el quinto diputado del Tercer Estado.
Al reunirse los estados generales en Versalles el 5 de mayo de 1789, la pasión de Robespierre empezó a ser evidente. Mirabeau dijo de él: “Este joven hombre cree en lo que dice, va a llegar lejos”.
Ferviente partidario de las ideas de Jean Jacques Rousseau, ya le empezaba a dar forma propia en sus discursos en la asamblea, que eran tachados de extremistas por la mayoría.
Gran orador en la Asamblea Constituyente (se le registran unos 150 discursos hasta 1791), se fue perfilando como uno de los líderes del pequeño grupo de extrema izquierda denominado despectivamente por Mirabeau las “treinta voces”.
Desde la época de los Estados Generales, Robespierre había participado en el club de “los amigos de la constitución”, que al trasladar su recinto al edificio de los monjes jacobinos serían reconocidos como “los jacobinos”. Codeado de personas de su mismo origen y clase social, y al volverse cada vez más un club muy restringido, Robespierre fue ganando terreno hasta convertirse en el líder absoluto del movimiento en el verano de 1792.
La fuga del rey a Varennes arruinó las posibilidades de una monarquía constitucional viable. Si bien Robespierre guardó cautela, miles de manifestantes decidieron pedir la abdicación del rey en el Campo de Marte el 17 de julio de 1791, recibiendo como respuesta las balas del batallón al mando de La Fayette. Los líderes de izquierda temieron por la reacción, Marat pasó a la clandestinidad, Danton huyó a Inglaterra, pero Robespierre se mantuvo en París, limitándose a cambiarse a la residencia de Maurice Duplay, un ebanista que residía en Rue Saint-Honoré y simpatizante jacobino, reforzando su posición al mantenerse en París y con su club durante esta grave situación.
El 30 de septiembre, en la disolución de la asamblea constituyente, la gente de París coronó a Pétion y a Robespierre como dos patriotas “Incorruptibles”.
La época de El Terror
Robespierre denunció la guerra de Francia contra Austria (1792), por considerarla imprudente y creer que servía a los intereses de Luis XVI. Su papel empezó a ser fundamental.
Formó parte de la Convención Nacional, que se eligió por sufragio universal, y en la que se sentó entre los Montañeses. El apoyo de los revolucionarios de París (los sans-culottes) llevó a Robespierre al poder: primero como miembro de la Comuna revolucionaria que ostentaba el poder local; luego como representante de la ciudad en la Convención Nacional que asumió todos los poderes, y en la que Robespierre apareció como portavoz del partido radical de la Montaña (junto con Danton y Marat).
Fue en este momento cuando Robespierre pasó a ser republicano. Luchó firmemente contra los Girondinos, contrarios a la ejecución de Luis XVI y contribuyó a su aniquilación política tras la traición de Charles-François Dumouriez (2 de junio de 1793). Entró en el Comité de Salvación Pública el 9 de Termidor del año I (27 de julio de 1793), y se convirtió en el alma de la “dictadura jacobina” que impuso un régimen de terror, medidas excepcionales que se consideraban indispensables para salvaguardar la República de las graves amenazas tanto internas (revueltas en la región de Vendée) como externas e instauró un régimen basado a la vez en la virtud y en el Terror, según sus propios términos.
Para él, sus enemigos eran enemigos de Francia y, con eso, justificaba el terror y el exterminio de sus adversarios. Estaba convencido de su misión providencial y, según él mismo decía, ”se creía tan puro, que no se privaba de ningún crimen“.
Tras la eliminación de los ultrarrevolucionarios (seguidores de Hébert) (24 de marzo de 1794) tildados de “demagogos”, y luego de los “Indulgentes” agrupados en torno a Danton y Desmoulins (5 de abril de 1794), Maximilien Robespierre trató de imponer su ideal de república democrática y virtuosa, constituida por pequeños propietarios libres e iguales en derechos, coronándola espiritualmente con la institución del Culto al Ser Supremo.
Participó en la elaboración de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano así como a la primera constitución francesa en 1791. Se le llamó el Incorruptible, tanto por sus convicciones como por su modo de vida austero. Robespierre era impecable en el lenguaje, modales y atavíos. Se lo ha llamado desde sectores de derecha, “el primer dictador moderno”.
