martes, 29 de mayo de 2012

Kind of Funny

Elsa Punset



'Una mochila para el universo' (Destino) es «una guía para cambiar lo que no nos funciona». Lo dice sin temer la palabra 'autoayuda' su autora, Elsa Punset (Londres, 1960). Da herramientas para identificar y gestionar emociones, para conocerse. Pero con el respaldo de la ciencia que permite hoy ver qué pasa en nuestro cerebro, medir sus reacciones químicas ante el miedo y el amor, pilares de la estructura emocional. Sabemos que la razón no está enfrentada a las emociones que rigen nuestras vidas, y que la felicidad se logra con entrenamiento emocional.
-¿Por qué la gimnasia emocional es tan saludable?
-Hace cincuenta años no hacíamos ejercicio. Hoy sabemos cuánto beneficio genera. Lo podemos medir. Con la mente y las emociones pasa lo mismo. No debemos resignarnos a lo que nos ha tocado en la vida. Estamos en la era de la gestión emocional y empezamos a comprender sus beneficios.
-¿La regla de oro?
-Comprender los mecanismos básicos de la mente; que el cerebro es un órgano milenario, caduco para el mundo actual y al que debemos ayudar a actualizarse para vencer su poderosa tendencia al sesgo negativo, a la infelicidad.
-¿Primer paso para lograrlo?
-Entender qué nos pasa. Por qué sentimos lo que sentimos.
-¿Por qué el cerebro es conservador y temeroso?
-Para protegernos, da señales de alarma que cree de ayuda. Lo ha hecho durante milenios. En un entorno hostil y de amenazas incesantes, era un mecanismo utilísimo. Se ha consolidado en la corteza cerebral, que nos permite pensar, soñar, recordar, creer y prever. El cerebro emocional lo rige todo y las emociones te quieren hacer sobrevivir. Tenemos la capacidad de prever y recordar lo malo y las emociones que nos dicen ¡cuidado! Ahora vemos que esto tiene un impacto brutal sobre nuestro cuerpo; que lo que sientes te afecta, que el estrés te daña físicamente. No solo te hace infeliz; te enferma. La energía que gastas en preocuparte se la quitas a la creatividad y a la inteligencia.
-¿Nos engaña mucho el cerebro?
-Es un órgano ciego con sentidos. A veces somos sus esclavos sin saberlo. Solo vemos lo que nos interesa ver. Es un peligro y por eso el libro insta constantemente a retar al cerebro. Pero ahora sabemos que es plástico, que puede cambiar.
-¿Es la gran revolución de la neurociencia?
-Sí. Se creía que a los 18 años se iniciaba un declive irreversible. Pero sabemos que la neurogénesis es constante, aunque a ritmo más lento. El neurólogo Álvaro Pascual dice que somos una montaña nevada. Su forma, su pendiente, y sus rocas son la genética. Nuestra mente es un trineo. Si te lanzas siempre por el mismo camino, al final el trineo va solo. La tendencia más común es pensar, sentir y decir lo mismo. La única forma de contrarrestarlo es exigir a tu cerebro que explore otras vías, que cambie.
-¿Por qué el pesimismo se contagia más?
-Nos contagiamos las emociones como los virus, pero mucho más las negativas. Tenemos neuronas espejo y mecanismos que nos llevan a imitar a los demás, a sentir lo que sienten, de forma inconsciente. Las emociones negativas son señales de miedo y sabemos cuán atento está el cerebro al miedo.
-¿Cómo gestionar ese miedo?
-Comprendiéndolo. Entrenando al cerebro en positivo. Si lo comprendes, puedes transformarlo. Si no, vives en piloto automático y aplicas lo aprendido sin darte cuenta. Es casi imposible salir de ahí.
-¿Qué no debe faltar nunca en nuestra mochila emocional?
-Amor y curiosidad.
-¿En qué porcentaje depende la felicidad de nuestra actitud?
-Los expertos dicen que en un 50%. La mitad son circunstancias, temperamento y disposición genética hacia el pesimismo o el optimismo. La otra mitad es mejorable en función de cómo te juzgues a ti y a los demás y como interpretas las cosas.
-¿Nuestra verdadera identidad está en las emociones?
-La emoción es vida. Es fluida. No nos enseñan a reconocerlas y a gestionarlas y eso desconcierta al cerebro, que quiere permanencia. En los escáneres cerebrales vemos además que es fugaz. Somos lo que sentimos y lo que hacemos sentir. La gente olvidará tus acciones, lo que haces, pero jamás lo que le haces sentir.

martes, 22 de mayo de 2012

Jesús Lizano



Tengo 80 años. Nací y vivo en Barcelona. Soy poeta irremediablemente, no tengo mérito. Me casé y me divorcié: tengo un hijo, David (50). Nunca he votado. Soy anarquista poético: mi patria es el mundo, mi familia es la humanidad. Prosigo en la aventura creativa que me vive.
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Jesús Lizano


Libros, papeles y máquinas de escribir rotas se amontonan alrededor de Lizano en el salón de su casa. No tiene ordenador: "Sólo tengo desordenador", bromea. Luce una barba de profeta y de poeta. Su obra hasta el año 2000 está reunida en Lizania. Aventura poética (Lumen). Está muy enfermo, y antes de morir sueña con ver publicado el resto de su obra en Lizania. Aventura libertaria (con Manifiesto anarquista, Cartas al poder libertario, La vuelta al mundo en 80 años...): ¿alguien se presta a editarle? Acaba de publicar El ingenioso libertario Lizanote de la Acracia o la conquista de la inocencia (Virus editorial, con DVD de una lectura pública), y ¡Hola, compañeros!, manifiesto anarquista
Qué es ser poeta?Ser mensajero de la belleza.

¿Usted lo es?
No puedo evitarlo, como no puedo evitar hacer pipí. Es un imperativo de la naturaleza, una energía creativa que me tiene, que me vive.

Se nace poeta, pues.
Yo nací gracias al papa Pío XI: mis padres eran primos y sin su dispensa mi madre jamás se hubiese casado.

¿Cuándo comenzó a escribir poesía?
"Tiene usted madera de escritor", me dijo un profesor a los doce años. ¡Bah, eso es anecdótico! El artista lo es más allá de su voluntad. Es una fuerza que le tiene. El artista de verdad, quiero decir.

¿Hay artistas de mentira?
Sí, los que buscan premios, galardones, medallas, cargos, sillones de académico... Para el artista auténtico no hay amor propio, no hay vanidad.

¿Acaso no quiere reconocimiento?
El artista de verdad vive sólo para su obra, y su obra es para los demás. La obra no nace hasta que no llega a los demás. El artista sabe que no tiene mérito, que es la energía creativa la que le vive. Por eso no se le puede conocer ni juzgar sin leer su obra.

¿Cómo le han juzgado?
Muy bien, excepto desde el poder literario, y es lógico: en vez de buscar su apoyo he criticado que la cultura esté en manos del poder.

¿Y qué quiere el poder?
El poder agradece que guardes las formas, la educación, que seas adulador..., y yo no atildo mi indumentaria, no vigilo mi aspecto, olvido cuidarme...

Vaya...
Cuido mucho mi vida interior, y nada la exterior. A la burguesía le importa la forma, no el fondo: es normal que yo no les guste. ¡Pero que lean mi obra, que la lean!

¿Descubrirán a un anarquista?
De un anarquismo poético, no político.

¿Qué propone su anarquismo poético?
Fe en lo humano, fe en que podemos superar la estructura dominante-dominado, fe en que la ayuda mutua sea nuestra única ley y moral. ¡Basta ya eso de que las ideas estén por encima de las vidas! Todos somos compañeros. Mi patria es el mundo y mi familia es la humanidad.

Me temo que hoy su anarquismo poético no pinta mucho...
¡Mi mundo no es de este reino!

¿Veremos ese mundo que sueña?
El primer verso de mi primer libro fue "he descubierto tierra". Aquella tierra era la Acracia... Se verá cuando nos coordinemos en comunidades humanas, no políticas, no religiosas, no familiares...

¿Descubriremos esa tierra mediante la política?
No: en vez de vernos como fragmento de lo natural, como mamíferos humanos, la política nos obliga a vernos como fragmento de lo social que los dominantes controlan.

Pero necesitamos organizarnos...
Sí, pero no que unos pocos sean los que nos organicen, manipulen y, si conviene, nos destruyan, como en las guerras.

¿Cómo se ha ganado usted la vida?
Licenciado en Filosofía, impartí clases en un instituto durante unos años. El primer día anuncié a los alumnos: "¡Estáis todos aprobados, venid a clase sólo si queréis!". Y me hice llamar antiseñor. El director me conminó a cambiar de actitud.

¿Obedeció usted?
¡No! Y al tercer año dejaron de renovarme el contrato. Entonces me empleé como corrector literario de una editorial. Pero mi necesidad imperiosa de escribir poesía irritaba a mi jefe, que me denunció a su superior.

