sábado, 31 de agosto de 2013

Roger Bannister

Roger Bannister: la milla milagro

El 6 de mayo de 1954 caía una de las barreras más míticas del atletismo: los cuatro minutos en la milla (1.609 metros), la prueba clásica del medio fondo. El protagonista de la hazaña fue un joven estudiante de medicina, Roger Bannister.


El día resultó ser ventoso, lo que no era precisamente una buena noticia para Bannister, quien horas después tenía una cita con la historia en el viejo estadio Iffley Road de Oxford. Como era costumbre, pasó la mañana haciendo sus prácticas en el hospital de Saint Mary; después, cogió el tren desde Londres hasta Oxford para disputar un encuentro atlético en el que participarían una amplia nómina de atletas británicos (Chris Chataway, Chris Brasher, Alan Gordon, George Dole..). Viajó sólo, en segunda clase, algo impensable hoy en día para una estrella del deporte.
Bannister iba a atacar una de las grandes fronteras del atletismo (“el muro”, lo llamaban algunos): los cuatro minutos en la milla, la prueba por excelencia del medio fondo. Hoy en día puede parecer un objetivo menor a la vista de los 3:43.13 que tiene El Guerrouj como mejor marca mundial, pero entonces era un reto enorme que mantuvo durante años a los mejores atletas y entrenadores en busca de la forma de conseguirlo. “La milla en cuatro minutos se había convertido en una especie de Everest. Era un desafío al espíritu humano, un obstáculo que parecía mofarse de todos cuantos intentaban vencerlo, un llamamiento punzante contra el que el hombre luchaba en vano”, escribiría años después el propio Bannister en su autobiografía First Four Minutes (Los primeros cuatro minutos).
No extraña, por tanto, la enorme expectación generada cuando se supo que el mejor mediofondista británico iba a intentar semejante gesta. Bajo la supervisión del preparador austriaco Franz Stampfl, llevaba meses entrenándose para rebajar esta marca. Bannister entrenaba solo, cinco días a la semana y apenas una hora diaria, para no perjudicar sus estudios. Con vistas a este reto, y para rentabilizar al máximo su escaso tiempo, buscaba la calidad del entrenamiento –haciendo continuas series- antes que la cantidad.
En Oxford almuerza con un matrimonio amigo y las hijas de éstos. Llueve y el viento sopla con fuerza, lo que sin duda complicaría todavía más su desafío... pero estaba decidido a intentarlo. Sabía que tenía el récord en sus piernas y que no tendría muchas más oportunidades porque ya había tomado la decisión de abandonar la práctica del atletismo a finales de año para realizar el doctorado en Neurología. Sabía además que el australiano John Landy estaba logrando marcas cada vez más cercanas a los 4 minutos, y que con la progresión que llevaba pronto podría superar la mítica barrera. “Así que ahora o nunca”, debió pensar Bannister.


Cae el muro
En una época muy alejada del actual profesionalismo, la pista elegida también distaba mucho de los escenarios sobre los que se logran hoy en día las grandes marcas. La pista de Iffley Road era de ceniza y apenas una modesta tribuna de madera se levantaba junto a la recta principal. Pero la expectación era tan grande que unos 3.000 espectadores se agolparon alrededor de la misma para presenciar la prueba, que fue retransmitida por la cadena de radio de la BBC, con el antiguo campeón olímpico de los 100 metros Harold Abrahams como comentarista. Apenas media hora antes del inicio de la carrera la velocidad del viento descendía hasta los dos metros por segundo, y dejaba de llover.
Todos los participantes en esa carrera llevaron dorsales de dos cifras que empezaban por 4 (en alusión a los cuatro minutos que se pretendían rebajar); Bannister llevaba el 41. Para ayudarle a conseguir su objetivo contaría con la colaboración de Brasher y Chataway, quienes le harían de liebres. Los dos atletas londinenses llevaron la carrera a un ritmo vivo, pero Bannister parecía inquieto, deseoso aún de una mayor rapidez. A falta de 400 metros para el final el tiempo era bueno (3:00.07) pero no lo suficiente para lograr la marca deseada. Tendría que cubrir la última vuelta en menos de un minuto. Fueron 400 metros agónicos, en dura lucha contra el viento y la fatiga, que se reflejaba en su rostro crispado, la boca abierta, los ojos cerrados... En la tribuna y alrededores del viejo estadio el público animaba con entusiasmo. Cuando Bannister rompió la cinta de llegada el crono marcó… ¡3:59.4!, lo que suponía rebajar en dos segundos el anterior récord mundial (4:01.4), en poder del sueco Gunder Hägg desde 1945. La noticia llegó incluso a paralizar la actividad del parlamento inglés.
El joven estudiante de medicina había conseguido derrotar al “muro”; había logrado lo que durante medio siglo se le había resistido a los grandes especialistas del medio fondo. Por eso, algunos bautizaron aquella carrera como "la milla milagro" (miracle mile). Resulta curioso, sin embargo, que uno de los récords más famosos de la historia del atletismo fuera, a su vez, uno de los más efímeros. El 21 de junio, sólo 46 días después, el australiano John Landy le arrebataba la plusmarca, al correr la distancia en Turku (Finlandia) en 3:58.0.
Pero eso poco importaba ya. En 1953 Edmund Hillary conquistaba por primera vez la cima del Everest. Después, otros muchos alpinistas seguirían sus pasos, pero la gesta de Hillary continuará imborrable por los siglos de los siglos... Él fue el primero en conseguirlo. De igual manera, aquel 6 de mayo de 1954 Bannister conquistaba su particular Everest y –pese a lo efímero de su récord- nunca ya nadie le quitará su lugar privilegiado en el recuerdo de los aficionados al atletismo. Aquel día, en definitiva, conquistó la eternidad.




