lunes, 24 de noviembre de 2014

Zoya Kosmodemyanskaya

Me vais a colgar, pero no soy la única. Somos más de 200 millones, no podréis colgarnos a todos… estas fueron las palabras de la heroína rusa de 18 años Zoya Kosmodemyanskaya poco antes de ser ejecutada.
Zoya Kosmodemyanskaya
Siendo muy pequeña ya mostró su interés por la lectura, la música, los grandes pensadores… que fueron forjando su carácter indómito e idealista. Con 15 años se unió alKomsomol (las juventudes del Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS). En 1941, tras la invasión de los alemanes y con sólo 18 años, se ofreció voluntaria para forma parte de un grupo de partisanos que participaban en misiones de sabotaje y reconocimiento tras las líneas enemigas. El 27 de noviembre 1941, el grupo de Zoya logró cruzar el frente y se adentraron en territorio ocupado por los alemanes hasta llegar al pueblo de Petrischevo, donde estaba acuartelado un regimiento de alemanes. Zoya prendió fuego a varias cuadras y a dos casas ocupadas por los alemanes, pero un colaboracionista ruso la delató – fue recompensado con una botella de vodka – y fue capturada.
La llevaron a una cabaña y durante 48 horas fue sometida a todo tipo de torturas y vejaciones para que delatase a sus camaradas. Ante la desesperación del oficial al mando, ya que Zoya no decía nada, la mañana del 29 de noviembre la sacaron de aquella sala de torturas y la pasearon con un cartel al cuello “Incendiaria de hogares” hasta el centro del pueblo… le esperaba la horca. Los alemanes y el pueblo entero, obligados a presenciar la ejecución, rodeaban el cadalso pero cuando se iba a proceder a la ejecución, uno de los oficiales alemanes ordenó esperar hasta tener preparada su cámara fotográfica, momento que aprovechó Zoya para gritar:
Camaradas, ¿por qué estáis tan tristes? Yo no tengo miedo a morir, soy feliz de morir por mi pueblo [...]
Me vais a colgar, pero no soy la única. Somos más de 200 millones, no podréis colgarnos a todos. Mis compañeros vengarán mi muerte. Alemanes, rendíos antes de que sea demasiado tarde. La victoria es nuestra.
Durante un mes,  el cuerpo congelado de Zoya estuvo colgado hasta que unos alemanes borrachos decidieron cortarle el pecho izquierdo y los oficiales ordenaron enterrar a Zoya. En 1942 el pueblo de Petrischevo fue liberado por el ejército ruso, el colaboracionista ruso fue ejecutado y a Zoya se le concedió a título póstumo la más alta distinción Héroe de la Unión Soviética. El oficial alemán que hizo las fotos murió en el combate y en uno de sus bolsillos se encontraron las fotos de la ejecución: 1 y 2. El hermano de Zoya, Aleksandrk, también fue condecorado a título póstumo como Héroe de la Unión Soviética.

Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec

El metro y medio más genial del arte

Día 25/11/2014 - 00.02h

Hace hoy 150 años nacía el mejor cronista del París bohemio de finales del XIX, el rey de Montmartre. Un pequeño gran artista que murió, a los 37 años, de tanto beberse la vida

ABC
Henri Toulouse-Lautrec
Su nombre y apellidos eran más grandes que su cuerpo. Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec apenas medía metro y medio, pero cada centímetro de su diminuta y deforme anatomía era puro genio. Nadie como él supo retratar el París bohemio de finales del XIX: sus cafés, teatros, cabarets, burdeles... Una vida de excesos, ahogada enabsenta, que alimentó uno de los mayoresmitos de la Historia del Arte.
Hace hoy 150 años nacía este maestro al queGoogle ha dedicado su popular Doodle en forma de homenaje. Sus primeros pasos los dio en la localidad francesa de Albi en el seno de una familia aristócrata.Sus padres, el conde Alphonse de Toulouse-Lautrec-Montfa y Adèle Tapié de Celeyran, eran primos hermanos. Una anomalía congénita impedía que sus huesos crecieran con normalidad. A ello se sumarían dos fracturas en los fémures de ambas piernas entre 1878 y 1879. Sus piernas dejaron de crecer.
TOULOUSE-LAUTREC
Aristide Bruant, dueño del Mirliton
En 1881 Toulouse-Lautrec se traslada a París, dispuesto a triunfar como pintor: se forma en el estudio de Léon Bonnat, primero, y en el de Ferdinand Cormon, más tarde. Allí conocería a Vincent van Gogh. Fue Degas el pintor que más le influiría –se aprecia, por ejemplo, en su afición por retratar carreras de caballos–, peronunca le sedujo el impresionismo. El paisaje que más le interesaba era el de París la nuit. Otra de sus grandes pasiones fue la estampa japonesa, cuya huella es muy evidente en su trabajo. Sus litografías y carteles publicitarios son los que más fama le dieron.