¿Y volvieron a despedirle?
Di a leer mi poesía al superior, ¡y entendió!: me puso un despachito para mí: a la vez que hacía mi trabajo como corrector, pude seguir escribiendo durante 22 años.

Tuvo suerte.
Sí, porque no se puede crear sin tiempo libre, sin libertad de pensar y sentir: por eso la compañera de mi vida ha sido la soledad.

¿No ha tenido amor?
Sí, he tenido amor y he tenido compañera. Un amor que ha sido el amor de mi vida... y una constante compañera: la soledad.

¿Y ahora?
Mi consuelo es hacer la compra cada mañana y saludar a las vendedoras del mercado, que me quieren mucho. Esto alimenta el alma. Saldré un día a la calle con un cartelito al cuello que diga: "Necesito cariño".

Habla de la conquista de la inocencia...
No se trata de conquistarla, sino de que sea ella la que nos conquiste. ¡La naturaleza!

¿Qué poetas le emocionan?
Todos los auténticos. Es ella, la poesía, la que me emociona. Pero se están muriendo los poetas. Mire, yo mismo...

¿Qué le pasa?
Leucemia. Me estoy muriendo. Estoy enfermo, agotado... ¡Pero no deprimido!

¿Le asusta la muerte?
En absoluto. Morir de viejo es natural. He llegado a viejo, he tenido muchas experiencias y lo comprendo mejor todo: está bien, no hay drama. He vivido.

¿Está contento?
Tampoco. Pero el intríngulis es tener vida interior. Y albergo la ilusión de ver publicada la segunda parte de Lizania antes de morir. Gastaré mis ahorros en editarme.

¿Nos despedimos con un poema suyo?
"El capitán / no es el capitán. / El capitán / es el mar...".

Edad


¿Edad? La de mis ideas: mi artritis tiene años. Quiero explorar el universo para descubrir lo humano. Si la solución no llega concentrándote en el problema, abre foco al infinito: igual no hay problema. Cuando no puedas cambiar lo que ves, cambia tu mirada. . . Y después verás

Shelley Carson




Un modo de mirar

El mundo no es apasionante ni aburrido: es como lo miras. Es creatividad, concepto etéreo que Carson aspira a transformar en ciencia. Por el intento, algo así como meter una mariposa en un frasco, le dan el doctorado en Harvard. Y por su método Creates: connect, reason, envision, absorbe, transform, evaluate, strength (conecta, razona, visualiza, absorbe, transforma, evalúa, consolida). Shelley se ríe de mis pifias en inglés y, al verme sonrojado, dice que son "adorables" y pide que vuelva a equivocarme: "El bilingüismo -añade- es creativo" (sobre todo -pienso yo- para quien posee la lengua dominante). Y si la creatividad es hija de la necesidad, a lo mejor de lo peor, aquí seremos muy creativos.

Empecé a interesarme por la creatividad cuando investigaba enfermedades mentales.

¿Por qué?
Porque determinada herencia genética predispone a ser creativo; también te hace proclive a psicopatologías: trastorno bipolar, esquizofrenia, adicciones...

¿Por qué el genio deviene locura?
Porque ambos dependen de nuestros filtros de percepción de la realidad. La percepción no sirve para captar al máximo lo que sucede, sino para no captar demasiado.

¿La vista sirve para no ver demasiado?
Si filtramos con rigidez la información exterior, caemos en la rutina y la pobreza mental; si filtramos menos, podemos ser más creativos; y si no filtramos nada, el chorro de percepciones de la realidad nos desborda hasta la locura. El loco ve demasiado.

¿Cómo regulamos esos filtros?
Con un neurotransmisor, la dopamina, que también estimula el tránsito entre los estadios mentales del proceso creativo. A más dopamina, más laxos son esos filtros. Hay personas que heredan cierta capacidad de modularlos y de modificar estados mentales.

¿Por qué con la misma predisposición unos son genios y otros enfermos?
El creativo añade a esa predisposición genética capacidad intelectual y talento. El talento ya no depende de la herencia, sino del trabajo realizado para adquirir habilidades. Así, el creativo recibe más información y además sabe procesarla y relacionarla. El psicótico simplemente se ve desbordado por ella.

¿Cómo?
Alucinaciones, ilusiones. El psicótico es incapaz de distinguir entre la información de la realidad y la creada en su propio cerebro. John Nash, el Nobel de Economía (Una mente maravillosa en la película), en su paranoia oía a los marcianos "del mismo modo en que concebía mis ecuaciones".

Aquí dijo que prefería esas voces, porque le hacían "más feliz que la realidad".
El psicótico acaba oyendo lo que quiere y puede llegar a preferir la ilusión, si le es menos dolorosa que la realidad. Esa misma habilidad también forma parte de la resiliencia y de todo proceso creativo. Estudié a un gran narrador que, de niño, para huir del maltrato de su padre alcohólico escapaba a los mundos que creaba en su mente.

¿Y acabó siendo un gran novelista?
En su caso, sí, pero, atención, sólo convirtió el escapismo en literatura cuando aprendió a hacer partícipes a los demás -con talento y técnica- de los nuevos mundos que había descubierto en sus fugas mentales.

El viaje es compartido o no es arte.
En lenguaje mítico: el creador se enfrenta a lo desconocido -el caos- y cumple la misión de matar al dragón, el miedo colectivo, pero, para convertir ese desafío personal en arte, tiene que regresar con algo, el conocimiento, que compartirá con todos.

Sólo tiene genio quien lo brinda.
El creador viaja hasta donde nadie había estado, pero no para huir sólo él -es locura- sino para llevarnos a todos con él: es arte.

Y sin arte, la humanidad no progresa.
Es su explicación darwinista, bioevolutiva: las mutaciones genéticas facilitan la creatividad a algunos humanos para que eleven la especie a nuevos estadios de conciencia. Van Gogh o Goya nos enseñan a ver y Mozart a escuchar: ensanchan nuestro mundo.

¿Cómo es el cerebro creativo?
Busca la novedad y la hiperconectividad: relaciona con facilidad y frescura conceptos y nociones -tiene visiones- que a la mayoría nos parecen imposibles de relacionar.

Sabe conjugar peras con manzanas.
Esa capacidad, desbordada, conduce a la esquizofrenia, uno de cuyos síntomas es la sinestesia: ver sonidos y oír colores. Logran así mezclar percepciones que la mayoría de los humanos sólo conocemos separadas.

También se logra con siete whiskies.
La humanidad siempre ha usado sustancias psicoactivas para modificar su percepción y estado de conciencia. Un dato: cinco de ocho premios Nobel de Literatura estadounidenses eran alcohólicos, pero -ojo- no fue su alcoholismo el que los hizo genios.

También hay grandes creadores de sanas costumbres pequeñoburguesas.
Aprenden a transitar por el proceso creativo sin sustancias psicoactivas, una ayuda peligrosa, porque, para obtener de ellas el mismo resultado, debes aumentar la dosis cada vez hasta llegar a la esclavitud de la adicción. Y sin libertad no hay creación.

¿Crear: transpiración o inspiración?
Con transpiración: sudor y esfuerzo, puedes adquirir talento y con él convertir en obra cualquier atisbo de creatividad.

¿Se pueden malgastar genes creativos?
Hemos estudiado a personas con una gran predisposición creativa heredada y visiones únicas, pero incapaces del esfuerzo necesario para convertirlas en obra.

¿Cómo se aprende la creatividad?
Hay muchas técnicas. Mi favorita es abrir y cerrar el foco: concentrarse en la hormiga hasta la molécula y después dispersarse de golpe en la infinitud del universo.

¿Algo más concreto?
Cuando se estanque en un problema, váyase a pasear y verá la solución en el cielo infinito o tal vez descubra así que no había problema. Cuando no pueda cambiar lo que ve, cambie su mirada y entonces verá...

¿Qué motiva al creador: dinero, fama, sexo, el cariño de los demás?
Es libre: encuentra la recompensa en su interior, en la creación misma.