Una carrera fugaz
Roger Gilbert Bannister nació el 23 de marzo de 1929 en Harrow (Londres). Hijo de una familia adinerada, se educó en algunas de las mejores escuelas de Inglaterra. Cursó estudios de medicina en la Universidad de Oxford, estudios que compaginaba con el atletismo, deporte que practicaba desde su juventud y en el que pronto empezó a destacar. Desde sus inicios Bannister -alto (1,87 metros), flaco (70 kilos), rubio, de rostro afilado, pómulos muy marcados y exquisitos modales- se especializó en las pruebas de medio fondo. En 1950, con sólo 21 años, logró la medalla de bronce en los 800 metros de los Campeonatos de Europa de Bruselas, y dos años después participó en los Juegos Olímpicos de Helsinki, donde rozó la medalla en los 1.500 metros (finalizó 4º con un tiempo de 3:46.0). Pero no fue hasta el ya rememorado 6 de mayo de 1954 cuando alcanzó la gloria. Al récord de Bannister le siguió, un mes y medio después, el del australiano John Landy. Eran los dos mejores atletas del medio fondo mundial, y la expectación era máxima por ver un enfrentamiento entre ambos. El duelo no tardó mucho en llegar; el 7 de agosto de ese mismo año, en Vancouver, competían juntos por primera vez en su vida, con motivo de los Juegos de la Commonwealth. Bannister impuso su poderosos final para acabar ganando con un tiempo de 3:58.8, por los 3:59.6 de Landy.
Esta carrera fue un gran acontecimiento seguido ampliamente por los medios de comunicación de todo el mundo, y los británicos lo celebraron con orgullo como un gran éxito nacional. Pocas semanas después, conquistaba la medalla de oro de los 1.500 metros en los Campeonatos de Europa disputados en Berna con 3:43.8. Pero la vida deportiva de Bannister fue incomprensiblemente corta. A finales de 1954, con tan sólo 25 años de edad, decide retirarse del atletismo para centrarse en la medicina, actividad en la que llegaría a ser un prestigioso neurólogo. Una vez retirado recibió numerosos honores: fue el primero en ser elegido “deportista del año” por la revista americana Sports Illustrated (en 1954); fue el primer Presidente del Consejo Inglés de Deportes; la reina de Inglaterra le nombró Sir (caballero) en 1975 por sus hazañas deportivas... La pronta retirada, en la cúspide de su carrera, agrandó la fascinación hacia su figura. De hecho, su historia ha sido llevada en dos ocasiones a la pequeña pantalla: en una miniserie de 1988 titulada The Four Minutes Mile, protagonizada por Michael York, y en el telefilm producido en 2005 Four Minutes, con Jamie Machlachlan dando vida a Roger Bannister y Christopher Plummer como su entrenador.
Desde que Bannister rompiera la barrera de los cuatro minutos, otros trece atletas han poseído el récord de la milla: John Landy, Derek Ibbotson, Herb Elliot, Meter Snell, Michel Jazy, Jim Ryun, Filbert Bayi, John Walter, Sebastián Coe, Steve Ovett, Steve Cram, Nourredine Morcelli e Hicham El Guerrouj. De todos ellos, sólo tres han impresionado a Sir Roger: el australiano Elliot, el norteamericano Ryun y el marroquí El Guerruj. "Elliott tenía un gran margen de superioridad sobre sus contemporáneos, a diferencia de otras épocas; El Guerruj tiene ahora el récord y es extraordinariamente bueno, especialmente construido para esta prueba; Ryun corrió en 3:52 sobre las pistas antiguas y se puede asegurar que valía 3:48, una marca que en la actualidad equivaldría a 3:43 ó 3:44", explicaba en 2004, con motivo del 50 aniversario de su gesta: la milla milagro.

Benjamin Mee



Yo me compré un zoo

 
Esta es una historia única. El periodista Benjamin Mee compró un zoo con 250 animales que estaba a punto de cerrar y se fue a vivir allí con su familia. lo que pasó después es una aventura que narra en este texto en exclusiva para 'el país semanal'.