La teoría del gobierno revolucionario
“La teoría del gobierno revolucionario es tan nueva como la revolución que la ha traído. No hay que buscarla en los libros de los escritores políticos, que no han visto en absoluto esta Revolución, ni en las leyes de los tiranos que contentos con abusar de su poder, se ocupan poco de buscar la legitimidad; esta palabra no es para la aristocracia más que un asunto de terror; para los tiranos, un escándalo; para mucha gente un enigma. El principio del gobierno constitucional es conservar la República; la del gobierno revolucionario es fundarla. El gobierno constitucional se ocupa principalmente de la libertad civil; y el gobierno revolucionario de la libertad pública. Bajo el régimen constitucional es suficiente con proteger a los individuos de los abusos del poder público; bajo el régimen revolucionario, el propio poder público está obligado a defenderse contra todas las facciones que le ataquen. El gobierno revolucionario debe a los buenos ciudadanos toda la protección nacional; a los enemigos del pueblo no les debe sino la muerte”. Estas son palabras del mismo Robespierre en su obra “La teoría del gobierno revolucionario”.
Al estar enfermo con frecuencia (depresivo) y ausente de las reuniones del comité, daba miedo a sus compañeros, tanto a los más partidarios del terror de entre los integrantes de la Convención (Fouché, Barras) como a los diputados del Marais, tras la instauración del Gran Terror (Ley de Pradial, año II – 10 de junio de 1794), que se consideraba innecesario tras las victorias militares (Fleurus, 26 de junio de 1794).
Detenido por los reaccionarios el 9 Termidor del año II (27 de julio de 1794) le dispararon en el arresto y ejecutándolo al día siguiente, sin proceso, al igual que 21 de sus partidarios (Saint-Just y Couthon). Se colocaron las 22 cabezas en un baúl de madera, y los cuerpos unidos en una carreta que se dirigió al cementerio de Errancis. Echaron cuerpos y cabezas en una fosa común y cubrieron todo con cal viva para que el cuerpo del “tirano” (Maximilien Robespierre) no dejara rastro alguno. Se le enterró en el cementerio de Errancis. Su caída acabó con el Terror y a la vez con el impulso democrático de la República.
A su caída, aquellos que habían organizado el Terror y se habían aprovechado apropiándose de los bienes de los nobles y banqueros ejecutados cargaron todas sus fechorías sobre Robespierre, llegando incluso a falsificar documentos históricos.
La sexualidad de este misterioso personaje es un auténtico enigma. Enfermizo (su médico lo visitaba todos los días), no se le relaciona con mujer alguna. De 1791 hasta su muerte, vivió en casa de un pequeño burgués de la Rue Saint-Honoré, el ebanista Duplay, que trató de casarlo con una de sus hijas. Tras su muerte, todos los Duplay fueron a la cárcel, algunos durante muchos años. Eléonore Duplay no se casó y vivió el resto de su vida añorando a su gran hombre.
Su ejecución
En 1840, partidarios de Robespierre excavaron el cementerio de Errancis, que llevaba treinta años cerrado, y no descubrieron nada.
Maximilien Robespierre sufrió dos intentos de asesinato:
El primero lo perpetró el realista Henri Admirat el 22 de junio de 1794. Henri Admirat persiguió a Maximilien Robespierre y, por una serie de casualidades, no logró encontrarlo y disparó dos veces a Jean-Marie Collot d’Herbois, un miembro de la Convención del que se decía que había llevado el asesinato al nivel de una de las bellas artes. Fue detenido y ejecutado en compañía de un grupo de personas a las que no conocía y a las que se acusó de conspirar con él.
El otro intento fue el de Cécile Renault el 23 de mayo de 1794. Inspirada por el ejemplo de Charlotte Corday, dejó su domicilio con dos cuchillos escondidos en el fondo de una cesta, y fue a casa de los Duplay. Al sospechar de ella Eléonore Duplay, no la dejó entrar y llamó a la guardia. Llevada ante el Comité de Salvación Pública, Cécile Renault negó haber intentado matar a Robespierre. A pesar de todo fue condenada a muerte y ejecutada el 17 de junio.
Algunas frases famosas de Robespierre:
¿Hasta cuándo el furor de los déspotas será llamado justicia y la justicia del pueblo, barbarie o rebelión?
Los países libres son aquellos en los que son respetados los derechos del hombre y donde las leyes, por consiguiente, son justas.
La muerte es el comienzo de la inmortalidad.
Cuando la tiranía se derrumba procuremos no darle tiempo para que se levante. Actualidad deRobespierre.