Rosa Parks




En 1955, Rosa Parks tenía 42 años. Afroamericana, natural de Montgomery, Alabama, e hija de un carpintero y una maestra de escuela. De profesión, costurera. Pero además, secretaria y ayudante en la Asociación Nacional para el Avance del Pueblo de Color.
En aquellos años, los negros sufrían en EEUU la humillación -especialmente en el sur- de no poder compartir con los blancos los mismos lugares públicos: escuelas, restaurantes, salas de espera... la segregación llegaba al punto de que en los baños se mostraban letreros de "sólo blancos" o, directamente, "negros no". Las leyes Jim Crow, heredadas de la esclavitud del siglo XIX, fueron diseñadas para que los afroamericanos se sintieran inferiores y así mantenerlos marginados de la sociedad.
Gente como Rosa Parks tenía claro que las cosas podían cambiar. El 1 de diciembre de 1955, cogió un autobús público para volver a su casa. Por entonces, los vehículos estaban señalizados con una línea: los blancos adelante y los negros detrás. Así, la gente de color subía al autobús, pagaba al conductor, se bajaba y subía de nuevo por la puerta trasera.
En el asiento equivocado
Parks se sentó en los asientos del medio, que podían usar los negros si ningún blanco lo requería. Cuando se llenó esa parte, el conductor le ordenó, junto a otros tres negros, que cedieran sus lugares a un joven blanco que acababan de subir. "Éste ni siquiera había pedido el asiento", dijo después Parks en una entrevista a la BBC. Los otros se levantaron, pero ella permaneció inmóvil.
El autobusero trató de disuadirla. Debía ceder su asiento, es lo que marcaba la ley. "Voy a hacer que te arresten", le dijo el conductor. "Puede hacerlo", respondió ella. Cuando la policía le preguntó que por qué no se levantaba, contestó con otra pregunta: "¿Por qué todos ustedes están empujándonos por todos lados?".
Condenada pero libre
"Mientras más obedecíamos, peor nos trataban", asegura Parks en sus memorias. "Aquel día estaba fatigada y cansada. Harta de ceder". Por el lance del autobús, Rosa Parks pasó la noche en el calabozo, acusada de perturbar el orden público y pagó una multa de catorce dólares. Sin embargo, el caso trascendió y acabó por dar voz a los movimientos por el fin de la segregación que ya habían comenzado a hacerse notar.
Indignado y hastiado, un joven y desconocido pastor bautista llamado Martin Luther King organizó una oleada de protestas contra la segregación en los autobuses públicos de Montgomery que duró 382 días. Los treinta mil afroamericanos que participaron hicieron marchas de hasta nueve kilómetros, y cuando les preguntaban cómo se sentían, algunos respondían: "Mis pies, cansados. Mi alma, ¡liberada!".
Mientras, el caso Parks llegó a la Corte Suprema del país, que declaró que la segregación era una norma contraria a la constitución estadounidense, que declara iguales a todos los individuos de la nación. Un año después, el gobierno abolió cualquier tipo de discriminación en los lugares públicos.
Parks, que falleció en 2005 a los 92 años, continuó luchando durante el resto de su vida por los derechos civiles de los afroamericanos. En 1999, recibió la Medalla de Oro del Congreso de los EEUU.

sábado, 19 de mayo de 2012

Si muriera ahora...


Si muriera ahora...
cuidaría a mis hijos ya que
no pude hacerlo en vida

si muriera ahora...
sería para ellos un susurro
un impulso, un latido
un rayo incandescente
que despierta la conciencia

si muriera ahora...
para que me encontraras
dejaría migas en el camino

si me muriera ahora...
te regalaría un bello canto
en las noches mas oscuras

si me muriera ahora...
no te diría que te quiero
porque eso lo hice todos los días

si me muriera ahora...
estaría muy triste por no ser
lo que pude haber sido

si me muriera ahora...
ojalá mi corazón se vaya con el
príncipe y la golondrina

si me muriera ahora...
te extrañaría tanto que de
alguna forma regresaría

si me muriera ahora...
que lindo retrato,que sonrisas
que abrazos me acompañarían?

si me muriera ahora...
no se como sobreviría, o lo
que es peor, quién me recibiría?

Malviio Malatesta

viernes, 18 de mayo de 2012

Frank O'Dea

How Frank O’Dea Went From Life on the Streets to Successful Entrepreneur



Many entrepreneurs face hardship, but not many can say they’ve faced life on the streets. Before his successful career as an entrepreneur began, Frank O’Dea faced a difficult childhood in Montreal and spent time living on the streets and panhandling in Toronto. It was only after listening to a self-help radio ad that he decided to turn things around, knowing that it couldn’t get much worse than it already was. “Being down and out gives you a sense of how bad that is but on the other hand it really shows you that it’ll never get worse,” O’Dea says. “So its up from there.”
O’Dea got back on his feet and got a job as a salesman. He then started a mail order business selling coins to Catholic churches with a business partner, Tom Culligan. He says most of his life comes out of meeting other people, and that was certainly the case with his partner. Tom had been in the retail business prior to their venture, and he received a call about space that was available for a coffee store at a local mall. “One thing led to another and we took the opportunity,” he says. They called that coffee shop Second Cup, and it quickly grew to become the largest chain of gourmet coffee and teas in Canada.
His time on the streets may have been difficult, but in the early days of Second Cup it made it easier for him to take a risk. “I was determined not to fall but I knew if I did I’d be able to get out of it,” he says. “So it was a sense of being able to look at the future with calmness around risk, and that doesn’t mean just taking risky chances it meant thinking about risk in a way that wasn’t terrifying.” In the early days Frank and Tom faced a myriad of challenges, ones he says ranged from minute issues like finding a place to put a telephone and a desk together, all the way up to financing and finding suppliers. “So the challenge really is beyond the minutiae of all that but much more the focus on vision. Knowing that you’re going to do it and getting it done. Perseverance is the word that best summarizes that.”
O’Dea says that while there was no expectation that they would build a national chain, the vision was never just having one store. “In fact we had three stores very, very quickly even in spite of the fact we were losing money we opened two more store just simply because there never any concept of only having a single store,” he says. “It was both wonderful and agonizing.” Eventually O’Dea’s partner bought him out of Second Cup, and Culligan sold the business in 1988. Before it sold the chain had 150 locations, and it now boasts over 360 stores. The company went public in 1993 and in 2002 it was sold to Cara Operations Limited.
Despite moving on from Second Cup, O’Dea had caught the entrepreneurial bug. Another serendipitous meeting led to the creation of his next company, a shredding business called Proshred Holdings Ltd. Though it was a lot different than selling coffee, he says the challenges were the same. “Same challenges, same thoughts, a lot more experience but the challenges are nonetheless the same growing a new business.”
O’Dea, who is 66, now sits on the boards of several businesses, supporting the CEO so they are comfortable with their vision. “We give support around that and adjust it if necessary with advice and council,” he says. “The board functions that I enjoy the most are governance and making sure that transparency and full disclosure are critically important to any operation so that we don’t have any surprises.” He also devotes a lot of his time to philanthropic causes – he helped start Street Kids International and the Canadian Foundation for AIDS Research. In 2003 he was appointed an Officer of the Order of Canada.
His best-selling memoir is called When All You Have is Hope, and details his struggles during his teens and early twenties and eventual success in the business world. He says three words describe his journey: hope, vision and action. When asked which words or qualities he thinks are necessary to become a successful entrepreneur, he says perseverance and vision. “Perseverance and vision are critically important to getting where you’re going.” He says being an entrepreneur is a wonderful lifestyle when you can make it work, but it takes a special personality.
O’Dea is impressed by the new generation of entrepreneurs, and is excited by the potential for businesses to become global. ”The new generation thinks globally much more than we did as younger folks, and I think technology and the fast approach to life will evolve new interesting business without borders and I think that’s fascinating.” Judging by the demand for his book, speaking appearances and insight, people of all ages are fascinated by O’Dea’s story – one that’s far from over.

Walt Whitman

¡Oh, capitán, mi capitán!




¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Terminó nuestro
espantoso viaje,
El navío ha salvado todos los escollos, hemos ganado
el premio codiciado,
Ya llegamos a puerto, ya oigo las campanas, ya el
pueblo acude gozoso,
Los ojos siguen la firme quilla del navío resuelto y
audaz;
Mas, ¡oh, corazón, corazón, corazón!
¡Oh, las rojas gotas sangrantes!
Ved, mi Capitán en la cubierta
Yace frío y muerto.

¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las
campanas;
Levántate, para ti flamea la bandera, para ti suena el
clarín,
Para ti los ramilletes y guirnaldas engalanadas, para
ti la multitud se agolpa en la playa,
A ti te llama la masa móvil del pueblo, a ti vuelve sus
rostros anhelantes;
¡Ea, Capitán! ¡Padre querido!

¡Que tu cabeza descanse en mi brazo!
Esto es un sueño: en la cubierta
Yace frío y muerto.

Mi Capitán no responde, sus labios están pálidos e
inmóviles,
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso, ni
voluntad,
El navío ha anclado sano y salvo; su viaje, acabado y
concluido,
Del horrible viaje el navío victorioso llega con su
trofeo;
¡Exultad, oh, playas, y sonad, oh, campanas!
Mas yo con pasos fúnebres,
Recorro la cubierta donde mi Capitán
Yace frío y muerto.

Love

Buda


El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor

Ni el odio ni la venganza son la solución. No debemos alimentar ni la violencia ni la ira hacia los demás ni hacia uno mismo, porque eso solo aumenta ese sentimiento negativo. El auténtico bienestar está en querernos a nosotros mismo y en desearles lo mejor a los demás aunque pensemos que no se lo merecen.

La compasión es una de las bases del budismo y es el camino hacia la felicidad. Abrirse a los demás supone perdonar sus faltas y ser humilde a pesar de los errores de los demás.

Buda

Carlos Pellicer Cámara



Estar árbol a veces, es quedarse mirando (sin dejar de crecer) el agua humanidad y llenarse de pájaros para poder, cantando, reflejar en las ondas quietud y soledad.