Hace ahora cinco años, mi familia compró un zoo. No teníamos pensado comprarlo, fue una cosa que surgió así como así. Después de la muerte de mi padre, mi madre, que tenía 76 años, se quedó sola en una gran casa. En vez de venderla y mudarse a otra más pequeña para vivir también sola allí, decidimos comprar una todavía más grande en la que pudiera vivir con alguno de sus cinco hijos y varios nietos. Al buzón llegaron muchas informaciones interesantes de agentes inmobiliarios. Entre ellas, una destartalada casona de 13 dormitorios en Devon, al suroeste de Inglaterra, rodeada de 12 hectáreas de bellas tierras con bosques, campos, lagos y una vistas asombrosas.
En el folleto había fotos de la casa con pavos reales en el jardín y los típicos planos de cuartos de baños, dormitorios, cocina... e imágenes de leones, tigres y osos. Era un zoo semiabandonado, a punto de cerrar, necesitado de alguien que lo rescatara. Nos reímos de tan absurda situación: ¿quién iba a comprar un zoo? Pero cuanto más pensábamos en ello, más volvíamos a la conclusión de que nos gustaría hacerlo. Si podíamos. Mi padre había querido mudarse a vivir a un apartamento pequeño, de dos habitaciones, con doble cristal, sin jardín que cuidar y cerca de una biblioteca. Mi madre, por el contrario, era un poco más aventurera. Y como quienes vivirían con las consecuencias iban a ser ella y los niños de su entorno, aceptó la idea.
En mes y medio gastamos 2.000 libras semanales para mantener a los animales con vida
Un día, mi hermano llegó gritando: "¡Se ha escapado uno de los grandes felinos!"
Dirigir un zoo permite ver el desastre que representamos para otras especies
Nos pusimos a estudiarlo y averiguamos que si se contrata a expertos cualificados para que cuiden de los animales y se pasa periódicamente la inspección para mantener en vigor la licencia, cualquiera puede tener un zoo. De modo que nos lanzamos. Solo el proceso de compra supuso mucho más tiempo y fue mucho más difícil de lo que pensábamos, porque, como estaba a punto de cerrar, necesitábamos alimentar a los animales o habría que sacrificarlos antes de que nos diera tiempo a hacernos cargo. Nuestra familia no es rica. La casa de mi madre tenía cinco dormitorios y un jardín de menos de una hectárea, pero estaba cerca de Londres, así que valía casi el mismo precio que pedían por el zoo, un millón de libras (1.150.000 euros). Sin embargo, era la única cosa que teníamos, y necesitábamos venderla antes, y luego firmar una hipoteca de 500.000 libras para hacer obras y volver a abrirlo al público.
Batallamos durante seis meses. Durante mes y medio cargamos 2.000 libras semanales a nuestras tarjetas de crédito para mantener a los animales con vida. Casi todos nuestros conocidos pensaban que nos habíamos vuelto locos y nos decían que no debíamos hacerlo. Algunos amigos incluso vinieron a vernos, preocupados por nuestra salud mental. A pesar de todo, en octubre de 2006 nos convertimos en los orgullosos propietarios de Dartmoor Zoological Park y nos propusimos reabrirlo a tiempo de aprovechar la temporada de verano del año siguiente. Si fracasábamos, perderíamos todo y habría que sacrificar a muchos de los animales. Por consiguiente, no teníamos más que una opción: triunfar.
Empezamos a conocer el lugar y a los 250 animales que vivían en él: nutrias, flamencos, serpientes, monos, el tapir brasileño llamado Ronnie; intentamos aprender lo que necesitaban y lo que necesitábamos nosotros para obtener una licencia que nos permitiera reabrir al público. Mi experiencia de escritor y periodista resultó útil. Estaba acostumbrado a entrevistar a expertos, pasar sus consejos por un tamiz y seleccionar lo esencial de sus opiniones. Ahora tenía que hacerlo en tres dimensiones, con legisladores, constructores y profesionales de la zoología. Pero si a eso se añadían las preocupaciones por el dinero, los problemas meteorológicos, las normas cambiantes, las viejas instalaciones eléctricas que era preciso modernizar y el riesgo constante de que se escapara algún animal, se trataba de una actividad mucho más difícil que la de escribir un artículo en una acogedora oficina.
Me había costado un poco convencer a mi esposa, Katherine, de que debíamos emprender esta aventura. Tres años antes había trasladado a toda la familia al sur de Francia para escribir un libro sobre inteligencia animal. Los niños estaban creciendo bronceados y bilingües, y ella se había hecho ya a la idea. Ahora, de pronto, quería comprar un zoo en Inglaterra. La convencí de que su talento como directora de arte de revistas podía venirnos muy bien. Estaba acostumbrada a manejar grandes presupuestos en reportajes de moda -siempre gastaba menos de lo previsto, incluso en lujosas sesiones de fotos en Miami-, y en el zoo íbamos a necesitar mucha imagen corporativa. Señales, uniformes, logotipos, la decoración del restaurante... Pero lo que más necesitaba de ella era su sensatez. En nuestra relación, su tarea consistía en rebatir mis ideas más alocadas. Si decía que sí esta vez, tendría muchas oportunidades de tenerme controlado después. Con su papel en el organigrama claro, emprendió la labor de reorganizar la oficina y diseñar nuestro logotipo. Nuestros hijos, Milo y Ella, que tenían cinco y tres años en aquel momento, no podían creérselo. "¡Shhh!", les había dicho muchas veces en Francia, cuando estaba al teléfono y venían a interrumpirme. "Papá está intentando comprar un zoo". Y era verdad. Allí estábamos. Se paseaban con los ojos muy abiertos. Aunque al principio el zoo daba algo de miedo con su vegetación desbordada y su pésimo estado, se enamoraron de inmediato de las nutrias, que chillaban como juguetes de goma.
El cuarto día sucedió la catástrofe (la primera de muchas). Estaba sentado en la cocina hablando de estrategia con el cuidador jefe cuando mi hermano Duncan entró gritando: "Uno de los grandes felinos se ha escapado. ¡No es un simulacro!". Y volvió a salir corriendo. Me pareció extraño, porque Duncan nunca se excita ni habla en ese tono. El cuidador desapareció. Había ido a buscar el fusil. Todas las voces que me dijeron que estaba loco volvieron de pronto a mi cabeza. Me levanté despacio y salí en medio de un estruendo de gritos y rugidos. Estaba seguro de que habían devorado a alguien vivo en el recinto de los leones. O que un tigre aparecería a la vuelta de la esquina en busca de algo con lo que jugar y ese algo iba a ser yo. Al final resultó que un cuidador joven y novato había metido la pata mientras limpiaba al jaguar, Solomon, y este se había escapado sin matarle primero (milagrosamente). Sin embargo, Solomon, en vez de irse a correr por el parque nacional de Dartmoor, donde sin duda hoy estaría aún en libertad, o acercarse al pueblo, donde podría haberse comido a varios parroquianos del pub, decidió saltar un muro para entrar en el recinto de los tigres. Quería pelearse con ellos desde hacía ocho años, y esa era su oportunidad. Tuvimos mucha suerte. De todos los sitios a los que podía haber ido, escogió un recinto con un foso y una valla electrificada de cinco metros de altura. La historia detallada de cómo lo atrapamos aparece en mi libro Nos compramos un zoo (Planeta), que llega a España el próximo 9 de noviembre.
Pero ese no fue más que el comienzo de nuestros problemas. En Navidades recibimos la peor noticia posible. Cuando vivíamos en Francia, dos años y medio antes, mi mujer tuvo un tumor en el cerebro, y ahora reapareció. Estaba extendido por la cabeza y no podíamos hacer nada. Falleció en marzo del año siguiente. Cuarenta años y dos hijos de seis y cuatro años: una catástrofe para la que uno no puede prepararse. Sin embargo, mientras permanecía en casa con los niños, tratando de asumir su desaparición, miraba por la ventana y veía que la vida seguía adelante. Los cuidadores iban todos los días a dar de comer y limpiar a los animales. En ese periodo murieron algunos de ellos y nacieron otros. Fuera de casa, en el zoológico, el ciclo de la vida continuaba, y nos ayudó a poner en perspectiva que no éramos más que una familia de mamíferos más de las muchas que habían sufrido, un pequeño elemento en el gran orden de cosas. Y el zoo nos necesitaba. Requería que trabajásemos para sacar todo adelante. Teníamos que abrir en julio o todo habría sido en vano. Con tanta gente involucrada -todos los nuevos empleados que se trasladaron a la región para trabajar en el zoo- y un objetivo tan positivo como el de mantener a los animales con vida, parecía claro lo que debíamos hacer. Nos dedicamos a arreglar los recintos y los senderos y a renovar el restaurante para los visitantes, todo ello bajo una lluvia torrencial, nada propia de la estación, que lo complicó todo. Logramos pasar la inspección y abrir al público. Durante dos días brilló el sol. Parecía que lo habíamos conseguido. Por supuesto, acababa de empezar el trabajo de verdad.
Por desgracia, 2007 fue el primer año en el que empezaron a sentirse en Reino Unido los auténticos efectos del calentamiento global. En Inglaterra tenemos una primavera y un otoño más cálidos que en España, inviernos mucho más fríos y veranos muchísimo más húmedos. El de 2007 fue el julio más lluvioso de los últimos 100 años, y agosto de 2008, uno de los que más, lo cual constituye un problema cuando el 65% de los visitantes anuales acuden en esos dos meses. Después, como es natural, llegó la recesión. Y ahí estamos, en primera línea de fuego. Los bancos aprietan las tuercas, los visitantes aprietan la cartera y nosotros apretamos los esfínteres. Visto desde ahora, quizá no era el mejor momento para comprar una atracción que depende del turismo estacional y tiene gastos administrativos y de mantenimiento sin fin.
Dirigir un zoo ofrece un punto de vista privilegiado desde el que observar el desastre ecológico que representa la humanidad para otras especies. El agotamiento del hábitat se transmite directamente al volumen de cuidados urgentes que necesitan varias de esas especies y, a veces, incluso categorías completas de animales. Por ejemplo, en la actualidad, las ranas están pasando un mal momento en todo el mundo, y estamos a punto de entrar a formar parte de un programa internacional de cría de ranas venenosas de dardo procedentes de Sudamérica.
No todas las noticias inesperadas son malas. Poco después de llegar, cuando todavía escribía una columna para The Guardian, sonó el teléfono. Me estaba retrasando con mi original. "¿Qué estás haciendo?", preguntó la redactora que debía editarme, al oírme como si estuviera sin aliento. Hice una pausa. No sabía si confesar la verdad. En el periódico no había comentado nada sobre el zoo que habíamos comprado. Sospechaba que pensarían que algo así me retrasaría en mis entregas (habrían tenido razón). En aquel momento decidí contarlo. "Estoy en un árbol colocando cabezas de buey para los leones". Se oyó un largo silencio al otro lado de la línea. Seguramente era la excusa más original por un retraso en la entrega que había oído nunca.
Poco después se publicó un extenso artículo en la revista semanal de The Guardian con grandes fotografías. Lo vio un agente literario que llevaba toda su vida profesional buscando a alguien como yo, un escritor que trabajara en estrecho contacto con animales. Me animó a escribir un libro, y lo hice. Sugirió que le diera el título provisional de Nos compramos un zoo. Desde entonces se ha vendido en 20 países y se ha traducido a 16 lenguas. Pero no acaba ahí lo bueno.
Un día, mientras limpiaba bajo la lluvia un desagüe al fondo del camino de entrada, recibí una llamada telefónica. Me advirtieron de que no me emocionase mucho, pero 20th Century Fox, en Hollywood, había comprado los derechos del libro y quería hacer una película sobre nuestra historia. Es frecuente que esos proyectos se queden sin hacer. Pero durante los dos años siguientes recibí más llamadas, cada pocos meses, contándome cómo iban avanzando las cosas. Un día me confirmaron que Matt Damon, ¡nada menos!, había aceptado encarnarme en la pantalla. El rodaje comenzó en enero de este año, y en abril fui de visita con mis hijos. Vimos algo que nos resultó muy extraño: un zoo muy parecido al nuestro, pero construido en las colinas del sur de California. Estaban los tigres, estaba Scarlett Johansson y estaba Matt Damon, vestido de cuidador, con una placa que decía "Benjamin". Pero lo niños pasaron de todo eso, porque estaba Krystal, la mona de Noche en el museo 2. Pasamos dos días en el lugar de rodaje y almorzamos con Krystal en la cantina, donde ella comió fruta con muy buenas maneras. Todos fueron de lo más amable con nosotros, y Matt Damon posó con la camiseta del personal del Dartmoor Zoo para una foto que colgamos en nuestra página web. La suerte estaba empezando a cambiar para nuestro zoo. Es una historia imposible de inventar.
Milo y Ella tienen hoy 10 y ocho años, respectivamente, y pasan todos sus fines de semana y sus vacaciones ayudando en el departamento educativo del zoo. Dan charlas, limpian a los animales y ayudan a preparar su comida. Milo quiere ser director de zoo, escritor, y también artista y actor. Ella, tal vez como su madre, no está tan segura de querer trabajar en zoos desde que se escapó Solomon, y tiene el sentido común suficiente para darse cuenta de que es un trabajo muy duro, "con gente que te cuenta sus problemas todo el tiempo". Pero le encanta estar allí y, por suerte, no se ha cansado de visitar otros zoos para recoger o entregar animales. Por ejemplo, este año, sus vacaciones de verano consistieron en un viaje a Alemania para observar a los macacos japoneses que vamos a adquirir el año que viene. Y los dos están de acuerdo en que lo mejor de todo, después de un largo día de trabajar con los animales, es el helado gratis.
Ahora me piden con frecuencia que hable en público. Sobre todo en colegios. Siempre digo a los niños que si tienes todo bien pensado y estás seguro de que puedes, eres capaz de hacer lo que te propongas en la vida. Aunque los demás te digan que es imposible.
Sal y haz lo que quieras. Menos comprar un zoo.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