Robespierre, el incorruptible, murió a finales de julio de 1794. Junto al abogado de Arrás, encontraron la muerte otros veintiún destacados revolucionarios. Saint-Just -no había cumplido treinta años- estaba entre ellos. La burguesía liberal, encabezada por sus representantes girondinos, consiguió alterar, una vez más, el curso de historia revolucionaria.
El poder sobre los asuntos de Estado estaba en juego. La democracia frente a los privilegios de clase, frente a la propiedad y la posesión. La cuestión del reparto equitativo de la riqueza, de la felicidad y la libertad, servía de inspiración a todos los decretos del gobierno y a los discursos ante la Convención. Un gobierno popular, democrático, amenazaba la tradicional maquinaria de opresión de las clases dominantes. Sé lo dura que es mi franqueza; pero el único consuelo que puede quedarle a los buenos ciudadanos en medio del peligro en que esos hombres han puesto a la cosa pública, es juzgarlos de forma severa”.
Así hablaba Robespierre, 1791, en la Asamblea Nacional. Tres años después, antes de su caída y asesinato, hubiera dicho lo mismo. La revolución socialista se enfrentaba con ejemplar violencia a sus enemigos. Saint-Just defendía los progresos sociales, aplicaba duros impuestos a los terratenientes y grandes fortunas de Francia y luchaba, manu militari, contra la subversión golpista. Robespierre tenía, desde joven, mala salud. Su vida, hombre de acción, tampoco fue fácil. Se ha dicho muchas veces, y otras tantas se interpretará de forma incorrecta: la democracia, es decir, el libre ejercicio efectivo de todos y cada uno de los derechos individuales y colectivos recogidos en la Constitución es el comunismo. Robespierre y Saint-Just hubieran estado de acuerdo. Separadas las cabezas de los troncos, sus cadáveres fueron enterrados en una fosa común, cubiertos de tierra y cal, cerca de Errancis. En 1840, en plena batalla por la libertad y la memoria histórica, un grupo de jacobinos buscó los restos. No se encontró nada. Sería por la cal. No existe libertad posible fuera de las leyes del Estado, repetía Spinoza.
”Por la felicidad y por la libertad” es el título de una recomendable selección de discursos de Maximilien Robespierre publicada por El Viejo Topo en 2005 siguiendo la edición francesa (2000) de La fabrique. Los nombres de las dos editoriales tienen fuertes resonancias. Resonancias. El pasado. “Hasta aquí, el arte de gobernar no ha sido otra cosa que el arte de despojar y dominar a la mayoría en provecho de la minoría, y la legislación, el medio de convertir estos atentados en sistema. Los reyes, los aristócratas han hecho muy bien su trabajo: ahora debéis hacer el vuestro, es decir, hacer libres a los hombres mediante las leyes”, Discurso en la Convención, mayo de 1793. Robespierre sufría fuertes dolores de cabeza, trastornos gástricos y apenas dormía. Por la noche escribía discursos, organizaba la República, recibía informaciones de todos los territorios y se reunía con los colaboradores más cercanos. Semanas antes de morir, su salud se fue deteriorando. La corrupción galopaba por todas las administraciones minando la credibilidad del Estado: “El principio de responsabilidad moral exige además -argumentaba en 1793- que los agentes del gobierno rindan, en épocas determinadas y con bastante continuidad, cuentas exactas y circunstancias de su gestión. Que las cuentas sean hechas públicas por la vía de la impresión y sometidas a la censura de todos los ciudadanos. Que sean enviadas, en consecuencia, a todos los departamentos, a todas las administraciones y a todas las comunas”.
Han pasado muchos años grises desde la muerte de Robespierre. Muchos años y muchos muertos. La mayoría, anónimos, han quedado arrinconados en los márgenes de la Historia. Ya nadie lee los discursos pronunciados en la Convención. Quizá este libro de El Viejo Topo, sirva para levantar el inmenso manto de desconocimiento que cubre la figura de este abogado. “La revolución es la guerra de la libertad contra sus enemigos: la constitución es el régimen de libertad victoriosa y apacible”. Cerca de Errancis, abono para la leyenda, su cabeza perdida, enterrada en cal, todavía recuerda el instante de su muerte.
Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano
(26 de agosto de 1789)
(Robespierre fue co-autor de esta Declaración)
Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, a fin de que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; a fin de que los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse a cada instante con la finalidad de toda institución política, sean más respetados y para que las reclamaciones de los ciudadanos, en adelante fundadas en principios simples e indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos.