Octavio paz

80 años

miércoles, 16 de mayo de 2012

Deepak Chopra






"¿Mi edad? ¡La he olvidado! Nací en India y vivo entre Nueva York y California. Soy médico y neuroendocrinólogo, e impulsor de la medicina integral. Fundé el Centro Chopra para el Bienestar. Estoy casado y tengo dos hijos (29 y 30 años). Los políticos son hipócritas: actúan por encuestas. ¿Dios? ¡La naturaleza es inteligente y creativa!"
-Qué buscaba al hacerse médico?

-Respuesta a ciertas preguntas que siempre me hacía...

-¿Qué preguntas?

-¿Existe el alma? ¿Tiene la vida algún sentido? ¿Qué pasa tras la muerte? ¿Existe Dios?

-¡Casi nada! ¿Por qué no se hizo teólogo?

-Busqué pistas como científico en la biología humana, me hice cardiólogo...

-¿Y qué descubrió?

-Una medicina meramente mecanicista, desconectada de la vida... Hasta que profundicé en la neuroendocrinología: ahí descubrí la conexión entre conciencia y biología.

-¿Qué conexión?

-Dos pacientes con una misma enfermedad, con el mismo doctor y con el mismo tratamiento, reaccionan de modo distinto: ¿por qué? ¡Porque interviene la conciencia! En todo: cognición, emociones, conductas... Todo son manifestaciones de la conciencia.

-Pues enséñeme a cuidarla: ¿qué hago?

-Inicie una autoindagación: ¿quién soy?, ¿qué objetivo tiene mi vida?, ¿qué deseo?, ¿qué siento?, ¿cómo me satisfago? Acalle su mente racional para que afloren la intuitiva y la creativa, atributos de la conciencia.

-¿Y qué pasará?

-Que se sentirá conectado con la vida, porque será como ella, ¡y el atributo más importante de la naturaleza es la creatividad!

-Al despertar cada mañana, ¿cuál es su primer pensamiento?

-Siento gratitud. Por vivir, por saber que existo. ¡Es algo tan asombroso, tan insólito! Porque lo más normal y lógico es no vivir.

-¿Cómo cuida usted cuerpo y conciencia?

-Cada mañana medito durante una hora y media (calmo mi mente, la acallo). Y cada día practico una hora de ejercicio físico.

-¿Para qué vive usted?

-Para expresarme creativamente y ser útil. Acabo de crear la Fundación Alianza pa-ra una nueva Humanidad... Es decir, una humanidad en paz consigo misma y con un medioambiente felizmente recompuesto.

-En serio: ¿es eso posible?

-Es imaginable y, por tanto, posible. Ignoro, eso sí, el porcentaje de posibilidades. ¡Pero hay que intentarlo! O, si no, extinguirnos.

-No nos pongamos dramáticos...

-No, pero el actual avance tecnológico permitirá pronto devastaciones colosales: envenenar la cadena alimentaria, provocar un caos urbano, desatar una fuga nuclear... Y bastará con sólo dominar un ordenador...

-No me asuste.

-Hay sólo una forma de evitarlo: cambiar esos viejos hábitos en los que seguimos instalados: la violencia, la guerra... Nos ayudaron a sobrevivir en el pasado, pero en el futuro...

-¿Pueden extinguirnos como especie?

-Sí. Lo que no es tan grave, al cabo. Habremos sido un experimento de la vida, fracasado, desechado. Por peligroso. Somos ya como una enfermedad para la vida terráquea...

-¿Hasta qué punto?

-Si hoy desapareciesen de golpe todos los insectos del planeta, en cinco años habría desaparecido la vida en la Tierra. Si hoy desapareciesen los humanos..., en cinco años ¡habría mucha más vida en este planeta!

-¿Podemos dejar de ser una amenaza?

-Sí. Pero es algo que tienes que hacer tú.

-¿Yo?

-Cada uno de nosotros.

-¿Debo ir a manifestaciones por la paz?

-No, eso no es eficaz. ¿Gente enfadada, gritando...? No. ¡Pon paz en tu vida! Intenta resolver todos tus conflictos creativamente, sin usar ni violencia física ni emocional.

-Ja: vaya a una reunión de vecinos y verá...

-Por ahí hay que empezar.Ycuando se alcance una masa crítica de personas autoconscientes en el planeta..., todo cambiará: devendrá la paz, la justicia social, no harán falta religiones... Quizá baste con un 10% de los humanos... Yo cada día me digo: "Hoy no voy a recurrir a ninguna solución violenta".

-Lo intentaré, y ojalá tenga usted razón...

-Tu voluntad tiene el poder. Haz algo por la paz cada día de la semana: un día, piensa en la paz; otro, ayuda a alguien; otro, sonríe; otro, habla de paz; otro, siéntela en tí...

-Me suena a el plan paz en siete días...

-¿Acaso no cayó en un solo día el muro de Berlín? Bastó una masa crítica. El espíritu puede más que los muros: la conciencia crea.

-¿Lo dice como científico?

-Sí. Tras todo lo físico hay energía + información, y aún tras eso hay una realidad oculta: ¡la discontinuidad! Todo es una vibración, on-off, on-off, on-off...Es sorprendente, maravilloso: en ese off está toda la creatividad del universo, todas las posibilidades...

-Ese apagado-encendido parece un constante juego de vida-muerte del universo...

-Sí: tú mismo estás muriendo varias veces por minuto. Si superas tu miedo a la muerte, habrás conectado con la vida, con el espíritu, con el poder. ¡Eso es la salud absoluta!

-¿Teme usted a la muerte?

-¡No!

-¿Cuándo estuvo enfermo por última vez?

-No me acuerdo.

-Pero un día morirá...

-Morirá este cuerpo que vemos, no yo.

-¿Y de qué morirá?

-Espero que meditando, como mi padre.

-Y después, ¿qué hay?

-Ya lo sé: ¡el mismo off de antes de nacer!

-¿En qué consiste ese off? ¿Qué se siente?

-Pura conciencia (sin contenido de pensamientos), omnipresencia, silencio, eternidad, inmortalidad, compasión, amor.

-¿Felicidad?

-Bah, la felicidad paraliza. Mejor un poco de descontento, que te mueve a ser creativo. Perseguir la felicidad es un error: el secreto de la felicidad reside en dejar de buscarla.

martes, 15 de mayo de 2012

Thomas J Watson



"No tenia ni el menor impulso de acumular dinero, ni siquiera de preocuparse por el. Quería ascender en el mundo y sabía que para eso tenía que gastar. Jamás se asustó porque escaseara el dinero, yo creo que nunca le paso por la imaginación que no pudiera ganar más".
"Recuerda siempre que la vida no es tan complicada como dice la gente, y cuanto más vive uno más claro ve que el éxito y la felicidad dependen de muy pocas cosas. Te doy una lista de los activos y los pasivos importantes".

Pasivos                                                            Activos

Ideas reaccionarias                                         Visión
Amor al dinero                                                Desinterés
Malas compañias                                            Amor
Falta de carácter                                              Carácter
Falta de amor al prójimo                                 Buenos modales
Falsos amigos                                                  Amigos(reales)
                                                                         Orgullo de lo realizado

Pase lo que pase,me dijo, es una época de grandes cambios y nadie pasa por ella sin problemas. No hay que preocuparse. A veces se refería a mis malas calificaciones y decía: me gustaría que te fuera mejor en la escuela y estoy seguro que a ti también, pero en algún momento algo va a agarrar y vas a ser un gran hombre.

Carlos Fuentes

Ofrecemos una selección de comentarios de los colaboradores de esta casa editorial sobre la vida y obra de Carlos Fuentes (1928-2012).
José Saramago (premio Nobel de literartura en 1998):
 


“Carlos Fuentes hizo compatible la mayor exigencia crítica, el mayor rigor ético, que son los suyos, con una corbata bien elegida. No es pequeña cosa, créanme.”
Nadime Gordimer (premio Nobel de literartura en 1991):
File:Nadine Gordimer 01.JPG
“Carlos Fuentes tiene un vocabulario admirable, el temple literario para abordar los asuntos políticos con pasión poética y la pasión sexual que exige análisis del poder. Ha visto el mundo con sus propios ojos y con el tercer ojo de un gran escritor.”
John Elliot (historiador de iberoamericanista)