 http://elpais.com/diario/2011/11/06/eps/1320564418_850215.html

Dr. O. Carl Simonton

About Dr. O. Carl Simonton

   Dr. O. Carl Simonton was an internationally acclaimed oncologist, author, and speaker who was best known for his pioneering insights and research in the field of psychosocial oncology. After having earned his medical degree from the University of Oregon Medical School, he completed a three-year residency in radiation oncology. It was during this time that Dr. Simonton developed a model of emotional support for the treatment of cancer patients... an approach that introduced the concept that one's state of mind could influence their ability to survive cancer.
   As chief of Radiation Therapy at Travis Air Force Base, Dr. Simonton implemented this model. This was the first systematic emotional intervention used in the treatment of cancer -- a program that was approved by the surgeon General's Office in 1973. While in private practice, Dr. Simonton utilized his unique approach for the treatment of cancer patients. A pilot study he conducted from 1974 to 1981, demonstrated an increase in survival time and improvement in quality of life. His early research established the foundation for two widely acclaimed books which he co-authored, Getting Well Again and The Healing Journey.
   Dr. Simonton was the Medical Director of The Simonton Cancer Center in California, where retreat programs are offered for cancer patients and their loved ones. In recent years, his model has received great acceptance in Germany, Poland, Japan, Switzerland, Holland, and Italy where he routinely conducts training sessions for health professionals.
   In November, 1997, he was honored by the American Medical Association for his film, Affirmations For Getting Well by Touchstar Productions. This video, used in practically every hospital in the US is presently being distributed to oncologists throughout our nation by SmithKline Beecham, one of the world's leading pharmaceutical companies.
 Dr. Simonton touched many lives in his lifetime. His recent passing was a huge loss to both the  medical community and the cancer community, but we move forward and make progress as Dr. Simonton was always one to look at death as just another part of life. In his absence, the Simonton Cancer Center continues his quest to help individuals build upon their strengths by enabling them to travel their healing journeys with hope and inspiration. His pioneered approach has great potential to become the 4th tool in our armamentarium against cancer along with surgery, chemotherapy and radiation therapy.