Montmartre era una fiesta

Fue, desde 1884, uno de los vecinos más célebres de un Montmartre que hervía de creatividad... y de testosterona. Allí coincidieron muchos de los grandes del arte, entre ellos Picasso. En el Bateau-Lavoirnació la pintura moderna, con «Las señoritas de Aviñón». Los lugares de trabajo habituales de Toulouse-Lautrec fueron el Moulin Rouge –era uno de sus mejores clientes–, el Mirliton, el Moulin de la Galette o Le Chat Noir, donde se movía como pez en el agua. Hizo muchos carteles de estos locales para promocionar sus espectáculos. Conoció y retrató a empresarios, cantantes, bailarinas, actrices, vedettes... Una de sus modelos fue Yvette Guilbert (con sus inseparables guantes largos negros). En sus retratos la envejecía, la deformaba. La actriz llegó a escribir al pintor: «¡Por amor de Dios, no me haga tan atrozmente fea!».
TOULOUSE-LAUTREC
La bailarina Jane Avril
También posaron para él Jane Avril, May Belfort, Louise Weber (artísticamente, La Goulue), Jacques Renaudin (más conocido como Valentín «el deshuesado»), Cha-U-Kao, estrella del circo... Y Aristide Bruant, cantante y dueño del Mirliton, al que retrató con capa y sombrero negros y una bufanda roja al cuello en una de sus más célebres litografías. El Mirliton fue uno de los locales más populares de Montmartre, donde Toulouse-Lautrec llegó a exponer sus obras. Retrató también a Oscar Wilde, quien le encargó que ilustrara el programa de mano del estreno en París de su obra de teatro «Salomé».
TOULOUSE-LAUTREC
La payaso Cha-U-Kao
Toulouse-Lautrec era un habitual de los prostíbulos parisinos: las chicas que trabajaban en ellos solían posar para él mientras se bañaban, se vestían o desvestían. No tuvo suerte con las mujeres. Las amantes y prostitutas se sucedían en su vida. Una de ellas fue Suzanne Valadon, artista y modelo de buena parte de los artistas del Montmartre de la época.

Un museo en su honor

TOULOUSE-LAUTREC
La cantante Yvette Guilbert
Completamente alcoholizado –se refugiaba en la absenta para olvidar sus sufrimientos– y, tras varios internamientos en clínicas a causa de lasífilis, de sus neurosis e incluso de un intento de suicidio, Toulouse-Lautrec murió prematuramente, a los 37 años, en 1901. Su madre, la condesa Adèle de Toulouse-Lautrec, quiso perpetuar la memoria de su hijo en su ciudad natal dedicándole un museo con su nombre.
El 30 de julio de 1922 se inauguraba la Galería Toulouse-Lautrec en el Palacio de la Berbie(siglo XIII) de Albi, preciosa ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad. En 2012 reabrió sus puertas completamente remozado este antiguo Palacio Episcopal, que atesora la colección más importante de este artista en todo el mundo. Más de mil obras, entre cuadros, litografías, dibujos y estudios preparatorios, carteles... El cine le inmortalizó en varias ocasiones. La última, en el «Moulin Rouge», de Baz Luhrmann, donde un John Leguizamo en estado de gracia se metió en su piel.