“Me conmovió y me sentí honrado por la hecho de que me pidiera escribir un prólogo para la reedición de Terra Nostra, novela que ejerce y ejerecerá una fascinación duradera entre los histriadores de hispanoamérica [...] Con el ojo y la imaginación del gran novelista que es, Carlos captura en esa obra aspectos de la historia de España y México, de la compleja relación que los une y los separa y que con frecuencia no ven los historiadores demasiado pegados a los documentos [...] nos invita con su prosa lúcida e irresistible, a entender y aceptar las ambigüedades de la vida.”
Milán Kundera (escritor)
”Hacia el final de Terra Nostra, Fuentes mismo nos procura la llave de su método: “Una vida no basta. Se necesitan múltiples existencias para integrar su personalidad”.[...] La vieja mitología de la reencarnación se materializa en una técnica novelesca. Terra Nostra es un inmenso sueño en el que la historia está hecha por personajes que reencarnan sin cesar y que nos dicen: son siempre nosotros, nosotros somos los mismos que continuamos representando el espectáculo de la historia. La continuidad histórica no sólo reside en el vínculo causal de los acontecimientos, sino también en la identidad de los actores”.
Elena Poniatowska (escritora)
“Fuentes podrá gritar, finalmente, que salió victorioso de la batalla contra la indiferencia, la abulia y la simulación, una osadía en un país donde se lee poco y se entiende menos y que, a pesar de ello, todos han oído hablar de esa “persona” que hizo de la suya una profesión: el escritor Carlos Fuentes”.
Nuria Amat (escritora)
“Cuando Fuentes habla tiene algo que resulta contagioso, te estimula a escribir la novela total que el ya ha conseguido”
Hugh Thomas (histioriador)
“Carlos Fuentes es un conquistador no de pueblos y civilizaciones, sino de imaginaciones y sueños [...] pienso también en el Fuentes inmortal que la gente recodará cuando el siglo termine sus conversaciones y sus desacuerdos[...] a menudo una gran novelista refleja mejor el espíritu de los tiempos que un gran historiador”.

Carlos Fuentes

El afán totalizador
E l e n a P o n i a t o w s k a
1/3
—¿Qué vas a ser de grande?
—Todo.
—¿Qué vas a hacer con tu vida?
—Todo. Voy a ser el todo de todos.
—¿Cómo?
—Voy a inaugurar un nuevo tiempo, voy a sacudir a las buenas conciencias, voy a cambiar el statu quo, voy a jugármela, voy a ser escritor, voy a entrar a todas las casas, meterme en camas victorianas y virginales, cargar todas las culpas, voy a hacerle ver a mis contemporáneos y a sus hijos y a los hijos de sus hijos toda la corrupción y la hipocresía de la sociedad emanada de la Revolución Mexicana, rasgar todo el velamen, recorrer los paralelos y los meridianos de la tierra, voy a atreverme a todo, voy a darle la vuelta a todos los cerebros, a la cintura de todas las mujeres.
—No se puede hacer todo.

—Yo sí porque soy el icuiricui, el macalacachimba. Los mexicanos son un hueso duro de roer, no entienden o son salvajemente indiferentes y crueles y a medida que pasa el tiempo se acendra su envidia y su rechazo. También son cortesanos y obsequiosos porque en la política se asciende con la lengua. En su laberinto de la soledad, Octavio Paz analiza los rasgos de nuestro carácter y Carlos Fuentes se lanza a una pesquisa feliz que será la de toda su vida y encuentra al banquero ambicioso que antes galopó sobre su caballo en aras de la Revolución, a la catrina empobrecida ya sin sus haciendas temerosa de desclasarse si se casa con el que “los trescientos y algunos más” consideran su caballerango, a la taquimecanógrafa ambiciosa que enseña las piernas, a la niña clase mediera que lo único que quiere es aparecer en la sección de Sociales del periódico de la vida nacional. En medio de los zarpazos, en Las Lomas y en la Bondojito, en El Pedregal de San Ángel y en la Candelaria de los Patos, Carlos Fuentes cosecha a sus personajes, los mezcla en la
inmensa y transparente licuadora de su escritura y sienta a la misma mesa a la puta y a la “niña bien” para confrontarlas y confrontarnos con un México que nace con muchos trabajos a lo que hoy llamamos modernidad.
Los cincuenta, los sesenta, los ochenta, los dos mil son los años de Carlos Fuentes, como los treinta fueron los de José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos, Mariano Azuela y otros. Si los Tres Grandes pintan, Fuentes escribe y nos descubre la ciudad que lleva el horrible nombre de Distrito Federal al mismo tiempo que inventa una nueva forma de narrar. Doble re volución, descubrir y nombrar, lanzarse y domesticar.
El fenómeno Carlos Fuentes se inicia en 1958 con La región más transparente, aunque antes, en 1954, aparezca su anticipo, el aperitivo del banquete: Los días enmascarados. La región más transparente exalta o escandaliza. La frase de Fernando Benítez en defensa de La región más transparente resulta profética: “Cualquiera que sea el destino del libro mexicano ya no lo espera el miserable y caduco ninguneo”.
El joven sofisticado y cosmopolita demostró entonces con su talento y su férrea disciplina que era el dueño de sí mismo y de la obra emprendida y que su trabajo lo hacía feliz. Es muy importante la felicidad, el gusto por la vida que imparte Carlos Fuentes. Así como Pita Amor llegaba al Sans Souci o al Leda, desnuda bajo su abrigo de mink y se lo abría para gritar: “¡Yo soy la reina de la noche!”, Fuentes asevera: “Hay formas del prestigio que lo abarcan todo”. Sale en la madrugada a ver qué agarra, los días no le alcanzan, las noches tampoco, trepida, no le cabe en los ojos todo lo que quiere ver pero adentro tiene otros ojos. Una de las claves del éxito es tener dos de todo. Tras de él hay otro Fuentes de repuesto. Y otro México mejor, y otro libro en proceso y un destino muy distinto al de los escritores “finos y sutiles” que catalogó Antonio Castro Leal en una antología que aburría de luz por la tarde como el pavo rreal de Agustín Lara. En la literatura mexicana, salirse del canon es una falla tan grande como la de César Garrizurieta quien decía que estar fuera del presupuesto es estar en el error y ser un político pobre, un pobre político (y después se suicidó). Así Fuentes va consignando a los arribistas que abusan de su poder y hacen gala de su cinismo y su riqueza.
Tuve el privilegio de conocer a Fuentes antes de que se hiciera escritor porque íbamos a los mismos bailes en las embajadas y en las casas de Las Lomas y lo observaba sentarse al lado de madres y chaperonas de las hijas que pronto sacaría a bailar y preguntarles si su bolsa era de Hermès o de Cartier y su perfume Chanel número 5, el mismo que Marilyn Monroe usaba de camisón. “¡Ay, este Carlitos tan galán y tan inteligente!”. En las casas estilo colonial californiano con escalera a lo Hollywood, Fuentes me hacía notar: “Fíjate bien, las paredes tienen roña”. “¿Cómo que roña?”. “Sí, roña, están chinitas. Mira Poni, allá en cada esquina hay escupideras de oro —el tesoro de Moctezuma, my dear— en las que escupe el licenciado papá de la niña de la fiesta”. En casa de los Barbachano, Fuentes bebía una horchata tras otra: “Esto es como bañar tu alma —levantaba su vaso en el aire— te limpia de todas las envidias”. Después de la fiesta, a las cinco de la mañana, corría a los caldos de Indianilla a platicar con el tortero, el taxista, el Cristo Alcalá que impartía su doctrina por Canal del Norte y Ferrocarril de Cintura y hacía que las ratas flotaran por encima de las aguas del canal del desagüe La Bandida; que componía canciones para que los políticos no le cerraran su antro; Gladys García, la putita de San Juan de Letrán, apostada en la esquina de la calle de Madero:“Óyeme güerito ¿le saco punta a tu pizarrín?”; la mujer tortuga que así quedó por desobedecer a su madre; el bolero y la noviecita santa. Carlos todo lo engullía, emparejaba su paso al del cargador y al del oficinista de parranda, y al llegar a su casa escribía que Gladys García, con sus ojos de capulín y su cuerpecillo de tamal anhelaba una casa que la cobijara. Fuentes, sensibilizado hasta la exacerbación, ni pulido ni discreto, ni fino ni sutil (cualidades básicas del escritor de los cuarenta), Fuentes torrencial mecanografiaba con un solo dedo sus espectaculares obsesiones: la sexualidad y los excrementos, el nacionalismo y la arqueología, el terrorismo verbal y el de las acciones políticas, el niño que llevaba adentro, el mismo que lo hacía chiquear su persona y descubrirse enfermedades. (Fuentes, por ejemplo, mastica mucho su comida; si encuentra algún pequeño nervio en su carne, lo hace bolita y lo deposita cuidadosamente sobre su plato; alguna vez conté diez bolitas; el steak au poivre no debió estar a la altura). Fuentes quería apropiárselo todo (pero no que le hiciera daño).
Una vez, bailando en una fiesta de disfraces, los dos muy jóvenes, me dijo:
—Voy a descubrir el lenguaje.
—¿El lenguaje?
—Sí, voy a perder la inocencia, el lenguaje me va a hacer suyo, la palabra me hará vivir y viviré sólo para ella, seré su dueño.
No le entendí bien y sólo acerté a preguntarle:
—¿Y yo?
—Me temo que nunca vas a perder la inocencia, eres una ingenua, pareces monjita.
( En efecto acababa de estar tres años en el Convento del Sagrado Corazón en Torresdale, Filadelfia).
El diálogo se me ha quedado grabado desde los dieciocho años.