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How Dr. Simonton got started with this type of work
Dr. O. Carl Simonton was born in Los Angeles on June 29, 1942. 
Dr. Simonton graduated from University of Oregon Medical School in Portland, where he also did his residency in radiation therapy.  Prior to his residency he did an internship at Santa Barbara County Hospital and Santa Barbara Cottage Hospital in Santa Barbara, California and received an intern of the year award.  It was during his residency he noticed that many of the patients did not want to cooperate with a promising research project that was designed to increase effectiveness of Radiation Therapy (so called hyperfractionation or superfractionated radiation therapy) and decrease side effects.  When Carl investigated that further, he discovered it was hopelessness that interfered with patients participating in the program.  He soon discovered a tool for hopelessness in motivational psychology of business.  It was relatively easy to find out the effectiveness of approaches in business. It turned out that those businessmen that imagined desirable outcomes were able to have the best business and financial outcomes.  Inspired by these discoveries, in April 1971 he applied these concepts with his first patient.  
The first patient was a 61-year-old male with an advanced throat cancer.  He lost over 30 pounds, he could barely swallow his own saliva and had difficulty breathing.  He was expected to get worse despite treatment.  Carl taught this patient to imagine a desirable outcome, imagining his cancer as curable and his treatment as his allies and friends and as being effective and that his body was capable of overcoming cancer.  What was the most astonishing was that the patient had no side effects to high dose radiation therapy.  This was also an example that despite patient’s criminal past he could get well.  Carl emphasized, “You don’t have to be a saint for a miracle to happen to you.”  When the patient got well, Carl didn’t know how to proceed any further and Carl discovered the first signs of his own attachment to patient’s outcome and was worried what to do if the patient’s condition worsened. The patient had a very special, direct way of communicating.  He stated, “Doc, in the beginning in I needed you in order to get well.  Now you could drop dead, and I could still make it on my own.”  As a matter of fact, he helped himself to techniques to free himself from arthritis and impotence.   
The same year Carl became chief of radiation therapy at Travis Air Force Base in Fairfield, California.  That is where he instituted a group an individual counseling as a part of the standard treatment for all cancer patients going through treatment at the center.  In his program I got approval of the surgeon general’s Air Force office and the National Psychiatric Consultant to the Air Force.   
This was another first for Carl. So he was the first one to introduce counseling to all cancer patients.  In 1973 he led the field again by introducing family therapy as a standard form of cancer counseling at the Oncology Associates in Fort Worth, Texas, where he was the medical director of Cancer Counseling and Research Center.  

The Simonton program is very frequently identified with simplistic understanding of visualization and mental imaging.  I don’t remember Carl ever using the word “visualization” at least in 18 years that we worked together.  For Dr. Simonton imaging was a natural process occurring in our lives all the time.  His most frequent example of imaging was asking the audience, “What did you have for breakfast?”  He emphasized that we all are expert at using our imagination in our own way.  Try to sit for a few seconds and not imagine anything.  Impossible!  (Unless you are a master of particular meditative practices with dozens of years of daily, multi-hour experience)  Carl considered the content and quality of these continuous cognitions to be the key for health.  He developed a very sophisticated approach to shift thoughts in a healthy direction and refined mental imagery exercises that were individualized to the particular style, symbolism, and the needs of a person.  His patients were becoming experts at using their continuous natural imagination in healthy ways that promote getting well. At this time he developed close ties with his life-long friend and colleague dr. Jeanne Achterberg whose research on imagery, shamanistic practices and mind-body medicine laid foundation to our modern understanding of psychoneuroimmunology. 

Since 1973 Dr. Simonton with his then wife Stephanie, a psychologist, was conducting the pilot research project through privately funded sources.  At that time he was strongly advocating patients’ autonomy and empowerment in the process of treatment, which was not so obvious in the era of doctor’s paternalistic attitudes.  This concept is much more embraced today.  His approach was getting media attention and he attracted leaders in different psychotherapy approaches to work with him -- from traditional Freudian psychoanalysis, Jungian therapy, Gestalt, Systems Therapy, NLP, etc.  However, as an oncologist, he was not wedded to any psychological school of thought.  He was only interested in applying what was helpful to his patients and their families.  As a scientist with an incredible intuition, he was able to discover these factors that promoted healing for his patients and incorporate to his program which continues to evolve. evolved.  

 


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Dr. Simonton and the mind-body connection:
written by Dr. Mariusz Wirga


The power of Dr. Carl Simonton’s message is derived from the lineage of Hypocrates, the father of medicine, who maintained the beliefs that we are healthy by nature and that our bodies naturally have the tendency to regain health and get well. Individuals, as well as physicians and other professionals caring for patients, need to support these processes and do no harm to these natural healing processes. 
Medical science now supports the understanding that we all produce cancer cells, and that these cancer cells are naturally recognized and eliminated from our body without any conscious effort from ourselves. The process of identifying and eliminating cancer cells is a natural process that has been functioning effectively since before we were born.  
This process is an innate and natural one that can be strengthened by returning to our true nature – contacting our real selves. While this goal has been aim of millennia of spiritual and scientific exploration, Dr. Simonton provided a simple but powerful path. 
We humans are guided to our own true nature by engaging in activities that bring us joy, meaning, and deep fulfilment. Recognizing that our nature is to be kind, caring, and compassionate (purely loving), Dr. Simonton emphasized that we need to align our ways of thinking, and our ways of being, with the laws of nature 
In fact, this is the first rule for healthy thinking that he taught to his patients, their support people and families.  Because healthy thinking is a new and foreign concept to most, Dr. Simonton developed a way of cultivating healthy thoughts, beliefs, and attitudes through imagery practice. Imagery-based healing practices were understood and recorded in cave paintings as far back as 40,000 years ago.  Early humans were more in tune with the forces of nature, and more aligned with their own true nature. They recognized that imagining desirable outcomes helped them thrive, whether in hunting, regaining health, or healing. Even though science lost this message somewhere along the way, Dr. Simonton reminded the thousands of people that he touched that imagery is, indeed, a powerful process deeply tied to their own true nature. 
The Simonton program that he developed is the only psycho-oncology program that has been in continuous operation for over 38 years. Because of Dr. Simonton’s uncompromising integrity, his method has gained strong followings in Germany, the Netherlands, Italy, Switzerland, Poland, and Japan, and training centers have thrived in these locations. As an oncologist he was interested in giving patients and their families the most effective tools for getting well and maintaining hope in all stages of life. His revolutionary methods, closer to psychotherapy than medical practice, drew equal parts praise and criticism, but he remained true to his philosophies throughout his career. 
Simonton’s research with terminal patients, first published in 1981, demonstrated that clinical work with imagery and belief systems could not only improve their quality of life prior to death, and quality of death for those who died, but also prolong life and getting well.  Many leading psychotherapists from across the theoretical spectrum were attracted to and collaborated with Dr. Simonton, allowing him to scientifically test which types of interventions worked best for his patients. As an oncologist he was not wedded to any particular school of psychotherapy – he was committed without compromise to implement whatever helped his patients.  
The medical establishment initially rejected his findings and approaches, but after nearly 30 years, the scientific evidence has finally caught up with Dr. Simonton (and the cavemen) and proven that psychotherapeutic interventions not only provide comfort to cancer patients, but also enhance quality of life and improve survival. 
Despite criticism, Dr. Simonton continued to stay true to his philosophy, refining his approaches and advancing the reach of the Simonton Program. He worked with patients all over the world, and taught an army of therapists interested in providing effective help to cancer patients and their families. With the science of psycho-oncology still in its relative infancy, the full impact of Dr. Simonton’s work is yet to be realized.  For those countless lives touched by Carl, directly and indirectly, professionally and personally, we celebrate a man who found his true nature and shared it with joy, meaning, and deep fulfillment.  
In the care for cancer  patients and their families Dr. Carl Simonton pioneered the fourth modality. In the treatment of cancer currently there are three accepted treatment modalities: radiation, chemotherapy and surgery. Each has its place. But the fourth modality needs to be put in place, the focus on the role of the mind/body relationship in health and illness.  