En consecuencia, la Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser Supremo y bajo sus auspicios, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano:
Artículo primero.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.
Artículo 2.La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
Artículo 3.El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación. Ningún cuerpo, ningún individuo, pueden ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella.
Artículo 4.La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro: por eso, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. Tales límites sólo pueden ser determinados por la ley.
Artículo 5.La ley sólo tiene derecho a prohibir los actos perjudiciales para la sociedad. Nada que no esté prohibido por la ley puede ser impedido, y nadie puede ser constreñido a hacer algo que ésta no ordene.
Artículo 6.La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a contribuir a su elaboración, personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos, ya sea que proteja o que sancione. Como todos los ciudadanos son iguales ante ella, todos son igualmente admisibles en toda dignidad, cargo o empleo públicos, según sus capacidades y sin otra distinción que la de sus virtudes y sus talentos.
Artículo 7.Ningún hombre puede ser acusado, arrestado o detenido, como no sea en los casos determinados por la ley y con arreglo a las formas que ésta ha prescrito. Quienes soliciten, cursen, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deberán ser castigados; pero todo ciudadano convocado o aprehendido en virtud de la ley debe obedecer de inmediato; es culpable si opone resistencia.
Artículo 8.La ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias, y nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito, y aplicada legalmente.
Artículo 9.Puesto que todo hombre se presume inocente mientras no sea declarado culpable, si se juzga indispensable detenerlo, todo rigor que no sea necesario para apoderarse de su persona debe ser severamente reprimido por la ley.
Artículo 10.Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a condición de que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley.
Artículo 11.La libre comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre; en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, a trueque de responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley.
Artículo 12.La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza pública; por lo tanto, esta fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no para el provecho particular de aquellos a quienes ha sido encomendada.
Artículo 13.Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, resulta indispensable una contribución común; ésta debe repartirse equitativamente entre los ciudadanos, proporcionalmente a su capacidad.
Artículo 14.Los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o a través de sus representantes, la necesidad de la contribución pública, de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar su prorrata, su base, su recaudación y su duración.
Artículo 15.La sociedad tiene derecho a pedir cuentas de su gestión a todo agente público.
Artículo 16.Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de Constitución.
Artículo 17.Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella, salvo cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y a condición de una justa y previa indemnización.

Joseph Beuys

In 1940, the story goes, 19-year-old Joseph Beuys volunteered for the Luftwaffe. Three years later, while on a mission, his plane crashed on the Crimean Front, instantly killing the pilot. Beuys survived. According to Beuys, he only survived because some Tartars found him unconscious in the snow and took him back to their tents to care for him. They covered his body in fat and wrapped him in felt to keep him warm. As he regained consciousness the pungent smell of the fat and the felt appeared to awaken his inner artist. That's how he told it anyway. The truth was probably a little more prosaic; he was rescued by a German commando and taken to military hospital where there was no fat, no felt and in all likelihood, no Tartars.
It doesn't matter whether the story is true or not, it was important to Beuys. It inspired him to create several remarkable works of art such as The Pack (1969), which consists of a Volkswagen bus with 20 wooden sleds, each with a rolled-up felt, leather belt, fat, rope and flashlight. The Story, as it came to be known, wasn't just an inspiration for much of his work, but a statement of his optimistic belief in humanity's ability to survive if only we cared for one another.
 https://www.theguardian.com/artanddesign/2009/mar/05/joseph-beuys-homogeneous-infiltration

William Butler Yeats

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¿Por qué no habrían de rabiar los viejos?
Algunos vieron a un muchacho de futuro
Que buen pulso tenía en la pesca con anzuelo
Convertirse en un periodista borracho;
A una muchacha que supo todo Dante de memoria
Vivir para parir hijos de un necio;
A una Helena de sueño benéfico y social
Subir a gritar a una vagoneta.

Algunos piensan que es cosa natural que el destino
Deba matar de hambre a los buenos
Y a los malos hacerles progresar;
Que si sus vecinos imaginaran claramente,
Como en una pantalla iluminada,
Ni una sola historia encontrarían
De una mente feliz que no quebrara
O de un final digno del comienzo.

Los jóvenes no saben nada sobre esto,
Los viejos, que todo observan, bien lo conocen;
Y cuando sepan lo que dicen los libros de antes
Y que nada mejor podemos esperar,
Entonces sabrán por qué habría de rabiar un viejo.