Así como a mí, Carlos lo definía todo y leía el futuro, al desentrañar la ciudad nada lo estimuló tanto como el habla popular. Durante su infancia y su adolescencia su español fue el de los clásicos oficios diplomáticos. Ahora descubría otro sugerente y mágico y la posibilidad de consignar este lenguaje lo emocionaba. Hay que ir a El Overol, El Burro, Las Catacumbas, El Golpe con su ring de box en que se contonean las Gladys García. Los grandes espejos reflejan a una turba guapachosa, las ilusiones y el que rete chula ha de ser la mar. Parece contradictorio que este niño bien, con cara de roto y traje de roto, se inclinara sobre la cabrona “raza de bronce”, sin embargo, su entusiasmo contagió a las “niñas bien” que compartían sus correrías nocturnas al lado de Enrique Creel, su amigo del alma con quien escribió su primera novela, Holofernes que quedó inconclusa. Carlos invita al California Dancing Club a los catrines siempreávidos de emociones fuertes y cuando alguien se acerca a las muñequitas porcelanizadas que bailan mambo en hilera (dispuestísimas por lo demás a darle su llegón a la democracia), Carlos alebrestado previene el pleito. Sus “puntadas” atraen y repelen, su vitalidad lo hace
simpatiquísimo; los sábados y los domingos no se conciben sin Fuentes quien introduce a Amecameca, because of Sor Juana of course, días de campo en Teotihuacan, con fin de fiesta en el mercado bajo cuyos tendidos de manta Fuentes prueba garnachas y chalupas en medio de un júbilo y una exaltación que lo hace bañar su alma en una horchata o en una de esas estridentes aguas frescas acomodadas sobre una cama de alfalfa.

Carlos Fuentes con Luis Buñuel
Todas estas experiencias son parte de su afán totalizador, de esa empresa vastísima: cambiar el destino de México al reflejar su sortilegio y su podredumbre y no sólo eso; buscar a otros autores que quisieran meter la vida y la historia de un continente en libros y darles resonancia universal. ¡Boom!
México, a través de Carlos Fuentes, es un truco de prestidigitación, el encuentro de civilizaciones, el enfre ntamiento entre el roto de la colonia Roma —que podría ser Archie Burns— y el caifanazo o el musafir de la Bondojito. Fuentes tiene prisa. Las imágenes pasan rápido, a los diálogos hay que pescarlos al vuelo, no vaya a esfumarse todo. Carlos carrerea a Enrique Creel: “Oye, vámonos de putas porque me falta el capítulo 13”. El país es México y Carlos va a exponerlo como los muralistas a la historia patria, la superficie de maíz, y el agua quemada—símbolo prehispánico del sacrificio— todo junto pero no revuelto porque todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar.
Fuentes inaugura en los sexenios alemanista y ruizco rtinista el “despegue” de la literatura nacional, el milagro mexicano. El país se industrializa, se vuelve sujeto de crédito y Las Lomas de Chapultepec —antes Chapultepec Heights— se convierten en emblema de la Revolución Mexicana. El lema sexenal del último año de gobierno es: “Éste es el año de Hidalgo, pendejo el que deje algo” y el gobierno en pleno acompañado por sus compadres o sus compañeros de banca vacía las arcas. Al ver que para los políticos robar es normal, todos lo hacen, desde el presidente hasta el portero, cada quien a su escala. Guillermo Haro decía que esta política nos destruiría; Fernando Benítez alegaba que si los políticos hacen algo no importa tanto que roben. Guillermo Haro demostró que tenía razón. Somos el país de la mordida y en 2008 vivimos la era de los triunfadores y triunfar es chingar antes de que te chinguen.
Fuentes también inaugura una modalidad sorprendente nunca jamás vista en México: la literatura como profesión. Antes de Fuentes, los escritores eran funcionarios públicos y escribían los domingos. Teñían su escritura con la suave melancolía del sacrificio y la entrega a la patria. Había un honor del escritor, pero ese honor no radicaba en la escritura sino en su sacrificio en aras del lábaro patrio. Bajo el fino casimir crecía el empuje lento pero seguro del vientre de los nuevos revolucionarios, los Federico Robles, los Artemio Cruz. Mientras tanto nada sucedía en la calle de Plateros, hoy avenida Madero, salvo el temor de los “pelados” a subirse a la acera que tenían prohibida. Espléndido observador, Fuentes nos mete a México por donde nos quepa. Nos retaca de imágenes y nos da mucho de dónde escoger. Ávido, determinado, para Fuentes ninguna zona es sagrada. Si todo sirve para escribir sabiéndolo acomodar, Fuentes democratiza la literatura, la pone a circular, la vuelve objeto de cambio. Los lectores recurren a Fuentes-autor no sólo para informarse sino para verse retratados y, en ese reflejo, encontrarse a sí mismos. La literatura tiene que ver con la vida real y la vida está en los libros.
El segundo logro de Fuentes es prestigiar la carrera de escritor, hacerla glamorosa, divertida y respetada. Carlos se le abalanza a Neruda, a Arthur Miller, a Moravia, a Styron a Pasolini, corteja a Shirley MacLaine, a Jean Seberg, a Candice Bergen, a Debra Paget, a Susan Sontag, a Geraldine Chaplin, a María Casares y en ese muchacho que grita: “Véanme, aquí estoy, mírenme, háganme caso” hay mucho del adolescente que obligó a Siqueiros a leer su primera novela en una playa de Mar del Plata. Buñuel ama a Fuentes y él lo anima, le grita en el oído cosas que le hacen sonreír. Antes, los mexicanos se quedaban a la orilla, rumiando sus rencores, pensando que si el glorioso visitante en turno no los requería, no tenían por qué acudir al banquete. Fuentes vio a los famosos y ¡zas!, en menos de lo que canta un gallo ya estaba enfuentizándolos. Me viene a la cabeza este trabalenguas
que asocio con Fuentes: “Perejil comí y me emperejilé ¿cómo me desemperejilaré?”. Después de leer La región más transparente uno piensa que jamás volverá a desenfuentizarse, porque nada tan arrebatado e insaciable como verlo moverse dentro de la piel de sus personajes.
Al asumirse como escritor, Fuentes abrió la puerta para los que vendrían después. Ni Agustín, ni Sáinz tuvieron miedo de su vocación: allí estaba el ejemplo de Fuentes que al mismo tiempo que construía una obra monumental edificaba a conciencia su propio monumento.

Carlos Fuentes con Pasolini en Venecia, 1967
De 1958 a 1980, Fuentes publica hasta dos libros por año, como en 1962 cuando aparecen Aura y La muerte de Artemio Cruz, obras clave dentro de la trayectoria de Fuentes. En nuestro país, antes de Fuentes no se usaba ser escritor profesional. El propio Alfonso Reyes le aconsejó seguir la carrera de Leyes no fuera a padecer escaseces, y sobre todo no fueran a mal juzgarlo. En ese tiempo, la literatura era un pasatiempo que a nadie molestaba, ni siquiera al autor. En cambio, Fuentes se lanza a letra tendida a riesgo de descalabrarse, abraza explicaciones de la conciencia nacional y recetas de crepas de huitlacoche. Hasta fines de los cincuenta, ningún escritor tuvo esta formidable capacidad de trabajo. La vida de Carlos consiste en escribir, leer, alimentar su cerebro, recorrer su país, hablar y hacer el amor. Su conversación es igual a su prosa: avasalladora. Le preocupa el silencio. Para él, la historia de América Latina se ha callado desde que a Sor Juana le prohibieron escribir. Ante esta orden, Fuentes se obliga a meter la historia y la vida de un continente, su afán totalizador explica su fertilidad. Así como los muralistas acumularon metros de pintura sin dejar un espacio en blanco, sin olvidar
un solo personaje, Fuentes aprieta las páginas con signos. Ninguna escritura tan nerviosa, tan fulgurante como la de Fuentes. A diferencia de Julio Torri, Fuentes es un buen actor de sus emociones, un extraordinario difusor de su propia obra. Para 1972 la lista es apabullante: Arthur Miller, Alberto Moravia, Joseph Losey, John Kenneth Galbraith, Arthur Schlessinger, Kurt Vonnegut, Milan Kundera, Hermann Bloch, Norman Mailer, William Styron, Gregory Peck, Susan Sontag, Shirley MacLaine, Geraldine Chaplin, Jane Fonda, Debra Paget, Jean Seberg, Candice Bergen y su esposo Louis Malle, y María Casares a quien le dedica El tuerto es rey. De seguro Carlos no quiere perderlos como perdió a los niños de su infancia, sus compañeros de clase cuando su padre, embajador de México en Chile, en Río de Janeiro, en Washington, lo llevaba de la mano a la nueva escuela para recibir la lección en otro idioma. ¡Cuántos exilios en la vida de Fuentes! Para cada país, un cambio de piel, niño salamandra, niño que buscó siempre sentirse bien dans sa peau, como dicen los franceses, bien dentro de su piel.
El fenómeno Fuentes devora el universo en el cual ya no cabe. Por lo pronto no vive en México, escoge París, Londres, Berlín, es visiting professor en Princeton después de haber estado en el Smithsonian Institute, sus libros son lectura obligatoria para la agregación del español en Francia y en las universidades de Estados Unidos. De las reseñas en “México en la Cultura” pasa al New York Review of Books, al Sunday Times, al Times, al Times Literary Suplement, al Nouvel Observa teur, Le Monde, L’Express, Les Lettres Françaises. Sus libros se imprimen en ediciones de bolsillo del mundo entero y en 1974, cuando Fuentes no tiene ni cuarenta y seis años, la editorial Aguilar publica sus obras completas. Fuentes podría cantar a voz en cuello esa canción de“Antes de que tus labios me confirmaran que me querías, ya lo sabía, ya lo sabía”.
Quizás una de las aspiraciones de la literatura latinoamericana sea apoderarse del hombre y su circunstancia como lo pidió Ortega y Gasset. Pero en ninguno está tan agudizado este afán como en Fuentes. A diferencia de los escritores europeos que parecen ya no tener nada que decir y los norteamericanos que combaten a la televisión, el cine, la radio, la antropología social, Internet, el iPod que les quitan sus temas, en América Latina todo está por decir y Fuentes le da “una voz total a un presente que sin la literatura carecería de ella” y a un pasado “que está allí, inerte, yerto, y aguarda a que se le reconozca. La historia de la América española es la historia de un gran silencio… Tenemos que rescatar el pasado, contestar a través de la literatura al silencio y a las mentiras de la historia”.