 
Even such establishment groups as the National Institute of Health ‘s Center for Complementary and Integrative Medicine reports that: 93% of Americans say that perceptions, thoughts and choices effects physical health. The recent 429 page report of Institute of Medicine (IOM) of the
National Academies titled Cancer Care for the Whole Patient: Meeting Psychosocial Health Needs states that “A growing body of scientific evidence demonstrates that the psychological and social (“psychosocial”) problems created or exacerbated by cancer (e.g., depression, other emotional problems, or a lack of information or skills needed to manage illness) can be effectively addressed by a number of services and interventions.” The IOM sets standards of practice in Medicine and voices strongly that: “Today, it is not possible to deliver high-quality cancer care without addressing patients’ psychosocial health needs. All patients with cancer and their families should expect and receive cancer care that ensures the provision of appropriate psychosocial Health services…” But they conclude that: “In spite of this evidence […] attention to patients’ psychosocial health needs is the exception rather than the rule in cancer care today.” 

Throughout his life Carl was promoting the motto: “Don’t let the things that we don’t know stop us from applying things that we do know.” In the words of the old Chinese proverb: "The person who says it cannot be done should not interrupt the person doing it." Dr. O. Carl Simonton was the person doing it since April of 1971.
 http://thesimontondocumentary.org/about_dr_simonton

viernes, 30 de agosto de 2013

13 Lessons

13 Lessons From the Movie ‘Peaceful Warrior’

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  1. Fear creates restlessness and contributes to a lack of peace within your current reality – Makes a lot of sense when you really think about it. Fear, no matter it’s trigger, takes you out of the moment by forcing you to focus on your physical and emotional reaction to it. How can we expect to be at peace with this moment if we can’t even truly look at it because we instead are run by the fear it seems to have created.
  2. Doing something for an end result makes it harder to accomplish – On the surface this may seem non-sensical since there are countless examples we can all think of where people let a desired end result motivate them throughout the entire process of trying to attain it. Why I still think this statement holds some validity is because the expectations of an end result can often discourage and downplay the process in getting there. Rather than setting an end result of losing 20 pounds in 1 month and then gauging our success on whether or not that was accomplished, wouldn’t it be easier to just choose to begin taking care of our bodies or working out and letting the results be what they are at whatever pace they occur.
  3. Old mentalities and past experience define our limitations – Who ever said that the highest you could jump was to barely touch the bottom of the mesh on your basketball net? Was it the set in stone voice of your heart/ soul? Or was it just what you have done the last few times you tried? Too often we let past results dictate what our bodies can and cannot do, rather than simply being in each attempt as a completely separate experience.
  4. Rushed/ busy mentality prevents us from experiencing the moment – We all lead busy lives. Lives that often result in us multi-tasking (eating on the go, talking while we work, etc.) This lesson simply reminds us to take some time to actually fully experience one thing at a time. No matter how mundane or complicated the task we might just be surprised by how much it has to offer when we fully give ourselves to it.
  5. Don’t run away from defeat, in fact stop evaluating everything as a win or a loss (success/ failure) – In the human experience we take something out of everything. It just seems to be a lot easier to value and enjoy what we take when it gets coupled with a favorable result. Imagine we didn’t evaluate all of our results and instead focused on what we took from the experience regardless.
  6. Thoughts don’t reveal anything about you – Thoughts are just thoughts, many of them arise automatically and can very easily be used to either falsely satisfy or beat yourself up. Rather than letting your thoughts run you, simply observe them for what they are, perhaps even take the time to see where they might have come from (what triggered them, what contributed to that view/ opinion.) We might just be surprised by how much of what we think of regularly is really quite useless and unfounded.
  7. There is never nothing going on – Boredom. We’ve all experienced it at times to varying degrees. The truth of the matter is even in those most boring of moments there is plenty going on. Next time you find yourself bored take the time to truly observe your surroundings, realize that your very existence alone is quite the thing to be going on, and see if anything in particular calls for you to get involved with.
  8. Society/ media/ others love to thrust limitations on us, they only become true if we accept them – People can say whatever they want and say that its based on whatever they choose to credit it to. It only becomes a true part of your reality if you truly accept it. Think about the countless number of people who have defied what we previously thought possible, imagine if they let our previous definition of it not being possible stop them from showing us otherwise.
  9. Everything has a purpose, it’s up to us to find it – Even the most difficult, challenging or emotionally engaging experiences in life have a greater purpose and servitude to our existence. It’s our choice whether we want to look internally and find it or continue to dwell on the outward experience it created.
  10. Death does not equal sad. Sad equals the fact that some people never live – A lot of people find a great deal of peace and strength in death, for many that is a lot more of a profound experience than what many of us call daily life.
  11. Don’t give up what you love, find love in what you do – The idea of giving up something that you love only stems from a disappointment in how it has worked out thus far. Rather than letting the past bury you, find the love in what you do and realize that no matter how it plays out it is a part of you.
  12. “What if I can’t do it?” That’s the future, throw it out - All we have and can impact is this moment. Why would we let thoughts about a future moment hold us back from doing something that in this moment we would like to do.
  13. Getting caught up in wants leads to nothing but suffering – Think about it. When we don’t get what we want we define it as a version of suffering. When we do get what we want we quickly suffer because we can’t hold onto it (it either slips from our grasp or loses its previous value shortly after we attain it.)