martes, 18 de noviembre de 2014

lunes, 17 de noviembre de 2014

Antonio Gramsci

“Odio a los indiferentes”: Antonio Gramsci

15/10/2011s
Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son cobardía, no vida. Por eso odio a los indiferentes.
La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?
Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.
Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la conciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes.
11 de febrero de 1917

The Korean Atrocity

The Korean Atrocity: Forgotten US War Crimes and Crimes against Humanity

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At a Quebec City celebration of the 70th anniversary of World War II’s Battle of the Atlantic last weekend, Minister of Veterans’ Affairs, Steven Blaney, responded to a question about Canadian military sacrifice with the statement: “There would be no ‘Gangnam Style’ if it had not been for the sacrifice of Canadians, and members of the United Nations who fought off Communism.”
While I enjoy Psy’s South Korean hit as much as Minister Blaney to say it was worth one of the most brutal and least understood wars of the 20th century is a bit of a stretch.
After the Communists took control of China in 1949 the US tried to encircle the country. They supported Chiang Kai-shek in Taiwan, built military bases in Japan and backed a right-wing dictator in Thailand. One of Washington’s early objectives in Vietnam was to “establish a pro-Western state on China’s southern periphery.” The success of China’s nationalist revolution also spurred the 1950-53 Korean War in which eight Canadian warships and 27,000 Canadian troops participated. The war left as many as four million dead.
At the end of World War II the Soviets occupied the northern part of Korea, which borders Russia. US troops controlled the southern part of the country. A year into the occupation, a cable to Ottawa from Canadian diplomats in Washington, Ralph Collins and Herbert Norman, reported on the private perceptions of US officials: “[There is] no evidence of the three Russian trained Korean divisions which have been reported on various occasions … there seems to be a fair amount of popular support for the Russian authorities in northern Korea, and the Russian accusations against the conservative character of the United States occupation in civilian Korea had a certain amount of justification, although the situation was improving somewhat. There had been a fair amount of repression by the Military Government of left-wing groups, and liberal social legislation had been definitely resisted.”
Noam Chomsky provides a more dramatic description of the situation: “When US forces entered Korea in 1945, they dispersed the local popular government, consisting primarily of antifascists who resisted the Japanese, and inaugurated a brutal repression, using Japanese fascist police and Koreans who had collaborated with them during the Japanese occupation. About 100,000 people were murdered in South Korea prior to what we call the Korean War, including 30-40,000 killed during the suppression of a peasant revolt in one small region, Cheju Island.”
In sharp contrast to its position on Japan and Germany, Washington wanted the (Western dominated) UN to take responsibility for Korea in 1947. The Soviets objected, claiming the international organization had no jurisdiction over post- WWII settlement issues (as the US had argued for Germany and Japan). Instead, Moscow proposed that all foreign forces withdraw from Korea by January 1948. Washington demurred, convincing member states to create the United Nations Temporary Commission on Korea (UNTCOK) to organize elections in the part of Korea occupied by the US. For its part, the Soviet bloc boycotted UNTCOK. Canada joined UNTCOK even though Prime Minister Mackenzie King noted privately “the [US] State Department was simply using the United Nations as an arm of that office to further its own policies.”
The UN sponsored election in South Korea led to the long-term division of that country and Canada’s involvement in a conflict that would cause untold suffering. On May 10, 1948 the southern part of Korea held UNTCOK sponsored elections. In the lead-up to the election leftwing parties were harassed in a campaign to “remove Communism” from the south. As a result leftwing parties refused to participate in elections “wrought with problems” that “provoked an uprising on the island of Cheju, off Korea’s southern coast, which was brutally repressed.”
After the poll Canada was among the first countries to recognize the Republic of Korea in the south, effectively legitimizing the division of the country. External Affairs minister Lester Pearson sent Syngman Rhee, who became president, a note declaring “full recognition by the Government of Canada of the Republic of Korea as an independent sovereign State with jurisdiction over that part of the Korean peninsula in which free elections were held on May 10 1948, under the observation of the United Nations Temporary Commission.” Conversely, Ottawa refused to recognize the North, which held elections after the South, and opposed its participation in UNTCOK reports. For Pearson the South held “free elections” while those in the North “had not been held in a democratic manner” since the Soviets did not allow UNTCOK to supervise them. After leaving office Pearson contradicted this position, admitting “Rhee’s government was just as dictatorial as the one in the North, just as totalitarian. Indeed, it was more so in some ways.”