En el prólogo a Fervor de Buenos Aires, en 1923, Borges escribe: “Si en las siguientes páginas hay algún verso logrado perdóneme el lector el atrevimiento de haberlo compuesto yo antes que él. Todos somos uno, poco difieren nuestras naderías y tanto influyen en las almas las circunstancias que es casi una casualidad esto de ser tú el leyente y yo el escribidor”. Lejos de Fuentes esta modestia; él es el escritor y no lo es por casualidad; su trabajo le ha costado. Los leyentes permanecen apoltronados, Borges bien puede desear integrarlos, Fuentes no se expone al ninguneo. Desde niño fue el pastor de la ciudad (cuando en México DF había algo que pastorear). Sus increíbles historias lo atestiguan: En el tugurio El Golpe, de pronto su mesa empieza a moverse y bajo ella surge una enana, maquillada, con ricitos rubios, chapitas y brazos regordetes. “Carlos, no es posible, esto lo viste en una película de Buñuel”. “No, si te digo que hasta me sacó a bailar. Primero se puso colérica porque estaba durmiendo la mona debajo de la mesa pero cuando se le pasó la borrachera subió encantadora a sentarse en mis rodillas. Acercó su cara a la mía y la vi vieja, vieja, vieja como de ciento cincuenta mil años, apergaminada, y su voz tremendamente estridente cubría incluso los sonidos chillones de los mambos de Pérez Prado”. Carlos exhibe una aventura tras otra y resulta fácil intuir que la enana es el ensayo general de un buen capítulo de La región más transparente.
Carlos Fuentes supo jugársela solo, procesar lo viejo, perderse para reencontrarse, escribir “tu miseria personal será el azar de tu grandeza posible, tú y yo lucharemos contra nosotros mismos”. En este águila o sol, cara o cruz, ha vivido su vida. Desde La región más transparente nos metió a sus novelas y nos enseñó que había otro camino que el fracaso. Logró expandirnos. En Berkeley escuché al escritor J.J. Armas Marcelo decir que ninguna versión tan importante de España para los escritores de treinta a cuarenta años como la que Fuentes da en Terra Nostra desde su posición de mexicano:“Fuentes logró lo que nosotros intentamos”.

Carlos Fuentes

Carlos Fuentes, Mexican Novelist, Dies at 83

Daniel Aguilar/Reuters
Carlos Fuentes at his Mexico City home in 2003.
His death was confirmed by Julio Ortega, his biographer and a professor of Hispanic studies at Brown University, where Mr. Fuentes taught for several years. No cause was given.
Mr. Fuentes was one the most admired writers in the Spanish-speaking world, a catalyst, along with Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa and Julio Cortazar, of the explosion of Latin American literature in the 1960s and ’70s known as “El Boom.” He wrote plays, short stories, political nonfiction and more than a dozen novels, many of them chronicles of tangled love, that were acclaimed throughout Latin America.
Mr. Fuentes received wide recognition in the United States in 1985 with his novel “The Old Gringo,” a convoluted tale of the American writer Ambrose Bierce, who disappeared during the Mexican Revolution. The first book by a Mexican novelist to become a best seller north of the border, it was made into a film starring Gregory Peck and Jane Fonda, released in 1989.
In the tradition of Latin American writers, Mr. Fuentes was an outspoken public intellectual, writing magazine, newspaper and journal articles that criticized the Mexican government during the long period of sometimes repressive single-party rule that ended in 2000 with the election of an opposition candidate, Vicente Fox Quesada. Mr. Fuentes was more ideological than political. He tended to embrace justice and basic human rights regardless of political labels. He initially supported Fidel Castro’s revolution in Cuba, but turned against it as Castro became increasingly authoritarian. He openly sympathized with Indian rebels in the southern Mexican state of Chiapas, and publicly skewered the administration of George W. Bush.
Mr. Fuentes was appointed Mexico’s ambassador to France in 1975, but he resigned two years later to protest the appointment of Gustavo Díaz Ordaz as ambassador to Spain. Mr. Díaz Ordaz had been president of Mexico in 1968 when Mexican troops opened fire on student protesters in Mexico City.
Carlos Fuentes was born on Nov. 11, 1928, in Panama, the son of Berta Macías and Rafael Fuentes, a member of Mexico’s diplomatic corps. As his father moved among Mexican embassies, Mr. Fuentes spent his early childhood in several South American countries. Then, in 1936, the family was transferred to Washington, where Mr. Fuentes learned to speak English fluently while enrolled in a public school.
In 1940 the family was transferred again, this time to Santiago, Chile, where he began to experiment with writing. In an interview with The New York Times in 1985, Mr. Fuentes said he first had to decide “whether to write in the language of my father or the language of my teachers.” He chose Spanish, he said, because he believed that it offered more flexibility than English. There was also a practical reason. English, he said, “with a long and uninterrupted literary tradition, did not need one more writer.”
He was 16 when his family finally moved back to Mexico. He knew his homeland through the stories that his grandmothers had told during the summers he spent with them.
“I think I became a writer because I heard those stories,” he said in 2006 in an interview with The Academy of Achievement, a nonprofit organization based in Washington. His grandmothers fascinated him with their tales of bandits, revolution and reckless love. “They had the whole storehouse of the past in their heads and hearts,” Mr. Fuentes said. “So this was, for me, very fascinating, this relationship with my two grannies — the two authors of my books, really.”
When he told his family that he wanted to be a writer, his father was encouraging, but insisted that he also study law, which he did in Mexico and later in Switzerland.
After completing his degree, Mr. Fuentes entered Mexico’s diplomatic service, while also carving out time for his fiction. His first novel, “Where the Air Is Clear,” was published in 1958 when he turned 30. It was a literary sensation, mixing biting social commentary with interior monologues and portrayals of the subconscious. His reputation established, Mr. Fuentes left government service to devote all his energies to writing.
He became a prolific author who said he did not spend much time rewriting and never suffered from writer’s block. He said he liked to write on the right-hand pages of lined notebooks, making changes and corrections on the left-hand pages before sending a manuscript to be typed.
Professor Ortega called Mr. Fuentes “an unleashed cultural force” who avoided some of the trappings of literary celebrity. Indeed, in a retrospective book that he wrote about Mr. Fuentes’s life when the writer turned 80 in 2008, Mr. Ortega wrote, “Fuentes detests the literary life, its obligations and commitments.”
“He hasn’t created his own group, and he belongs neither to parties nor ideologies,” Mr. Ortega added. “He isn’t controlled by either the power of the state nor the power of the market.”
Mr. Fuentes’s independent thought and reputation for supporting leftist causes led to his being denied visas to enter the United States in the early 1960s. When he was refused permission to come to New York in 1963 for a presentation of an English translation of one of his books, he reacted angrily, saying, “The real bombs are my books, not me.”
Congress intervened in 1967, and the restrictions against him were lifted. In subsequent years he traveled to the United States frequently, spending time teaching at several Ivy League universities.
Mr. Fuentes is survived by his wife, Silvia Lemus, and a daughter, Cecilia, by a previous marriage to the actress Rita Macedo, who died in 1973. Two children from his marriage to Ms. Lemus, Carlos and Natasha, died before him.
For much of his career Mr. Fuentes competed for recognition and influence in Mexico and abroad with another titan of Mexican letters, the poet Octavio Paz. Mr. Paz won the Nobel Prize in Literature in 1990, but Mr. Fuentes, a perennial on the short list for the honor, never did.
The two became friends in 1950, when Mr. Paz published his landmark work on Mexican identity, “The Labyrinth of Solitude.” They grew closer as they worked together on several literary projects, but by the mid-1980s their political opinions had started to differ. Mr. Fuentes supported the Sandinistas, the leftist rebel group in Nicaragua, but Mr. Paz, who had more conservative views, condemned them. Then, in 1988, the literary magazine Vuelta, which Mr. Paz directed, published an article that was fiercely critical of Mr. Fuentes, accusing him of lacking true Mexican identity. That set off a bitter and often public feud that lasted until Mr. Paz died in 1998. Neither man apologized, diminishing the reputations of both.
Still, in his later years, Mr. Fuentes became an elder statesman of international letters, living in both London and Mexico City, spending part of the year at American universities and lecturing widely. On his 80th birthday, hundreds of admirers gathered at the Metropolitan Museum of Art in New York to celebrate his life and work. He was introduced by Ruben Beltran, the consul general of Mexico in New York at the time.
“To speak about Carlos Fuentes is to engage inexorably in Mexican history and culture,” Mr. Beltran said. “We cannot fathom a debate on Mexican literary and humanistic traditions in which his name and work are absent.”