jueves, 29 de agosto de 2013

Tigre de Tasmania

El tigre de Tasmania, el “feroz depredador” que el hombre extinguió por error

Hace 75 años los australianos los exterminaron porque creían que se comían a sus animales. Un reciente estudio reveló que no tenían fuerza para matar ganado
Especies en extinción, Australia, Fauna,  Tigre de Tasmania
Foto: Museum Wales / Flickr
Era considerado un feroz depredador del ganado, le pusieron precio a su cabeza, se extinguió en 1936 debido a su caza indiscriminada y hoy, más de 70 años después de que el ser humano arrasara con los tigres de Tasmania, un estudio acaba de revelar que ellos no mataban a los corderos.
“Nuestros hallazgos demuestran que las acusaciones de que era la mayor amenaza a la industria ovina fueron injustificadas”, señala la investigación publicada en el Journal of Zoology, donde se menciona también que los dientes del tigre de Tasmania no servían para romper los huesos de sus presas.
Este marsupial carnívoro -similar a un perro de gran tamaño y que podía medir hasta 1,2 metros de largo- se alimentaba básicamente de animales pequeños como la comadreja, el wallaby y ratones.
La antigua creencia –hoy descartada- de que los tigres de Tasmania mataban al ganado bastó para que en Australia se desatara una sangrienta persecución a estos animales. Y es que entre 1830 y 1909 la ganadería fue la base de la economía australiana, razón por la que había que proteger esa industria a cualquier precio. Incluso, extinguiendo una especie.
Cuando las autoridades se dieron cuenta de que el tigre de Tasmania estaba desapareciendo ya era muy tarde para asegurar su supervivencia. El último ejemplar de esta especie murió hace 75 años en el zoológico de Hobart.

Judgement

 

12 Steps To Removing Judgement

Ok, here it is as we promised the 12 step  clearing process from our radio show on Monday evening, ‘Moving Beyond… Judgment.’
 “It is impossible to experience the world as it is, while you are judging it.” ― Gary Rudz
 JUDGEMENT CLEARING PROCESS
1. Ask yourself what is going on. What is the pattern. For example: I can’t stand this person, or any scenario that specifically triggers you.
2. Once you acknowledge what is taking place, go into the emotion and give yourself the permission to feel it fully and completely. For example: feel the bitterness, anger, annoyance, resentment or pain.
3. Once you have allowed yourself to feel the emotion to the max, take a few deep breaths and send it in a holding pattern above you. Just see it come out of you, simply observe it above you. Release its energetic charge and feel what has left you – the burning and the heaviness.
4. Notice if you feel any pain or strong discomfort associated with the emotion in an area of your body. If so, send love and light to the areas of your body where you feel it. Don’t get your mind engaged with the process, the body will take care of it.
5. Ask yourself where is this emotion coming from? Example: What is the reason I judge this person or that situation. What is it about it that triggers me? Is it tied to a memory of my past? If a memory, person, emotion, or thought process shows up, go right into it.
6. Ask who or what you judge to be brought to your awareness. Example: A friend, dad, mom, teacher, the government, an earlier version of yourself, or a situation such as being ridiculed)
7. See him/her/you in front of you, or see the situation you judge happening to you. Ask to receive clarity on the issue. For example: Why was he/she acting this way? Why did I loose my job? Why did he/she leave me?
8. At that point it is for you to realize that this was the experience of that time based on the level of consciousness of yourself, the people around you, as well as the agreement between souls to create an experience that would allow growth for all involved.
You will receive answers such as: My dad did not know better at the time. My boyfriend did this to me to bring my insecurities to my awareness. He/She was acting this way because of his emotional baggage. This happened to me so I could learn to let go of certain belief systems, insecurities, identities etc.
9. Ask your soul, “Do I still need to hold on to this experience, this emotional, response, this judgement?”
You will feel the answer.
If you are not ready to release it, ask for further clarification: “What is still keeping me from letting go and moving on?” After you have addressed it, ask again, “Am I ready to let this go?” Keep repeating until you feel clear.
10. Once you feel ready to let go, call out all the different beliefs and patterns you had that perpetuated your judgements. Example: I release all of the following beliefs and patterns: We are separate, we need to compare ourselves to others, we need to compete, we need to judge to feel on track, we need to take other’s judgements personally, we need to feel like victims of life, we can make mistakes etc. Stating them will allow you to fully observe them for what they are: Just a story, just an experience that you no longer need to play with.
11. Now release those beliefs and patterns to the sun which will repolarize them back to pure love and potentiality.
12. Take a deep breath and state to yourself your newfound understanding. Example: I am one with my friend, my dad, my mom, my teacher, the government, with everything that is. But we all walk different paths and play different roles for one another to help us grow, learn the lessons we need to learn, and further discover who we truly are. Judgement is an illusion.
You can practice this clearing process with any issues that you are faced with! Try it out and see what comes up!
If you missed our show about moving beyond judgement, you can still listen to the archive by following this link

miércoles, 28 de agosto de 2013

Reincarnation

 Source: Collective Evolution

Is reincarnation what happens to us when we die? This fascinating video showed up in the mainstream media. The story is about a little boy who vividly remembers a previous incarnation of being a soldier in World War II and how he had died.

From the information provided it is very difficult to deny this as being true. I think it is amazingly powerful for people to see and understand that the current life that we are living is not the only one we have ever had, or will ever have.

This story significantly shows how we can carry memory and emotional attachments to these memories of lives that we have lived at any time on this planet, and even other planets, and also how it affects our current lives in how we perceive, create and experience everything.

There is also very key points shown in the clip of how the little boy being a soul, remembers that he CHOSE the family that he incarnated with. It’s showing us that we choose everything for our greater good so that we can grow and move forward in our soul evolution. The soul has no judgement towards experiences such as the family that it chooses to incarnate through because it is a choice.

If you do not believe in reincarnation that is perfectly ok. If you do, here is confirmation of your truth. As things are shifting within our experience here, more stuff like this will come to surface as we are making the choices to assist one another in awakening ourselves to the truth that we all deserve to know and long for. Ride the wave of change!