The official story is that the Korean War began when the Soviet-backed North invaded the South on June 25, 1950. The US then came to the South’s aid. As is the case with most official US history the story is incomplete, if not downright false. Korea: Division, Reunification, and US foreign Policy notes: “The best explanation of what happened on June 25 is that Syngman Rhee deliberately initiated the fighting and then successfully blamed the North. The North, eagerly waiting for provocation, took advantage of the southern attack and, without incitement by the Soviet Union, launched its own strike with the objective of capturing Seoul. Then a massive U.S. intervention followed.”
Korea was Canada’s first foray into UN peacekeeping/peacemaking and it was done at Washington’s behest. US troops intervened in Korea and then Washington moved to have the UN support their action, not the other way around.
The UN resolution in support of military action in Korea referred to “a unified command under the United States.” Incredibly, United Nations forces were under US General Douglas MacArthur’s control yet he was not subject to the UN. Canadian Defence Minister Brooke Claxton later admitted “the American command sometimes found it difficult to consider the Commonwealth division and other units coming from other nations as other than American forces.”
After US forces invaded, Ottawa immediately sent three gunboats. Once it became clear US forces would not be immediately victorious, Canada sent thousands of grounds troops into an extremely violent conflict.
Two million North Korean civilians, 500,000 North Korean soldiers, one million Chinese soldiers, one million South Korean civilians, ten thousand South Korean soldiers and 95,000 UN soldiers (516 Canadians) died in the war. The fighting on the ground was ferocious as was the UN air campaign. US General MacArthur instructed his bombers “to destroy every means of communication and every installation, factory, city and village” in North Korea except for hydroelectric plants and the city of Rashin, which bordered China and the Soviet Union, respectively.
New York Times reporter, George Barrett, described the scene in a North Korean village after it was captured by UN forces in February 1951:“A napalm raid hit the village three or four days ago when the Chinese were holding up the advance, and nowhere in the village have they buried the dead because there is nobody left to do so. This correspondent came across one old women, the only one who seemed to be left alive, dazedly hanging up some clothes in a blackened courtyard filled with the bodies of four members of her family. The inhabitants throughout the village and in the fields were caught and killed and kept the exact postures they had held when the napalm struck — a man about to get on his bicycle, fifty boys and girls playing in an orphanage, a housewife strangely unmarked, holding in her hand a page torn from a Sears Roebuck catalogue crayoned at Mail Order No. 3,811,294 for a $2.98 ‘bewitching bed jacket — coral.’ There must be almost two hundred dead in the tiny hamlet.”
Canadian troops denigrated the “yellow horde” of North Korean and Chinese “chinks” they fought. One Canadian colonel wrote about the importance of defensive positions to “kill at will the hordes that rush the positions.” A pro-military book notes dryly that “some [soldiers] allowed their Western prejudices to develop into open contempt for the Korean people.”
Cold War Canada summarizes the incredible violence unleashed by UN forces in Korea: “The monstrous effects on Korean civilians of the methods of warfare adopted by the United Nations — the blanket fire bombing of North Korean cities, the destruction of dams and the resulting devastation of the food supply and an unremitting aerial bombardment more intensive than anything experienced during the Second World War. At one point the Americans gave up bombing targets in the North when their intelligence reported that there were no more buildings over one story high left standing in the entire country … the overall death toll was staggering: possibly as many as four million people. About three million were civilians (one out of every ten Koreans). Even to a world that had just begun to recover from the vast devastation of the Second World War, Korea was a man-made hell with a place among the most violent excesses of the 20th century.”
But, it was all worth it, according to the Conservative government. After all South Korea has given us ‘Gangnam Style’.
Yves Engler’s latest book is The Ugly Canadian: Stephen Harper’s foreign policy. For more information visit yvesengler.com

Dylan Thomas

DO NOT GO GENTLE INTO THAT GOOD NIGHT (NO ENTRES DÓCILMENTE EN ESA BUENA NOCHE)