lunes, 14 de mayo de 2012

Terry Fox


Terry Fox era un chico común, nacido en Winnipeg, Canadá en 1958. Desde chico fue incentivado por sus padres Rolly y Betty a la práctica de deportes. En el básquet se formó como deportista. Pero en 1977, los dolores en su pierna derecha, lo obligaron a dejar la actividad.
Se le diagnosticó osteosarcoma, una agresiva forma de cáncer en los huesos. Su pierna fue amputada por encima de la rodilla. Y se tuvo que someter a un intenso programa de quimioterapia.
La agresividad del tratamiento no bajó sus defensas, sino que las potenció. Los primeros estudios, le dieron a Fox un 15% de posibilidades de vida. Pero al poco tiempo, a través del desarrollo de la medicina, su esperanza de vida había crecido al 50%.
Esa fue la inyección anímica que Terry necesitaba para comenzar con su cruzada. En agosto de 1979 se inscribió en la maratón de Prince George. A pesar de contar con una precaria pierna ortopédica, y los dolores que le causaba andar, completó el recorrido y prendió su pasión.
Recaudar fondos
Inspirado por Dick Traum, el primer amputado en completar la maratón de Nueva York, Terry comenzó el 12 de abril de 1981 una acción solidaria que conmovió a todo Canadá. El objetivo era recaudar un millón de dólares para el estudio de la enfermedad. Lo llamó “Maratón de la Esperanza”.
“Necesitamos su ayuda. Las personas en los hospitales con Cáncer, en todo el mundo, necesita creer en milagros. No soy un soñador. Mi acción no dará respuestas definitivas para encontrar la cura del Cancer. Pero creo en los milagros. Tengo que hacerlo”. Estas palabras fueron escritas por Terry en una carta que le envió a la Sociedad Canadiense de la lucha contra el Cáncer, luego de que se le amputara la pierna.
En silencio y con bajo perfil, comenzó a unir el Océano Atlántico con el Pacifico, corriendo. La ceremonia de inicio fue mojar su pierna ortopédica en el agua. A partir de allí, comenzó a correr. Hoy, en ese lugar, hay un monumento que lo recuerda.
A medida que pasaban los kilómetros, su historia se fue difundiendo y cada vez más personas lo acompañaron. Su hermano, Darrell estaba con él en una camioneta.
A un promedio de 42 kilómetros darios, Terry comenzó a atravesar Canadá. Su legado fue creciendo y las distancias quedaban atrás.
Pero el 1 de septiembre de 1980 en Thunder Bay, Terry tuvo que abandonar la carrera después de 5373 kilómetros y 143 días. Un fuerte dolor en el pecho le impedía respirar con normalidad. Fue trasladado a un hospital. El Cáncer se había propagado a los pulmones.
Comienza la leyenda
“Voy a dar lo mejor. Voy a pelear. Prometo que no me voy a rendir”, dijo Terry cuando era trasladado al hospital. A esa altura, se llevaban recaudado más de 24 millones de dólares.
Mensajes de esperanza de todo el mundo comenzaron a llegar. Incluso el Papa, Juan Pablo Segundo, envió un telegrama de apoyo.
El 28 de junio de 1981 Terry murió, pero su legado apenas comenzaba. El 13 de septiembre de ese mismo año, se realizó la primera edición de la Maratón Terry Fox. Llegó a convocar a más de 300 mil canadienses y se recaudaron 3,5 millones de dólares. La prueba se realiza hasta el día de hoy, y no hay vencedores, solo es parte de una acción caritativa.
La hermana de Terry, Judith, lídera su Fundación y unas 4 mil competencias en su nombre, se realizan en todo el mundo.
En Canadá, es una de las personas más recordadas. Existen distintos monumentos por donde estuvo corriendo. Al cumplirse 25 años de su proeza, en forma conmemorativa, su cara apareció en la moneda de un dólar y Adidas, lanzó una zapatilla con su nombre. Lo recaudado en ventas, fue destinado a la fundación. El cine no se perdió su historia, y también hay una película que lo recuerda.
Desde el deporte, a 30 años de su hazaña, la memoria de Terry Fox continúa vigente.

sábado, 12 de mayo de 2012

Espiritualidad


* La religión no es solo una, sino cientos.
* La espiritualidad es una.
* La religión es para los que quieren seguir los rituales y la formalidad.
* La espiritualidad es para los que quieren alcanzar la Ascensión Espiritual sin dogmas.
* La religión es para los dormidos.
* La espiritualidad es para los despiertos.
* La religión es para aquellos que necesitan que alguien más les diga qué hacer, quieren ser guiados.
* La espiritualidad es para los que prestan oídos a su voz interior.
* La religión tiene un conjunto de reglas dogmáticas e incuestionables que has de seguirse sin chistar.
* La espiritualidad te invita a razonarlo todo, cuestionarlo todo y decidir tus acciones asumiendo las consecuencias.
* La religión amenaza y amedrenta
* La espiritualidad te da paz interior.
* La religión habla de pecado y de culpa.
* La espiritualidad te dice “ya pasó, no te remuerdas por lo que ya pasó, más bien levántate y aprende del error.
* La religión lo reprime todo, te vuelve falso.
* La espiritualidad lo trasciende todo, te hace verdadero.
* La religión se te inculca desde niño, como la sopa que no quieres tomar.
* La espiritualidad es el alimento que tú mismo buscas, que te satisface y es gustoso a los sentidos.
* La religión no es Dios.
* La espiritualidad es el TODO y por lo tanto es Dios.
* La religión inventa.
* La espiritualidad descubre.
* La religión no indaga ni cuestiona.
* La espiritualidad lo cuestiona todo.
* La religión es humana, es una organización con reglas.
* La espiritualidad es DIVINA, SIN sin reglas.
* La religión es causa de división.
* La espiritualidad es causa de unión.
* La religión te busca para que creas.
* La espiritualidad la tienes que buscar tu.
* La religión sigue los preceptos de un libro sagrado.
* La espiritualidad busca lo sagrado en todos los libros
* La religión se alimenta del miedo.
* La espiritualidad se alimenta de la confianza.
* La religión te hace vivir en el pensamiento.
* La espiritualidad te hace vivir en la conciencia.
* La religión se ocupa del hacer
* La espiritualidad se ocupa del SER.
* La religión es lógica
* La espiritualidad es dialéctica
* La religión te alimenta el ego.
* La espiritualidad te hace trascenderlo.
* La religión te hace renunciar al mundo
* La espiritualidad te hace vivir en Dios, no renunciar a Él.
* La religión es adoración
* La espiritualidad es meditación.
* la religión es seguir formando parte de la psicología de las masas.
* La espiritualidad es individualidad.
* La religión sueña con la gloria y el paraíso
* La espiritualidad te hace vivirlo aquí y ahora.
* La religión vive en el pasado y en el futuro.
* La espiritualidad vive en el presente, en el aquí y ahora.
* La religión es un encierro en tu memoria
* La espiritualidad es LIBERTAD en CONSCIENCIA.
* La religión cree en la vida eterna.
* La espiritualidad te hace consciente de ella.
* La religión te da ( promesas ) para después de la muerte.
* La espiritualidad te da ( la iluminación ) es encontrar a Dios en tu interior en ésta vida en el presente en el aquí y el ahora…

 

Wealth


From what old ballad, or from what rich frame
Did you descend to glorify the earth?
Was it from Chaucer's singing book you came?
Or did Watteau's small brushes give you birth?

Nothing so exquisite as that slight hand
Could Raphael or Leonardo trace.
Nor could the poets know in Fairyland
The changing wonder of your lyric face.

I would possess a host of lovely things,
But I am poor and such joys may not be.
So God who lifts the poor and humbles kings
Sent loveliness itself to dwell with me.

Joyce Kilmer

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