martes, 27 de agosto de 2013

Signs you may be Spiritual

12 Signs you may be Spiritual and Don’t Even Know it.

 Filed under Life, News 
Flickr / Skyseeker
Flickr / Skyseeker
By: Amanda Froelich,
True Activist.
We all have those memories, dozing off, forehead in hand in church while an insufferably long speech is made on the values of right and wrong. Minds on the parties to attend after the hour-long-session orthings-to-do work to zone out the heartfelt preaching, and as soon as the last hymn ends (or before) you’re long gone out of church.
Think you’re not a spiritual person? “It’s just not for me” you may think… the garbled notion of either devout nuns with bruised knees or new-age hippies dancing around a wildfire leave no room for you, a person of reason and deep faith in the scientific system. But if you really think what ‘spirituality’ means, you’ll realize that different from ‘religious’, following a set mode of rules to attain ‘enlightenment’ or ‘purity’, spirituality is instead your personal relationship with the energy of the Universe, what you are and what is. This energy identified by Quantum Physics (source) could be God, or it could be the reflection of what you are, a reminder that everything technically is the same, therefore there’s faith right there to believe in a higher purpose.
Regardless of your personal feelings on the subject, if you’re still searching for an inkling that you may indeed be spiritual or are hard set against it, the following 12 signs may help you make up your mind:
1) You gaze at the stars.
Fascinated by something bigger than you are, the phenomenon of creation is as mysterious and beautiful as the stars. You can’t help but feel awe and inspiration with your back pressed to a wavy mat of grass, staring into the light that truly is a reflection of the light within.
If you find stillness in the grandeur of the universe, this could be a signal of experiencing spirituality; you’re connecting deeper to the truth within and calming the human ego.
2) You try to think happy thoughts.
Thoughts are energy – where attention goes, energy flows. If you’re seeking to stay in a positive mindset, you’re naturally already praying …to what or whom, you may not know. But without even knowing it, you’re creating a message that’s sent out into the energy of the Universe.
3) You offer a helping hand.
“Do unto others as you would have done unto you.” Whether the Law of Abundance, the Golden Rule, or the message of Karma, this fundamental teaching has been passed down in many traditions and religions. The essence is to embody the principle that you and all are one, so the actions you inflict upon another will in return be cast unto you. Naturally a do-gooder? You’re more connected than you think.
4) You feel serenity in Nature
Perfectly flowing, calming, and un-touched nature; many are called to empty their thoughts and emotions into the alkalizing environment where there is no judgment to answer to. Nature is healing on many levels and as creatures of this Earth, it only makes sense we seek to return to it. Toxic lifestyles and harsh thoughts serve no one, so the more you seek to clear your head and return to a positive mental and physical balance, the more you’re naturally tuning up your own energy, or vibration, to the source. Who knew so much good could come from a hike in the woods?
5) You follow your guided Intuition
No need to label the ‘voice’ that speaks to you, but you know when to follow your gut in all types of situations. This is a clear sign you’re following faith in something more than can be measured by science.
6) You’re for the Truth…in all situations
“And the truth will set you free…” mentions John in the Bible. In this world which seems set on cheating neighbor out of financial means and merit, you’re in opposition if you seek truth in all situations. Having integrity is mentioned in many traditions and religions, though, (Native American, Jewish Kabbalah, Judeo-Christianity Bible…) for reason. If you are truly to align yourself with the highest intention of this experience and draw in positive opportunities, life lessons, and individuals into your present, opting for the truth is optimal. Related to new-age philosophy of the Law of Attraction, your hard-wired passion to be the truth is a sign of your deep rooted spirituality.
7) You honor life
Albert Einstein said: “There are two ways of looking at the world, one as if everything is a miracle, and second, as if nothing is”. Either way of perceiving the world influences your mindset and expectation for life. If you choose to honor this experience and be present with the true miracle that is life and the complexity required to create this universe, then you choose to also honor what you’ve been given. A single life in this viewpoint is magnificent, precious, and worthy of one’s time. Likewise, your personal self requires appreciation of just how wonderful a reflection you are in this universe.
So if you’re aware that this reality you’re experiencing is a gift and you choose to honor yourself and be present, you are indeed engaging in a very spiritual perception.
8) You’re appreciative of the smallest bug to the largest animal.
Buddhists recognize that the flowing life through all creatures – bugs to mammals, reptiles to birds – is equal, no matter size. This doesn’t mean one who adopts this philosophy is vegetarian, there are many facets to that choice, but it does mean that one who adopts this viewpoint has a deeper appreciation for the life of all.
Native Americans were known to give thanks to the spirit of an animal after slaughtering it, bestowing blessings on the life they took and in return invoking grace from their actions. If you choose to honor even the tiniest bug on your computer screen such as you would respect a horse or another living individual, you are very well engaging your spirituality.
9) You recognize the power of forgiveness
It’s a simple lesson that’s been passed down, forgive thy neighbor, but has deeper purpose than most realize. More for the individual who needs to forgive, holding on to negative emotions and burying one’s pain into past memories keeps the individual out of the now and disconnected from the source of all energy. Similarly, harboring bad energy and ill intentions can create energetic imbalances, later manifesting as physical symptoms according to Chinese Medicine.
To be in the flow and feeling your best, it truly is a good idea to let go of those whom have trespassed against you in the past, send them peace, and move on into the future. You may already be seeking to do this in your own life or asking for help from a friend, family member, or counselor. In this action, you are benefiting your spirituality, even unknowing, because it will beneficially impact your life.
10) You strive to detach from Drama
Gossip, worry, stress, and violence among many lower-vibration patterns keep one wrapped up in the ego,away from the true self, and more importantly, away from more fulfilling activities and the source of all energy. In the “Celestine Prophecy”, it is mentioned that 2,000 years ago the Mayans foretold that humans of this age would wake up to the fact that they are energetic beings, and engaging in lower energy forms of vibration is literally sucking the energy out of others.
Ever feel drained when you’re around an individual who wants to dump their problems on you, mope, intimidate, or interrogate you? This is an example of an energetic vampire, and a clear picture of what happens when one is not connected to the true source of Energy, which you could call God.
If you’re naturally seeking a way out of dramatic settings and looking for higher energy activities that leave you feeling restored, refreshed, and happy, you’re naturally calling spirituality into your life.
11) Travel is appealing
Human life is experience to better understand and reflect the many contrasts of divinity, sage’s say. So if your heart is passionate for travel, in a way you feel called to experience more and gain fluent contrast of this world while observing the intricacies it holds. Whatever reason you feel guided to venture to unknown lands, to you it’s a calling which resonates in a place which cannot be placed, a personal passion you follow.
An example of how this shows your inherent spirituality is you seek to experience even more reflection of the cosmos and in example gain more fulfillment from all you are a part of.
12) You have a heart of humor
The three rules of the universe, some say, are Change, Paradox, and Humor. (Way of the Peaceful Warrior) Life is a big ball of confusion, mystery, amazing-ness, and sometimes humility, but it all depends on how you look at it. The most important lesson psychologists and scientists are beginning to find out is that you are in control of your mind.  You are more than your thoughts, but by choosing to change your focus and what you dwell on, you start to see things a bit differently. (Wayne Dyer). In effect this allows perception to change, and if you can switch your viewpoints from what you were taught as a young individual, you can illuminate new possibilities and truly engage in a futurist mindset, no limits to the potential of the human intellect or this world.
Embracing the humor of life, the many shades that this world casts, you are again, unknowingly, growing more into your spirituality.
Not by any means are the signs that you are unknowingly spiritual limited to these twelve, nor does this mean you should go jet to the nearest convent (unless that’s supremely appealing to you)… instead, pick and choose what you wish to take from this article. If it’s inspiring to think that deep down you already show the signs of a connected human being, search for more.
It could be opinion, but ass energetic beings, you can’t help but be spiritual to a point, as the incredibly amazing and difficult-to-comprehend matter of this universe is just as amazing as you.