Do not go gentle into that good night
Old age should burn and rave at close of day;
Rage, rage against the dying of the light.
No entres dócilmente en esa buena noche,
Que al final del día debería la vejez arder y delirar;
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.
Though wise men at their end know dark is right,
Because their words had forked no lightning they
Do not go gentle into that good night.
Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto,
Como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor,
No entran dócilmente en esa buena noche.
Good men, the last wave by, crying how bright
Their frail deeds might have danced in a green bay,
Rage, rage against the dying of the light.
Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola
Por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.
Wild men who caught and sang the sun in flight,
And learn, too late, they grieved it on its way,
Do not go gentle into that good night.
Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares,
Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían,
No entran dócilmente en esa buena noche.
Grave men, near death, who see with blinding sight
Blind eyes could blaze like meteors and be gay,
Rage, rage against the dying of the light.
Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga
Ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.
And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.
Y tú, padre mio, allá en tu cima triste,
Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego.
No entres dócilmente en esa buena noche.
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Édith Piaf


La última canción de Édith Piaf (1915-1963)


La última canción de Édith Piaf (1915-1963)
Non, rien de rien. Non, je ne regrette rien. Ni le bien qu’on m’a fait. Ni le mal; tout ça m’est bien égal!1 Dumont y Vaucaire, «Non, je ne regrette rien» (1956).
Je me fous du passé!2 París, 1960. Charles Dumont declaró que era un sueño para él y para el letrista Michel Vaucaire que Édith Piaf pudiera cantar un tema compuesto para ella: «Non, je ne regrette rien», que de alguna manera expresó el ánimo con el que Piaf vivió el final de su carrera y su vida.
QRs-Palco-0
Cuando la máxima estrella de la canción realista —como es catalogada su música en Francia— escuchó el tema, se sintió de inmediato identificada con su espíritu optimista que habla de romper con el pasado y comenzar de cero. El disco se agotó tan pronto salió al mercado. Édith Piaf era adorada por su público, a quien había conquistado con una voz gutural, una dicción cristalina y sus más grandes éxitos: «La vie en rose» (1946) y el «Hymne a l’amour» (1949), ambos escritos por ella.
QRs-Palco-1Je repars à zéro.3Debido al éxito del disco, de inmediato se preparó una temporada de conciertos en el Teatro Olimpia de París. Tras noches interminables de ensayos, a la primera función asistieron las celebridades de la época, que se volcaron a saludarla: todos esperaron su turno, nadie se quería ir.
La temporada estaba planeada para 30 funciones, pero fueron 100; incluso llegó a ofrecer dos recitales en una misma noche. Cerca de las últimas funciones su doctor, su secretaria Danielle Bonel y el mismo Dumont, que cada noche la acompañaba al piano para interpretar «Non, je ne regrette rien», se preguntaban si la cantante tendría fuerzas para salir a escena.
Su salud —que se había deteriorado debido a una artritis terrible desde 1949, y a la muerte en accidente aéreo de Marcel Cerdan, el amor de su vida— estaba al borde del colapso. Pero la embriaguez escénica, su voluntad y una fuerza interna extraordinaria la impulsaron a cantar 50 minutos cada noche: «Je préfère mourir que non plus chanter».4
Aujourd’hui, ça commence avec toi!5 Entregada al exceso de morfina para mitigar el dolor, al alcohol y a la comida que igual le causaba placer que daño, conoció a Théo Sarapo, un joven cantante de 26 años. A pesar de la diferencia de edades se casaron el 9 de octubre de 1962, lo que infundió en la cantante una felicidad y vitalidad inesperadas.
QRs-Palco-2
Tan sólo un año después, el 10 de octubre, murió en Grasse —poblado enclavado en los Alpes—, sólo seis horas antes que su entrañable amigo, el dramaturgo Jean Cocteau: «Jamás conocí un alma tan generosa como la de Édith», fueron sus últimas palabras. Por consideración al público se anunció su muerte hasta el 11 de octubre, una vez que sus restos habían sido transportados a París. El entierro fue multitudinario; se dice que sólo al finalizar la ii Guerra Mundial hubo tanta gente en las calles de París.